Parte 5 · Un pequeño beso y una abeja apresurada

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Su fría piel experimentó una sensación desconocida, que no se parecía a nada de lo que había experimentado antes; era tan extraño, tan irreal, tan diferente de sí mismo ¿Cómo algo así podía sentirse tan cálido? 


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⏳☂️


El silencio que siguió a esas palabras parecía contener la respiración de ambos. Un vacío envolvente que dejó sin espacio al arrepentimiento o a las dudas. Casi como si el tiempo se hubiera detenido solo para ellos.

— ¿¡HA!? —gruñó Scara, frunciendo aún más el ceño.

Por la sorpresa, solo alcanzó a soltar esa expresión de incredulidad, un sonido áspero que salió de su garganta en un gesto casi automático. ¿De qué demonios está hablando ahora?, pensó, mientras el calor se instalaba en sus mejillas. Por más que intentara obligarse a mantener la calma, se sentía sorpresivamente inquieto. Cada vez que pensaba que tenía el control sobre cualquier situación con Sethos, este parecía tener una habilidad increíble para desarmarlo con algo totalmente inesperado.

Aún estaba tratando de procesar lo extraño que era ser extrañado, y ahora Sethos salía con cosas aún más extrañas. Era difícil creer que hablara en serio, especialmente ahora que... ¿Besarlo? ¿De verdad este tipo tenía... ganas de besarlo? ¿Podía ser más tonto?

— Si, tengo ganas de darte un beso en estos labios tan bonitos — reafirmo Sethos con su honestidad ya desbordada, cambiando su mirada entre los ojos y los labios de Scara — ¿Por qué te sorprende tanto?

Con la mano derecha, Sethos tomó la barbilla de Scara con una suavidad que daba escalofríos, deslizó suavemente su pulgar por los labios del peliazul, que seguía observando con incredulidad. Notó la suavidad de sus finos labios, y el frío característico que emanaba de su piel, igual que el resto de su cuerpo.

Al principio tocarlo de esa manera le habría resultado incómodo, y demasiado vergonzoso. Siempre había sido cuidadoso con sus gestos, incluso antes cuando chocaron cabezas, intento darle su espacio, pero, ahora que sin quererlo se había confesado sin filtro ni cuidados, esa ligera ansiedad en sus manos no hacía más que crecer, un deseo constante de tocarlo, de sentir su piel, de acortar la distancia entre ambos.

Sethos encontró su mirada una vez más, había algo en la quietud de Scara que lo hacía sentirse más nervioso y ansioso, incluso aliviado de que el peliazul no lo mandará a volar con una ventisca al otro lado de la biblioteca.

Justo cuando sus miradas se cruzaron, Scara fue sacado de sus pensamientos.

—Tch, ¿qué clase de idiota dice eso así, sin más? No me sorprendes en absoluto, es solo que todo lo que estás diciendo es absurdo — rápidamente, apartó su cara hacia un lado con indiferencia, quitando la mano de Sethos de su rostro.

Sethoscara | Los besos son solo para enamorados?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora