EXTRA CAPRICHOSA

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AGUSTÍN

Una sonrisa retorcida asoma en mis labios mientras contemplo la escena que tengo frente a mí. Esta noche ha tomado un giro peligroso. Nunca pensé tener en mi ático, en la mitad de mi sala, a la caprichosa que me atormenta en cada respiro ha cruzado la línea y ha entrado en mi guarida, caminando en el filo de un precipicio que no tiene vuelta atrás.

Tiana Lander Davies.

La niña mimada de uno de los hombres más temidos de Londres, y la hija de la mujer a la que, irónicamente, debo llamar "tía". He estado obsesionado con esta mujer desde que éramos unos niños, pero siempre aprendía a controlar mis impulsos, tanto, que era ella la que siempre me perseguía mientras yo la ignoraba. Y aunque ella no lo sabe, esa inocente persecución que inició en su infancia no era más que el comienzo de una cacería en la que ella siempre ha sido la presa.

Mis ojos la recorren de arriba abajo, desde el brillo iracundo en sus ojos hasta la tensión en sus hombros.

Estoy solo con una pequeña creatura, y ella me mira como si me odiara, pero sé que no lo hace, cree que no me he dado cuenta de lo que siente por mí, de los celos que la invaden cada vez que ve alguna mujer cerca de mí. No es que sea el hombre que vive metiendo la polla en cualquier hueco, a duras penas soporto el contacto físico con ciertas personas, como para también tener que aceptar que me toquen de formas mas intimas.

Tampoco soy un santo, y sí, he follado con mujeres, con una variedad selecta, a la cual me follo solo de espalda, y sin dejar que sus manos lleguen a mi cuerpo. Soy yo el que siempre controla la situación, soy yo el que las maneja a su antojo, y cuando me he saciado, las desecho. Porque solo son un recipiente en el cual descargo una necesidad de mi cuerpo.

Mi pequeña caprichosa, no tiene ni idea de las ganas que tengo de ocupar todos los aspectos de su vida. De quitarle el oxigeno para que solo pueda jadear, preferiblemente mientras me la follo. No sabe que se ha entregado a mí, como un regalo envuelto. Ha entrado a la guarida de depredador, y dudo que salga ilesa.

—¿Qué haces aquí, Tania? —murmuro en un tono bajo, casi despreocupado, pero suficiente para que el veneno de mis palabras llegue hasta ella.

Puedo ver como la ira se arremolina en esos hermosos ojos verdes. Es tan diferente a su mellizo, mientras que Derek Lander, es de cabello color negro como su padre, pero de ojos café como su madre, Tania Lander, es de cabello color chocolate como su madre, pero sacó el color verde en esos hermosos ojos como su padre. Ambos son una combinación de una de las familias mas poderosas en el mundo de la mafia.

La ira chispea en sus ojos verdes, pero debajo de esa máscara sé que estoy tocando una fibra sensible. Su hermano, Derek, y ella comparten el poder y la oscuridad de su familia, pero en Tania hay algo distinto, algo que me consume y me mantiene despierto por las noches. Sus ojos son un arma que usa con el mismo descuido con el que camina entre leones. Si supiera el poder que tiene sobre mí, me devoraría vivo.

—¿Por qué golpeaste al chico que me invitó a salir? —me espeta, cruzando los brazos en un gesto que es más desafío que defensa.

Ladeo la cabeza divertido, pero en el fondo estoy ardiendo de ira. El muy imbécil pensó que podía poner sus asquerosa manos en lo que es mío. En lo que me pertenece. Tendría que dar gracias que no lo maté, porque Derek me detuvo. Sino ya seria otra historia.

—¿Te vino a llorar? —mi voz destila burla, pero es un acto controlado, una fachada que oculta el odio que siento hacia cualquiera que ose acercarse a ella.

Sé lo que le molesta, sé todo de ella. La he estudiado por años, y aunque les hago creer a todos que solo la cuido porque la veo como una hermana. La realidad es otra, la cuido, porque su vida me pertenece. Todo de ella, es mío.

ATRACCIÓN PELIGROSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora