Nos habíamos visto en varias ocasiones, nos habíamos saludado, y todo había seguido como si nada.
Pero de repente, aquella noche, cuando me hablaste, sentí como una conexión. Estoy segura de que la sentiste tú también. Algo tan fuerte en dos, tres minutos...
Te había visto mirarme en varias ocasiones, intentando disimular, como si algo te llamase la atención pero no quiseras ser descarado, pero sin poder evitarlo. Vi que querías hablarme, me acerqué a ti solo para que pudieras hacerlo, para ver si mi intuición me estaba fallando. Y no lo hacía.
Quizás todo se quede en eso. Una duda por mi parte, por la tuya solo tú lo sabes.
Conmigo...eres tímido. Y quizás es una de las cosas que más me gustan. Esa timidez de niño bueno deja a cualquiera sin palabras.
Pero eh, sigo aquí.