Los muros relucían cubiertos de cristales rojos, verdes y azules. Bajo aquella luz
extraña, crecían plantas preciosas: orquídeas gigantes, flores con forma de estrella, enredaderas cargadas de bayas anaranjadas y moradas que trepaban entre los cristales. El suelo estaba alfombrado con un musgo verde y mullido. El techo era más alto que el de una catedral y destellaba como una galaxia repleta de estrellas. En el
centro de la cueva había un lecho romano de madera dorada con forma de U, cubierto de almohadones de terciopelo. Alrededor se veían animales ganduleando, pero eran seres que ya no existían, que no deberían haber estado vivos. Había un pájaro dodo,
una criatura que venía a ser un cruce entre un lobo y un tigre, un enorme roedor que parecía la madre de todas las cobayas y, algo más atrás, recogiendo bayas con su trompa, un mamut lanudo.Quiero montarme en él.
Bueno, capaz has perdido el hilo. Claramente Rachel no porque ella ha sido la que los ha guiado.
Sobre el lecho reposaba un viejo sátiro. Mientras nos acercábamos, nos observó
con unos ojos azules como el cielo. Su pelo ensortijado, y también su barba
puntiaguda, eran completamente blancos; incluso el pelaje de sus patas estaba escarchado de gris. Tenía unos cuernos enormes y retorcidos de un marrón reluciente que habría sido imposible disimular con un gorro como hacía Grover. Llevaba colgado del cuello un juego de flautas de junco.Grover cayó ante él de rodillas.
—¡Señor Pan!
El dios sonrió gentilmente, pero había una expresión de tristeza en sus ojos.
—Grover, mi querido y valeroso sátiro. Te he esperado mucho tiempo.
—Me... perdí —se disculpó él.
Pan se echó a reír con un sonido maravilloso, como una brisa primaveral que llenó de esperanza la cueva entera. El tigre-lobo dio un suspiro y apoyó la cabeza en la rodilla del dios. El dodo le picoteó cariñosamente las pezuñas y produjo una cadencia extraña. Habría jurado que tarareaba la canción de Disney It's a Small World.
Pese a todo, Pan parecía cansado. Su forma entera temblaba como si estuviera
hecha de niebla. Mis amigos y yo nos pusimos de rodillas.—Vuestro pájaro dodo tararea —comentó mi amigo Percy a lo tonto.
Pendejo.
Los ojos del dios centellearon.
—Sí, se llama Dede. Mi pequeña actriz.
Dede, la dodo, pareció ofendida. Le dio un picotazo a Pan en la rodilla y tarareó
una melodía que sonaba como una marcha fúnebre.Era difícil deducir que emociones estaban presentes en el lugar debido a que, bueno, la presencia de un dios lo dificultaba.
—¡Éste es el lugar más hermoso del mundo! —dijo Annabeth—. ¡Más que
cualquier edificio construido a lo largo de la historia!—Me alegra que te guste, querida —respondió Pan—. Es uno de los últimos
lugares salvajes. Arriba, me temo que mi reino ha desaparecido. Sólo quedan algunos reductos, diminutas islas de vida. Esta permanecerá intacta... durante algo más de tiempo.—Mi señor —intervino Grover—, ¡por favor, tenéis que volver conmigo! ¡Los viejos Sabios no se lo van a creer! ¡Se pondrán contentísimos! ¡Aún podéis salvar la
vida salvaje!Pan le puso la mano en la cabeza y le alborotó su pelo ensortijado.
—Qué joven eres, Grover. Qué bueno y qué fiel. Creo que escogí bien.
—¿Escogisteis? —dijo él—. N... no comprendo.
La imagen de Pan parpadeó y por un instante se convirtió en humo. La cobaya
gigante se deslizó corriendo bajo el lecho con un chillido de terror. El mamut lanudo
soltó un gruñido y Dede escondió la cabeza bajo el ala. Pan volvió a formarse
enseguida.—He dormido durante muchos eones —explicó el dios, con aire desolado—
. He tenido sueños sombríos. Me he despertado a ratos y mi vigilia cada vez ha sido más breve. Ahora nos acercamos al fin.—¿Cómo? —gritó Grover—. Pero ¡no es así! ¡Estáis aquí!
—Mi querido sátiro —suspiró Pan—
. Y a traté de decírselo al mundo hace dos mil años. Se lo anuncié a Lysas, un sátiro muy parecido a ti que vivía en Efeso, y él
intentó propagar la noticia.Annabeth abrió los ojos como platos.
—Es la antigua leyenda. Un marinero que pasaba junto a las costas de Efeso oyó
una voz que gritaba desde la orilla: «¡Diles que el gran dios Pan ha muerto!»—¡Pero no era cierto! —estalló Grover.
—Los de tu especie nunca lo creyeron —admitió Pan— Vosotros, dulces y
testarudos sátiros, os negasteis a aceptar mi muerte. Y os quiero por ello, pero no habéis hecho más que retrasar lo inevitable. Sólo habéis prolongado mi larga y dolorosa agonía, mi oscuro sueño crepuscular. Pero ahora debe llegar a su fin.—¡No! —protestó Grover con voz temblorosa.
—Querido Grover —repuso Pan—
, debes aceptar la verdad. Tu compañero, Nico, lo entiende.Nico asintió lentamente.
—Se está muriendo. Debería haber muerto hace mucho. Esto... es como una
especie de recuerdo.—Pero los dioses no pueden morir —alegó Grover.
—Pueden desvanecerse —dijo Pan—
. Cuando todo lo que representaban ya no
existe. Cuando dejan de tener poder y sus lugares sagrados desaparecen. La vida
salvaje, querido Grover, es tan reducida y tan precaria que ningún dios es capaz de
salvarla. Mi reino se ha esfumado. Por eso te necesito, para que transmitas un mensaje. Debes regresar ante el Consejo. Debes comunicar a los sátiros, y a las
dríadas, y a los demás espíritus de la naturaleza que el gran dios Pan ha muerto.BAJEN LAS ARMAS, TENGO UNA EXPLICACIÓN.
Bueno, mi novio me dejó y caí en una profunda depresión que casi hace que me mate.
Tambien cumplí 15 años así que felicítenme please ❤️
Estoy ya en una nueva relación siendo que ya pude superar a mi ex, este muchacho si me quiere y no me va a mandar pal carajo. También empecé la high school hace poco y la cantidad de tarea que dejan es increíble. Mi clase de AP Human Geo me esta matando debido a la cantidad de trabajo así que me he tomado mi tiempo para actualizar
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³CENTURIES (PJO&HP)
FanfictionArlette Potter no esperaba paz, ya solo esperaba sobrevivir hasta cumplir por lo menos los dieciocho años e irse a vivir a alguna isla caribeña La Batalla del Laberinto (en proceso) La órden del Fénix (Próximamente) El Último Héroe del Olimpo (Próxi...