CAPITULO 1

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"Primeros amigos."

Satoru no tenía la mejor reputación.

Era conocido por ser una zorra, metiche y egocéntrica. Motivos tenía de sobra para serlo, no era su culpa ser tan deseado y admirado por su belleza inigualable.

Todos tenían la culpa por subirlo a un pedestal.

Por eso ha tenido incontables parejas y aventuras casuales. Hombres y mujeres, todo lo que veía al instante terminaba en su cama, no había nada que pudiera resistirse a sus encantos.

Quizás por eso no sabía perder y era un chico caprichoso, ya qué siempre tuvo todo en bandeja de plata sobre su mesa sin siquiera mover un dedo.

Pero también tener tantas personas a su alrededor era un inconveniente y un problema. Siempre había un loco sacado de la alcantarilla que se obsesionaba con él hasta el punto de acosarlo y molestarlo con el fin de obtener su atención o una oportunidad de estar con él.

Y como toda persona que ha tenido varias parejas y relaciones, era ese tipo que se aburría muy fácil y rápido, ya que no lograba llenar ese vacío inexistente en su corazón.

Ni siquiera estaba seguro si así funcionaba estar con una persona, ya que solo se fijaba en alguien y si lo encontraba atractivo se metía con él, aunque no sintiera atracción o amor, solo quería divertirse un rato y ser tan generoso en brindarle una probada de su carne perfecta.

Apenas aprendió que era una amistad con Toji y Sukuna, ellos fueron las primeras personas que se acercaron a él con motivos sanos y puros y no con ganas de arrancarle la falda y empotrarlo contra la pared hasta dejarlo inseminado.

Había momentos donde aún no creía que fuera posible que existieran ese tipo de personas que no sentían nada sexual por él. Si hasta a los hombres más heteros del mundo los hacía temblar con su presencia.

Pero gracias a eso ha aprendido que no todo en la vida es sexo y relaciones pasajeras. También aprendió a mirarlos como unos amigos y no como potenciales aventuras.

Siempre había ese grupo que seguían sin entenderlo, como lo era algunos de sus ex parejas. Nunca les quedaba claro que ya no quería saber más de ellos y que ahora eran simples extraños.

Este tipo frente a él era un buen ejemplo de ello.

"Por favor, bebé. Dame una oportunidad."

Evitó hacer una mueca de disgusto ante ese apodo nefasto. Se cruzó de brazos y desvió la mirada en muestra de repulsión pero el chico no parecía entender las señales.

"Prometo hacer lo que quieras. No es necesario que me presumas, si lo deseas seré tu sombra." Seguía insistiendo, pero el albino ni se inmutó ante sus sugerencias, ya había escuchado cosas peores, una vez había una chica que hasta le exigió ser su mascota.

"Te he dicho mil veces que no. Deberías entenderlo, no me gustas, no quiero estar contigo en ningún sentido de la palabra." Contestó con firmeza mientras trataba de irse pero este tipo seguía inmovilizandolo contra los casilleros. No era tan musculoso o fuerte, tampoco alto, solo estaba siendo una piedra en el camino de Satoru.

"No me importa si no te gusto. Al menos déjame volver a follarte." Exige, tomando su muñeca para evitar que se aleje, pero el albino lo repelió con un movimiento brusco, mostrando su disgusto al ser tocado por él.

El tipo al ver su reacción se sintió muy ofendido y levantó su mano listo para agredirlo, su mente nublada ante el rechazo y repulsión que estaba recibiendo del chico que tanto le gustaba y lo había dejado obsesionado.

"A las mujeres no se les debe golpear. Es un delito muy grave, además, como te atreves a ser capaz de siquiera pensar en tocarla de esa manera."

Esa voz detuvo por completo la situación que se estaba desencadenando en los casilleros. Ambos chicos se vieron confundidos, por un momento pensaron que no le estaban hablando a ellos.

El chico bajó su mano y se giró para mirar al dueño de esa voz, la cual era demasiado baja y suave para ser una persona cualquiera, por un instante pensó que se trataba de algún profesor o personal de la universidad.

Frunció el ceño al encontrarse a otro chico de su misma edad, que a simple vista parecía un pobre hombre con esa vestimenta anticuada pero no iba hacer mención de eso, estaba más concentrado en que lo había interrumpido.

"¿Tú, qué? No te metas."

"¿A quién llamas mujer? Soy hombre." Dijo con tono ronco Satoru, saliendo de detrás del tipo que lo había estado acorralando todo este tiempo y sus ojos azules se fijan en el intruso.

Oh.

Dios.

Mío.

Sus pupilas se ensanchan y se queda paralizado en su lugar al ver a Suguru Geto. Era la primera vez que lo veía desde que había chismoreado de él con sus amigos. Nunca lo había visto de cerca y ciertamente era muchísimo más guapo de lo que aparentaba en la lejanía.

Mientras que Satoru estaba anonadado, el otro se encontraba en shock por lo que estaba presenciando.

Retrocedió con repulsión total mientras intercalaba sus ojos del tipo extraño al travesti a su lado. No era la primera vez que veía a un hombre vestido de manera femenina, pero siempre evitó a toda costa acercarse a ese tipo de personas.

Sentía asco.

Cubrió su boca mientras sus ojos recorrían la figura del albino, fijándose en su apariencia delicada, la falda que apenas cubría lo necesario, podía jurar que podía visualizar el bulto prominente en la parte frontal de su falda... Y su rostro, Dios todopoderoso, ¿Acaso era posible que un hombre se viera tan frágil como una muñeca?

No sabía si estaba viendo a una mujer o hombre.

Salió despavorido de ese lugar, sintiéndose confundido y desorientado. Un revoltijo de emociones se instaló en su estómago causándole ganas de vomitar.

Satoru abrió su boca al ver su reacción, sus ojos siguiendo a Suguru mientras este desaparecía del lugar con una expresión de desconcierto.

¿Qué había sido eso? ¿Acaso había sido olímpicamente rechazado sin siquiera haber abierto la boca?

Nunca nadie se había atrevido a mirarlo de esa manera tan espeluznante. Sintió que su corazón se rompía en miles de pedazos en su pecho, su arrogancia vaciló por un instante.

¿Pensó que era feo?

"Ese hijo de puta." Gruñó, mientras apretaba sus manos en puños.

El otro chico que había estado en completo silencio al ver la escena, miró al albino notando como este refunfuña y aprieta los dientes como si estuviera al punto de golpear la pared con fuerza.

Decidió que era mejor irse y dejarlo solo por ahora, luego cuando ambos estén calmados seguiría insistiendo.

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Pienso actualizar conforme vaya subiendo de vistas. Ya sé que debería subir todo rápidamente ya que quedó en el capítulo 6 pero paciencia, por favor.

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