CAPITULO 4

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"Rechazo instantáneo."

Si hay algo que ama más que las miradas indecentes, es sin duda ir a fiestas o discotecas.

Ir a ese tipo de lugares significaba llamar la atención y tener miradas sobre él, todo en un combo, y eso lo hacía sentir muy excitado.

Satoru no es un buen bebedor, de hecho odia el alcohol, el tabaco y los ruidos fuertes. De pura casualidad fuma cigarrillos electrónicos y es porqué traen saborizantes y el maldito de Sukuna lo había viciado con ellos.

Pero a excepción de eso, le gusta estar rodeado de personas, sentirse asfixiado y mareado por tener tantos pares de ojos sobre su anatomía. Escuchar los piropos y silbidos que le lanzan, personas tomando su brazo para pedirle bailar o tomar algo.

Deseando tener la miserable oportunidad de estar con él.

Por supuesto, ha tenido varios inconvenientes en el pasado, peleas innecesarias, toques no deseados y más de una vez intentaron drogarlo para tener sexo con él a la fuerza.

A pesar de todos esos incidentes no se ha dejado cohibir y sigue yendo de fiesta cada tanto tiempo, ahora más que nunca, ya que tiene dos buenos amigos que lo protegen en todo momento y no lo dejan ir solo muy lejos.

Ambos sabían lo que tenía que vivir un travesti como Satoru en un mundo como este. Aunque estaban en pleno siglo XXI, aún existían ese grupo de personas enfermas que odiaban y discriminaban a los homosexuales.

Y aunque Toji es hetero, seguía respetando a su amigo y a quienes si formaban parte de la comunidad.

"Oye, te he dicho que no bebas tanto, eres el único en esta sala que se emborracha solo con oler el alcohol." Lo reprocha Sukuna, quitándole la copa de mojito de fresa, aunque era una bebida dulce no iba a permitir que este se emborrache. "Toma, para que te entretengas." Extiende el cigarrillo electrónico, el pálido lo toma y lo lleva a sus labios pintados con labial de brillitos.

"Me tratas como un bebé. Hubiera sabido que sería así mejor no vengo."

"Ñiñiñi, cállate."

"Por primera vez estoy de acuerdo con Sukuna." Dice de repente el pelinegro mientras aparece en el lugar con unas pequeñas copas de whisky y le extiende una al pelirosa el cual la toma y la baja de un trago, gimiendo al sentir el escozor en su garganta. "Prefiero que esta noche estés sobrio."

Se sienta al lado del albino el cual cruza sus largas piernas vestidas con pantalones de cuero sintético que se ajustaba a su figura, un croptop en la parte superior que dejaba al descubierto su abdomen plano y bien trabajado.

Hizo un puchero en sus labios y desvió la mirada como un mocoso haciendo una rabieta.

"Debió cortarte el cuello en vez del labio. Maldito Sukuna, tenía un solo trabajo, ¡Uno solo!"

"Cállate puta, mejor ponte a bailar en el tubo, ahí es donde deberías estar." Le suelta el tatuado, sacándole el dedo del medio.

"¿Podrían dejar de comportarse como dos niños? Si es que quieren acostarse con alguien." Interviene el pelinegro, mirando su teléfono para fijarse en la hora, luego echó un vistazo al lugar.

"No estoy interesado."

"Hoy estoy de acuerdo con Sukuna." Murmura el albino, dándole una calada al cigarrillo electrónico, el sonido llenando sus sentidos. Miró por igual el lugar abarrotado de personas, algunas bailando en la pista, otras besándose en cualquier rincón.

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