Capitulo dos.

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Belly

La cena había empezado, y el ambiente era animado, aunque había dos lugares vacíos en la mesa: el de Bella y el de Noah. Bella no había salido de su habitación, y la ausencia de Noah era notoria, pero nadie se atrevía a mencionarlo. Los adultos intentaban llenar el silencio con conversaciones triviales, pero el vacío en la mesa era palpable.

—Steven, juro que si miras ese teléfono una vez más, lo pondré en la cesta de las pantallas —regañó mamá con una sonrisa exasperada, aunque en el fondo parecía estar hablando en serio.

—Queremos ver sus hermosos rostros, sin teléfonos, ¿sí? Como en los viejos tiempos —añadió Susannah, alzando una ceja para remarcar su punto.

Steven bufó, mirando su celular como si quisiera defenderlo, pero antes de que pudiera hacerlo, Jeremiah le quitó el dispositivo de las manos y, con un gesto dramático, lo lanzó al cesto junto a la mesa.

—Okey, okey, ya entendimos —protestó Steven, alzando las manos en señal de rendición—. Solo estás entrenando, Jere. No tienes que ser tan extremo.

—O tal vez solo estás celoso porque Jere tiene mejor cuerpo que tú —comenté entre risas, provocando que los demás se rieran también.

Steven resopló, dándole una mirada a su hermano antes de responder:

—No, de hecho está de moda estar esbelto. Si no, no se pueden usar trajes entallados.

Las risas continuaron, y la tensión en la mesa pareció disolverse por un momento.

—¿Cuándo empieza el campamento, campeón? —preguntó Steven, mirando a Conrad, que había estado en silencio hasta entonces.

La sonrisa de Conrad se desvaneció, y un silencio incómodo inundó la habitación. Susannah y mamá intercambiaron una mirada, como si estuvieran preparándose para suavizar el golpe de alguna noticia inevitable.

—Se retiró del fútbol —respondió Jeremiah finalmente, rompiendo el silencio.

—¿Te retiraste? —preguntó Steven, incrédulo, mirando a Conrad como si le estuviera hablando en un idioma desconocido—. Es una broma, ¿verdad? Jugar fútbol es lo mejor que hay.

Conrad negó con la cabeza, sin levantar la mirada.

—No cambiaré de idea. Estuve en la banca toda la temporada.

—Bueno, si no vas a jugar más fútbol, ¿qué vas a hacer todo el verano? —insistió Steven, tratando de llenar el vacío que había dejado la noticia.—Podrías trabajar en el club, conmigo y con Jere —sugirio, intentando darle un giro positivo a la conversación.

—No trabajaré en el club —respondió Conrad, cortante.

El ambiente se volvió tenso de nuevo, pero Susannah interrumpió con una sonrisa radiante.

—Oh, Belly, tengo una sorpresa para ti —dijo, mientras extendía un sobre hacia mí.

—¿Qué es eso? —preguntó Steven, curioso.

—Conseguí una invitación para que Belly sea una debutante este verano —explicó Susannah, con un brillo de emoción en los ojos.

—¿Es eso donde las chicas usan vestidos blancos y se inclinan? —preguntó Steven, fingiendo una expresión divertida.

Susannah asintió con entusiasmo.

—Es el momento de una chica para presentarse en sociedad. Sé que suena anticuado, pero te juro que es muy divertido. Belly, podrías hacer muchas amigas allí.

Mamá puso los ojos en blanco y se levantó de la mesa.

—No puedo creer que sigas aferrada a esa costumbre arcaica —murmuró mientras se dirigía a la cocina, claramente desaprobando la idea.

—Antes era para encontrar esposo, pero ahora es una oportunidad para conectar —insistió Susannah, lanzándole una sonrisa a mamá, aunque esta no parecía convencida.

Susannah me miró, intentando convencerme de todas las formas posibles. Al final, me encogí de hombros y sonreí ligeramente.

—Lo pensaré —respondí, dándole un poco de alivio a Susannah, que parecía satisfecha con mi respuesta.

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Más tarde, mientras me preparaba para salir, mamá apareció en la puerta de mi habitación, mirándome con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—¿Vas a nadar a esta hora? —preguntó, notando mi atuendo.

Asentí, sujetándome el cabello en una coleta.

—Sí, así es.

Mamá pareció recordar algo, y sacó su teléfono con una expresión confusa.

—Oye, ¿cuántos seguidores son muchos seguidores en Instagram?

La miré, intentando no reírme.

—¿Es alguien verificado o no verificado?

—¿Qué significa “verificado”? —preguntó, frunciendo el ceño.

Suspiré y me acerqué a su teléfono.

—Ay, dios, mamá. —Eché un vistazo a la pantalla—. Oh, la madre de Taylor estaba leyendo el libro de este hombre. Ciento cincuenta mil seguidores es mucho, especialmente para un escritor.

Ella asintió, aún con cara de no entender del todo, y suspiré antes de irme. Al salir, vi a Bella sentada junto a la piscina, apretando con fuerza el collar que llevaba en el cuello. Parecía perdida en sus pensamientos.

Me acerqué en silencio y me sumergí en el agua, dejando que la frescura me envolviera mientras nadaba hasta la orilla donde ella estaba.

—Una vez dijiste que el cerebro, cuando estás triste, consume más glucosa y oxígeno y eso hace que te sientas agotada —murmuré al salir del agua.

Bella me miró durante unos segundos, como si recordara mis palabras, y asintió ligeramente.

—Aún no he llorado —confesó, su voz apenas un susurro. Sus ojos verdes me miraban con un brillo apagado, algo que me dolía ver.

Nadé hasta el borde, acercándome a ella. Subí y me senté a su lado, permitiendo que apoyara la cabeza en mi hombro.

—Voy a mojarte toda —advertí con una sonrisa.

—No me importa —respondió, entrelazando nuestros dedos y besando mi mano con delicadeza—. Te extrañé tanto, linda.

—Yo a ti —murmuré, cerrando los ojos mientras sentía su calidez.

Pasamos unos minutos en silencio, disfrutando de la tranquilidad de la noche. Finalmente, ella me miró.

—¿Sigues jugando voleibol? —preguntó con curiosidad.

Asentí, sonriendo.

—¿Y tú? ¿Seguirás jugando?

Soltó una risa nasal, mirando el agua.

—Amo el voleibol. Noah me mataría si dejara de jugar. Solo me tomaré un tiempo de todo.

Asentí, comprendiendo la necesidad de un descanso. Entonces, Jeremiah apareció en la puerta.

—Bella, ¿vas? —preguntó, mirando a su hermana.

Ella me miró, como si me pidiera una respuesta.

—Belly no irá —respondio el chico, sacándole una sonrisa.

—Entonces no, me quedaré a la noche de películas —dijo ella, guiñándome un ojo.

—¡Diviértanse con las mamás! —Jeremiah nos grito mientras mientras se iba.

Cuando se fue, la mire con curiosidad.

—¿Por qué lo hiciste? —pregunte en un susurro.

Me tendio la mano, sonriendo.

—Porque te llevaré a tu primera fogata.

Ella tomó mi mano, y juntas nos dirigimos hacia la playa, bajo el cielo estrellado, preparadas para una noche que seguramente ambas recordaríamos.

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⏰ Última actualización: Nov 08 ⏰

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