Capítulo 2:Intriga en la oficina.

0 1 0
                                    

�

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La mañana siguiente comenzó como de costumbre, con el sonido incesante del despertador anunciando un nuevo día. Me levanté de la cama con algo de pereza, pero había una emoción latente en mí que no podía negar. No dejaba de pensar en ese correo que había recibido la noche anterior. "Óscar Rivas". El nombre sonaba fuerte, pero elegante, y el hecho de que me hubiera enviado un mensaje tan personal, siendo mi jefe, me tenía inquieta.

Llegué a la oficina un poco antes de las ocho, como siempre. Me gustaba disfrutar de esos momentos de tranquilidad antes de que el bullicio comenzara. Al entrar al departamento de contabilidad, noté que varios de mis compañeros estaban reunidos en pequeños grupos, murmurando entre ellos. Una atmósfera de curiosidad y expectación flotaba en el aire.

—¡Karen! —Julia me llamó desde su escritorio, haciéndome señas para que me acercara—. ¡Te perdiste la presentación del nuevo jefe!

Fruncí el ceño mientras colgaba mi abrigo en el respaldo de mi silla.

—¿Óscar Rivas? —pregunté, tratando de sonar casual.

—Sí, él mismo. —Julia asintió con entusiasmo—. Lo acaban de presentar en la sala de juntas. No vas a creer lo guapo que es, y se nota que es todo un caballero. Ha dejado a más de una boquiabierta.

Tragué saliva, tratando de mantener la compostura. Algo en la forma en que lo describió hizo que mi estómago diera un vuelco. ¿Por qué me importaba tanto?

—¿Qué dijo? —intenté indagar, aunque una parte de mí sabía que estaba buscando más información sobre el hombre que ya había conocido en el ascensor.

—Habló sobre sus planes para la empresa, cómo quiere optimizar los procesos y fomentar un mejor ambiente de trabajo —respondió Julia, apoyando su barbilla en la mano—. Pero lo mejor fue cuando mencionó que tiene un interés especial en conocer a cada miembro del equipo. ¿Te imaginas? El jefe dedicando tiempo para conocernos a todos... qué raro, ¿no?

Asentí, aunque mi mente ya estaba a mil por hora. "Conocer a cada miembro del equipo". ¿Era eso una coincidencia después del mensaje de ayer? No tenía sentido. Decidí dejar de darle vueltas al asunto y concentrarme en mi trabajo.

Pasaron un par de horas sumida en hojas de cálculo y balances, hasta que recibí una notificación en mi computadora: una reunión con Óscar Rivas a las once. Mi corazón se detuvo por un segundo. "¿Por qué quiere reunirse conmigo tan pronto?" Intenté convencerme de que probablemente solo era un encuentro rutinario, pero no podía evitar sentir un nudo en el estómago.

A las once en punto, me dirigí hacia la oficina del nuevo jefe. Tomé un respiro profundo antes de tocar la puerta.

—Adelante —escuché su voz al otro lado.

Empujé la puerta, y ahí estaba él, sentado tras un escritorio moderno y minimalista. Al verme, una sonrisa se dibujó en sus labios. Esa misma sonrisa que me había dejado desconcertada en el ascensor.

—Karen, por favor, pasa y siéntate —me indicó, señalando una silla frente a su escritorio.

Me acerqué con cuidado, tratando de no tropezar con mis propios pies por los nervios. Me senté y crucé las piernas, intentando parecer lo más profesional posible.

—Quería agradecerte nuevamente por la bienvenida de ayer... en el ascensor —dijo, con un brillo en los ojos que me hizo dudar si se refería a algo más que la cortesía habitual—. No he tenido tiempo de conocer a todos, pero cuando supe que trabajabas en contabilidad, quise reunirme contigo primero.

—Gracias, señor Rivas. —Intenté mantener mi tono formal, aunque mi corazón latía con fuerza—. ¿En qué puedo ayudarte?

—Óscar, por favor. Llámame Óscar —respondió, inclinándose hacia adelante, apoyando los codos en el escritorio—. He estado revisando algunos de los reportes financieros y noté que tu trabajo destaca por su precisión. Quería agradecerte por eso y también preguntarte algunas cosas sobre los procesos que manejas. Me gustaría entender mejor cómo podemos optimizar ciertas áreas.

No podía evitar sentirme halagada. Siempre me había esforzado por mantener un alto estándar en mi trabajo, pero rara vez alguien lo notaba, y mucho menos un jefe recién llegado.

—Claro, estaré encantada de ayudarte con eso —respondí, esbozando una sonrisa genuina por primera vez.

Pasamos los siguientes veinte minutos discutiendo sobre sistemas contables, auditorías y optimización de procesos. Pero no pude evitar notar que, de vez en cuando, sus preguntas se desviaban hacia temas más personales.

—¿Y qué haces cuando no estás sumergida en números? —preguntó de repente, con una sonrisa curiosa.

—¿Perdón? —dije, un poco desconcertada por el cambio de tema.

—Bueno, todos tenemos una vida más allá del trabajo, ¿no? —insistió, mirándome con esos ojos verdes que parecían desarmarme—. Me interesa saber más sobre la gente con la que trabajo.

—Oh, bueno... Me gusta el arte y viajar —respondí, sintiéndome un poco expuesta al compartir algo tan personal—. Pero, la mayor parte del tiempo, estoy aquí.

—El arte y los viajes... eso suena fascinante —dijo con una sonrisa que se quedó grabada en mi mente—. Tal vez puedas recomendarme algunos lugares para visitar. Estoy buscando algo de inspiración para mi próxima escapada.

Me quedé en silencio, sorprendida por la dirección que estaba tomando la conversación. ¿Esto era parte de su estrategia para "conocer al equipo"? Antes de que pudiera responder, él se inclinó hacia atrás, rompiendo el momento.

—No quiero quitarte más tiempo, Karen. Aprecio mucho que hayas venido. Estoy seguro de que trabajaremos juntos en muchas cosas interesantes.

Me levanté, todavía un poco aturdida.

—Gracias, Óscar. —Me detuve un momento, dudando si debía decir algo más, pero decidí no arriesgarme—. Nos vemos en la próxima reunión.

—Claro, Karen. —Me dedicó una última mirada antes de que me diera la vuelta para salir de la oficina—. Que tengas un excelente día.

Salí de allí sintiéndome extrañamente ligera, con una mezcla de nervios y anticipación. Algo en él me intrigaba, más allá de su aspecto impecable o su aparente amabilidad. No podía evitar preguntarme si este interés en conocerme mejor era profesional... o algo más.

Y mientras volvía a mi escritorio, no pude evitar sonreír. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que la rutina había sido rota.

Algo me decía que este sería un viaje muy diferente al que estaba acostumbrada, y por alguna razón, no podía esperar para ver a dónde me llevaría.











❤️

Amor entre cuentas y viajes. 💫  [+14]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora