Esa sensación de conocer a una persona cuando apenas sabes nada de su vida. La necesidad de verla, de saber que está bien.
Seguro que lo has vivido alguna vez. Y más seguro aún es que te juraste que no volvería a pasar.
Ella había tenido una relación larga. Y desde entonces no había vuelto a sentir. No me malinterpretéis, por supuesto que le había gustado algún chico. Le parecía que había mucho chico lindo y todo eso. Pero ninguno había logrado llegarle más.
Y es lo normal cuando sales de una relación. Al principio el corazón parece que necesita descanso. No te apetece sentir, porque estás en duelo. Algo bonito acabó, y aunque estuvieses bien con el final, siempre duele un poco.
Tres años. Tres años le costó recuperarse. Meses menos de la duración de la relación. Hacía algunos meses se había sentido totalmente recuperada y había probado suerte con un chico, pero se había dado cuenta de que no era así. Estaba probándose a sí misma que era capaz de seguir adelante. Y en el momento en el que se dio cuenta todo acabó.
Y sí, suena cruel, y de hecho lo era. Pero en el momento era lo que necesitaba. Y quizás si no hubiese probado con un total estúpido las cosas habrían funcionado un poco mejor.
Pero con él nunca sintió esas cosquillas en el estómago. Nunca se sonrojó al verlo llegar. Nunca se descubrió echándolo de menos sin tenerlo aún.
Y ahora...todo eso estaba de vuelta. Ese corazón acelerado tan solo con pensar en él, con recordar su mirada y su sonrisa. Esas ganas de arreglarse solo para que él la mirase. Esas ganas de invitarle a salir.
Cuando menos esperas algo es cuando lo encuentras. Parece mentira, pero es así. No está bien forzar las cosas, no es necesario. Porque de repente llega alguien y rompe todos tus esquemas. Te deja sin palabras, te das cuenta de que sin saber por qué has tenido una especie de conexión que no puedes olvidar. Que un día era una persona totalmente normal para ti y en segundos tu corazón dio un vuelco inexplicable. Y no un vuelco cualquiera. De esos vuelcos que pasan muy pocas veces.
Y te descubres deseando con todas tus fuerzas que en estos momentos esté pensando en ti tanto como tú lo estás haciendo. Que esté ideando qué decirte la próxima vez que te vea. Que te invite a salir. Que encuentre la forma de volver a hablar, de ver a qué puede llegar todo. Y sabes que tienes que ser paciente, darte tiempo y darle tiempo, pero también sientes esa urgencia con la que se siente un sentimiento así.
No, no voy a hablar de amor. Porque el amor es algo difícil de sentir así, de buenas a primeras. Pero si hay algo que se le parece es ese sentimiento. Ese sentimiento puro de atracción en todos los niveles.
Química. Existe una química entre los dos inevitable.
Magia.
