CAPITULO I: EL PRIMER PASO

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El crepúsculo teñía el cielo de tonos cálidos sobre la ciudad Zuzu, y en la “La Taberna de Aarón”, las mesas se llenaban de risas y conversaciones. El abuelo, que en ese entonces era conocido como Izán, hacía su recorrido habitual por el salón, equilibrando en su bandeja una fila de vasos de cerveza espumosa.

Aaron, el dueño del lugar, lo miró con una sonrisa de lado desde detrás de la barra.

—¡Oye ,Izán! —gritó para hacerse oír entre todo el bullicio.— Cada vez cargas más rápido esas bandejas. A este ritmo,te convertirás en mi brazo derecho.

Izán le devolvió la sonrisa,aunque algo fatigado.

—A veces creo que me he convertido en una parte de la taberna, como una silla o una mesa. ¿Quién sabe? Quizá hasta me veas echando raíces aquí —dijo con una risa suave, aunque en el fondo sabía que no era completamente en broma.

Mientras pasaba junto a una de las mesas, una anciana clienta, doña María, lo llamó:

—Izán, muchacho ,ven un momento. —El llamado hizo que el susodicho se acercara a quien le llamaba.— ¿No tienes aún novia ni planes para el futuro?

Izán se inclinó con una sonrisa.— ¿Planes? Bueno, doña María, por ahora el único plan es servir esta mesa antes de que Gus me grite otra vez. —bromeó, pero luego bajó la voz, como si le confesara un secreto.– Pero… a veces me pregunto cómo sería vivir en el campo. Poder ver el sol al amanecer y sentir la tierra bajo mis pies.

Doña María asintió,mirándolo con ternura.— La vida en el campo es sencilla, hijo, pero es allí donde se encuentran los corazones fuertes. A veces,seguir un sueño es la única manera de echar raíces de verdad.

Esa noche, al cerrar la taberna, Izán se sentó solo en una de las mesas vacías, con una taza de café en las manos, Aaron se acercó y le dió una palmada en el hombro.— Muchacho,te he visto mirando por esa ventana muchas veces. No eres de aquí, ¿verdad? No en el fondo.

Izán suspiró,— La verdad, Aaron… No. Siempre pensé que habría algo más para mí, un lugar donde pudiera sentirme… libre. La ciudad me asfixia a veces.

El dueño asintió, comprendiendo,— Si alguna vez decides seguir ese sueño, hazlo antes de que sea demasiado tarde. Uno no puede pasar toda la vida en un lugar al que  no pertenece.

Esa conversación resonó en Izán durante los días siguientes. Las palabras de Aaron y doña María se entrelazan en su mente, despertando una fuerza que no había sentido antes. A medida que trabajaba, servía y sonreía a los clientes, su mente vagaba hacia los campos, hacia el cielo abierto,y comenzó a pensar que, quizá, era el momento de dar su primer paso hacia ese sueño.

STARDEW VALLEY: RAÍCES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora