Capítulo 3:El primer acercamiento.

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Las siguientes semanas fueron una vorágine de cifras, balances y auditorías internas

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Las siguientes semanas fueron una vorágine de cifras, balances y auditorías internas. Styles se preparaba para una importante evaluación financiera, y eso significaba que mi equipo y yo estábamos hasta el cuello de trabajo. Intentaba concentrarme en mi rutina habitual, pero la presencia de Óscar Rivas parecía seguirme a todas partes. No es que él lo intentara, claro. Era más bien la forma en que su nombre surgía en conversaciones, o cómo sus ojos parecían buscar los míos cada vez que cruzábamos pasillos o coincidíamos en alguna reunión.

Hoy, en particular, todo parecía estar en mi contra. Una de las auditorías había arrojado inconsistencias en un proyecto clave, y mi jefe directo, el señor Ramírez, estaba más irritable de lo normal. Mi cabeza ya estaba a punto de explotar con tanto número, y para empeorar las cosas, el sistema contable se cayó justo cuando estaba a punto de finalizar los ajustes. Sentí un nudo en el estómago al ver cómo la pantalla de mi computadora se congelaba.

—¡No, no, no! —murmuré, golpeando el teclado suavemente como si eso pudiera solucionar el problema. Pero era inútil.

Julia, que trabajaba en el cubículo contiguo, se asomó con una expresión preocupada.

—¿Otra vez problemas con el sistema? —preguntó.

—Sí, y justo cuando más lo necesito —respondí, pasando una mano por mi frente. Sentía el sudor frío del estrés acumulado.

—Karen, el señor Ramírez quiere esos reportes antes del mediodía —añadió Julia en un susurro, como si temiera que él pudiera escucharla desde su oficina al final del pasillo.

—Lo sé, lo sé. —Suspiré profundamente, tratando de pensar en una solución rápida. Pero antes de que pudiera hacer algo, el sonido de unos pasos acercándose llamó mi atención.

Levanté la vista y allí estaba él, Óscar, con su presencia imponente, caminando directo hacia mi escritorio. Mi corazón dio un brinco y un torbellino de pensamientos se arremolinó en mi mente. "¿Qué estará haciendo aquí?"

—Hola, Karen —me saludó con esa sonrisa suya, genuina y cálida. Las miradas de mis compañeros se clavaron en nosotros, pero él parecía completamente ajeno a eso.

—Hola... Óscar —respondí, intentando no parecer demasiado nerviosa. El hecho de que lo llamara por su nombre de pila, como él insistía, no dejaba de parecerme extraño.

—Noté que has estado lidiando con un par de problemas esta mañana —dijo, inclinándose ligeramente hacia mi escritorio, su aroma fresco y limpio me embriaga al instante—. ¿Todo bien?

—Bueno... el sistema se cayó y justo estaba terminando unos reportes críticos para el señor Ramírez. No sé cómo voy a entregarlos a tiempo. —No tenía idea de por qué le estaba contando todo esto, pero algo en su mirada me hacía sentir que podía confiar en él.

Óscar asintió, como si estuviera evaluando la situación. Luego, se dio la vuelta y le hizo una seña a uno de los chicos de IT que estaba cerca.

—Andrés, ¿puedes venir un momento, por favor? —llamó.

Andrés, un joven tímido pero eficiente del equipo de soporte, llegó corriendo en cuestión de segundos.

—¿Sí, señor Rivas?

—Karen está teniendo problemas con su sistema. Necesitamos que lo soluciones de inmediato. ¿Puedes encargarte?

—Por supuesto. —Andrés no perdió tiempo y se puso a revisar mi computadora.

Me quedé mirando a Óscar, sorprendida. No esperaba que él, el jefe, se involucrara en algo tan pequeño como un problema técnico. Pero ahí estaba, haciendo que todo se resolviera en cuestión de minutos.

—Gracias, pero no tenías que... —empecé a decir, sintiéndome un poco abrumada por su gesto.

—No te preocupes, Karen. —Me cortó suavemente, con una sonrisa que me desarmó por completo—. Estoy aquí para asegurarme de que todos podamos hacer nuestro trabajo sin problemas, y eso te incluye.

Antes de que pudiera responder, Andrés anunció que el sistema estaba funcionando nuevamente. Solté un suspiro de alivio.

—Gracias, Andrés. Eres un salvavidas —dije, y él me dedicó una sonrisa tímida antes de alejarse.

Óscar se quedó un momento más, como si estuviera asegurándose de que todo estaba bien.

—Si necesitas algo más, no dudes en decírmelo, Karen —me dijo antes de irse.

Me quedé mirándolo mientras se alejaba, con una mezcla de agradecimiento y confusión. ¿Por qué se estaba tomando tantas molestias por mí? Claro, era su trabajo asegurarse de que todo funcionara bien, pero su atención hacia mí era... diferente.

Pasaron unas horas, y finalmente logré terminar los reportes a tiempo. Cuando los entregué en la oficina del señor Ramírez, él me dio una mirada aprobatoria.

—Buen trabajo, Karen. Me alegra que hayas podido resolverlo. Aunque me sorprendió ver al nuevo jefe tan... interesado en ayudarte.

—Sí, bueno... —No supe qué responder, así que solo asentí con una sonrisa forzada.

De regreso a mi escritorio, no pude dejar de pensar en lo que Ramírez había dicho. ¿Era tan evidente para todos que Óscar estaba prestándome una atención especial? Intenté concentrarme en lo que quedaba de la jornada, pero era inútil. Mis pensamientos regresaban una y otra vez a esos momentos en los que Óscar había estado tan cerca, tan atento.

Cuando llegó la hora de irme, me sentía agotada, tanto física como mentalmente. Estaba guardando mis cosas cuando vi que había un nuevo correo en mi bandeja de entrada. Era de Óscar.

"Espero que hayas tenido un día más tranquilo después de esta mañana. Gracias por tu paciencia. Me encantaría poder hablar más sobre tus ideas para mejorar nuestros procesos en contabilidad. ¿Te parece si almorzamos mañana?"

Me quedé mirando la pantalla, el cursor parpadeando mientras mi mente procesaba la invitación. ¿Esto era simplemente una comida de trabajo... o algo más?

Decidí no analizarlo demasiado. Cerré la computadora y apagué las luces del departamento. Pero mientras caminaba hacia la salida, una pequeña sonrisa se formó en mis labios. Quizás, solo quizás, había algo más detrás de esos ojos verdes.






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Amor entre cuentas y viajes. 💫  [+14]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora