Prologo๋࣭ ⭑⚝

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Mammon tenía una sonrisa satisfecha mientras miraba la fila de demonios que serpenteaba hasta la entrada de Ozzie's. El club de Asmodeus era el lugar más popular del círculo de la lujuria, un destino para cualquiera que buscara pasar una noche de puro desenfreno. Mammon sabía que si jugaba bien sus cartas, podría atraer algunos clientes hacia sus propios negocios. Después de todo, ¿quién no querría llevarse un pequeño "recuerdo" de una noche tan memorable? Era un plan perfecto, o al menos eso pensaba él.

Lo que no esperaba era que alguien como Asmodeus lo notara.

Mammon estaba en plena promoción, repartiendo discretamente pequeñas fichas con su logo, cuando una mano fuerte lo tomó por el hombro y lo llevó de un tirón a una habitación apartada del club. Allí estaba él: Asmodeus, mirándolo con una mezcla de molestia y diversión en su rostro.

—¿Qué diablos crees que estás haciendo, Mammon? —preguntó Asmodeus, sus ojos afilados como cuchillas.

Mammon intentó mantener la compostura, a pesar de que el agarre de Asmodeus lo tenía acorralado contra la pared. La tentación de desafiarlo solo le daba más razones para sonreír con suficiencia.

—Vamos, Ozzie. Solo le estoy dando a la gente lo que quiere, ¿no? ¿O es que estás celoso porque podrían preferir mis productos a tus... espectáculos? —contestó Mammon con una voz burlona, mirando a Asmodeus a los ojos, sin mostrar un ápice de arrepentimiento.

Asmodeus soltó una risa baja, entrecerrando los ojos con un brillo de interés y amenaza.

—¿Celoso? —susurró, acercándose lo suficiente como para que Mammon pudiera sentir su aliento cálido—. No tienes idea de a quién estás provocando, Mammon. Este lugar es mío. Y en mi territorio, las cosas se hacen bajo mis términos.

Mammon sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero su orgullo lo mantuvo desafiante. Sus palabras solo hicieron que Asmodeus se acercara aún más, hasta que la distancia entre ellos desapareció por completo.

—¿Ah, sí? ¿Y qué vas a hacer? —preguntó Mammon con un tono desafiante, a pesar de que su voz temblaba ligeramente.

Asmodeus sonrió, esa sonrisa peligrosa y sensual que hacía que cualquiera cayera rendido a sus pies. Pero Mammon no era cualquiera. No iba a ceder tan fácilmente... o al menos eso creía.

—Voy a enseñarte que la avaricia tiene un precio, y créeme, será más alto de lo que esperas, Mammon —dijo Asmodeus, y sin previo aviso, lo tomó de la cintura y lo hizo girar, atrapándolo entre sus brazos.

Mammon intentó resistirse, pero la fuerza de Asmodeus era irremediable. Podía sentir la energía seductora de Asmodeus envolviéndolo como una niebla densa. Sabía que Asmodeus tenía el poder de dominar a cualquiera, pero siempre pensó que él era la excepción, que podía manejar cualquier tentación.

—¿Sigues creyendo que puedes salirse con la tuya en mi territorio? —preguntó Asmodeus, sus manos aferrándose a la cintura de Mammon mientras lo miraba fijamente.

El cuerpo de Mammon reaccionaba instintivamente, traicionándolo. La cercanía, el calor, y esa presencia arrolladora de Asmodeus hacían imposible que Mammon pudiera pensar con claridad. Sin embargo, su orgullo no le permitía rendirse tan fácilmente.

—No creas que puedes asustarme, Ozzie. Esto es solo un... un juego para mí —murmuró, aunque en su voz ya no había la misma seguridad.

Asmodeus lo observó por un momento, y una sonrisa satisfecha se extendió por su rostro.

—Ah, ¿así que esto es un juego para ti? Bien, entonces yo decidiré las reglas —dijo en un tono firme, y antes de que Mammon pudiera responder, Asmodeus lo besó, atrapándolo en una mezcla de deseo y dominación que lo dejó sin aliento.

El beso era intenso, profundo, como si Asmodeus estuviera decidido a grabar su autoridad en cada rincón de su ser. Mammon sintió que sus fuerzas flaqueaban, su resistencia cediendo bajo el dominio absoluto de Asmodeus. Cada toque, cada susurro, era una mezcla de castigo y tentación, una prueba de que Asmodeus sabía exactamente cómo hacer que Mammon cayera bajo su poder.

Para cuando el beso terminó, Mammon respiraba con dificultad, su cuerpo temblando levemente. Miró a Asmodeus, con una mezcla de desafío y deseo en sus ojos.

—¿Es todo lo que tienes? —logró decir, aunque su voz apenas era un susurro.

Asmodeus soltó una risa baja, satisfecho.

—Oh, querido Mammon, ni siquiera hemos comenzado —murmuró, deslizando una mano por el rostro de Mammon, acariciándolo con un toque casi posesivo.

Las horas pasaron, y lo que comenzó como una confrontación se convirtió en un juego de poder y seducción, con Asmodeus dejando claro que él siempre tendría el control. Mammon se encontraba atrapado entre el placer y la frustración, una mezcla de sentimientos que lo dejaban exhausto y a la vez insatisfecho.

Sin embargo, cuando la intensidad disminuyó y Asmodeus lo soltó, Mammon aún mantenía esa chispa de desafío en los ojos. Asmodeus lo observó, divertido.

—Pensé que ibas a aprender tu lección —dijo Asmodeus, arqueando una ceja.

Mammon se encogió de hombros, esbozando una sonrisa maliciosa.

—¿Y quién dijo que estoy arrepentido? —contestó con descaro.

Asmodeus rió suavemente, con una mirada oscura y prometedora.

—Entonces, parece que tendremos que repetir esta lección, hasta que lo entiendas —dijo, acercándose nuevamente a Mammon.

Esa noche no terminaría pronto. Ambos sabían que este juego de tentación y castigo era solo el comienzo de una relación peligrosa y apasionada, donde cada encuentro sería una batalla de orgullo y deseo, una lucha sin fin entre el rey de la lujuria y el príncipe de la avaricia.

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𝜗𝜚𝙴𝚗 𝚎𝚕 𝙹𝚞𝚎𝚐𝚘 𝚍𝚎𝚕 𝙳𝚎𝚜𝚎𝚘✧˚ ༘ ⋆。 ˚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora