26 de Marzo de 1905
León tomó una taza de té dentro de su pequeña oficina, se encontraba reflexionando sobre lo que el futuro que le deparaba . Sabía que la historia reciente, la que él conocía de su otra vida, había sido marcada por una lucha feroz por el control del partido tras el debilitamiento de Lenin debido a su salud. En ese futuro que había dejado atrás, él y Stalin habían sido los principales contendientes por el liderazgo del Partido Comunista y, por ende, por el destino de Rusia y la Unión Soviética. Lenin, el líder revolucionario que había dado forma a la URSS, había dejado un vacío de poder que, en lugar de ser llenado por la unidad, había desencadenado una serie de traiciones, conspiraciones y manipulaciones que culminaron en el ascenso de Stalin como la figura indiscutible del poder.
Con la salud de Lenin en declive, Stalin había aprovechado su posición como secretario general del partido para acumular una base de poder casi invulnerable. Formó un triunvirato junto con Kámenev y Zinóviev, dos figuras influyentes del partido, que le permitió enfrentar y debilitar a la oposición de izquierda, liderada por Trotsky. A través del Politburó, el órgano de poder del partido, Stalin consolidó su influencia y neutralizó a Trotsky, quien se vio marginado, exiliado y, finalmente, asesinado.
Sin embargo, Stalin no se detuvo allí. Una vez que logró eliminar a Trotsky y sus seguidores de la oposición, volvió su mirada hacia sus antiguos aliados, Kámenev y Zinóviev, quienes también cayeron bajo su control implacable. Posteriormente, Stalin estableció una nueva mayoría en el Politburó, aliándose con figuras como Bujarin, Rýkov y Tomski, quienes compartieron el mismo trágico destino. Stalin, paso a paso, eliminó cualquier rastro de oposición hasta convertirse en el líder absoluto de la Unión Soviética.
Trotsky sabía que, si Kámenev y Zinóviev no hubieran apoyado a Stalin, el curso de la historia podría haber sido distinto. Si el Politburó hubiera estado dispuesto a reconocer sus ideas, él podría haber sido el sucesor natural de Lenin, y la URSS habría seguido un camino completamente diferente. Bajo su liderazgo, tal vez Rusia podría haber enfrentado la modernización sin la represión brutal que Stalin impuso, y, quizás, habría estado mejor preparada para los horrores de la Segunda Guerra Mundial.
Pero ese "hubiera" ya no existía; el pasado que conocía era irremediable. Sin embargo, ahora se encontraba en 1905, con una oportunidad insólita de reescribir el curso de la historia. Poseía no solo el tiempo para anticiparse, sino también el conocimiento de los errores que habían llevado a la tragedia de su línea temporal original. Sabía que debía crear una estructura de poder sólida, un Soviet fuerte, y una red de apoyo que no pudiera ser tan fácilmente desmantelada como lo había sido su oposición en el futuro. La experiencia que el verdadero Trotsky había aprendido no bastaba; era necesario construir una base leal, formada por hombres y mujeres que comprendieran la causa y estuvieran dispuestos a luchar por ella sin caer en divisiones internas.
Además, tenía claro que el verdadero desafío no solo residía en la sucesión de Lenin, sino en preparar a Rusia para el conflicto que estaba en el horizonte. La Segunda Guerra Mundial, que en su línea temporal original devastaría Europa y pondría a prueba a la URSS, sería una prueba de fuego para el país que él estaba intentando construir. Trotsky entendía que, si lograba preparar a Rusia, si lograba consolidar una base industrial y militar antes de que el conflicto estallara, podría proteger a su nación de la destrucción y fortalecer al pueblo ruso para enfrentar la amenaza nazi.
6 de Abril de 1905
León subió al vagón del tren, tomando asiento junto a una de las ventanas. Observaba cómo la ciudad se desvanecía lentamente mientras el tren comenzaba su trayecto. La estación de San Petersburgo se quedaba atrás, y con ella, un fragmento del caos y las tensiones que se acumulaban como nubes antes de una tormenta. En su mente, León repasaba los acontecimientos recientes y todo lo que estaba en juego: el efecto de la guerra ruso-japonesa sobre la moral del imperio, el crecimiento de la organización obrera en San Petersburgo, y el impacto del reciente Domingo Sangriento.
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Una Revolución Permanente
Narrativa Storica"Con el destino de Rusia pendiendo de un hilo, Trotsky se alza, decidido a desafiar al poder zarista y a liderar la revolución hacia un nuevo amanecer."