Parte 6 · Extraña comodidad y una abeja sonriente

55 10 13
                                    


La brisa del lago, el atardecer, el sol de Sumeru, el verde brillante en sus ojos e incluso comida frita, no podía comprender porque todo a su alrededor se volvía más interesante.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


☂️


Casi como si el tiempo se alargará, "pasado mañana" había llegado más lento de lo que había previsto. Faltaba poco para el ansiado atardecer y Scara se encontraba acostado en una rama del gran árbol, estaba de ocioso ya que había terminado su trabajo del día.

Claramente, había decidido que no iba a ir. Solo en los sueños de esa tonta abeja voy a aparecer, había gruñido después de salir ese día de la Academia, aun con el calor en los labios y los nervios en el cuerpo. Si, se rehusaba totalmente a hacer algo que el chico del desierto le dijera.

Sin embargo, su mente no había dejado de volver a "ese" momento en la casa de Daena. Ese día que había empezado añorando una presencia y había terminado con un recuerdo permanente. Por más que le molestara, secretamente las palabras y caricias, que le habían dedicado se filtraban a su mente de forma natural, una por una.

Parecía incapaz de abandonar la imagen de cierta abeja inquieta, acariciando sus brazos, mirándolo como si quisiera entender todo lo que pasaba por su cabeza, con ese sonrojo y esa vibración tan ligera que viajaba por todo su cuerpo. Irónicamente, había pasado tanto tiempo enredado en sus pensamientos que ni siquiera se había recordado el regaño habitual: no debería estar pensando en Sethos.

Le había recalcado que era totalmente absurdo y aún así, no podía evitar buscar una respuesta a todas las preguntas que inevitablemente se hacía. Quería encontrar un sentido, fuera lo que sea.

Sethos le había dicho que se dejara llevar, que estaba bien "fluir", pero así es como Scara había terminado con los labios de Sethos en un suave y lindo beso. La verdad es que para Scara era complicado, porque dejarse llevar implicaba soltar, esperar lo peor y lo más aterrador, confiar. No podía, eso iba en contra de todo lo que alguna vez había definido para sí mismo.

Y precisamente eso es lo que hacía Sethos, se movía con esa libertad característica, como las arenas en el desierto, tan suave y sin disturbios. Como el mismo sol mostraba cada parte de su esencia y decía lo que quería sin reproches o arrepentimientos, eso era lo que lo hacía tan diferente.

Entre tanto pensar, se levantó un poco para ver como el horizonte se ponía poco a poco rosado, y sin esperarlo, un zumbido llegó a su oído, obligándolo a conectar otra vez con el mundo.

Era el colmo. Como si se tratara del maldito destino enviando señales, como si el universo se quisiera reír de él. Una abeja se posó justamente en su brillante visión. No pudo evitar molestarse, ¿Qué tipo de juego estaba jugándose el destino? Apenas escuchó el zumbido, volvió a sentir la humedad en los labios de Sethos, la suavidad de sus gruesos labios, el temblor en sus manos, esa calidez que hizo que el tiempo se detuviera.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Sethoscara | Los besos son solo para enamorados?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora