3 || Las señales

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La guerra nunca termina, solo cambia de rostro.






La guerra, en toda su crueldad, destruye mundos para crear otros, dejando a las personas rotas, obligadas a forjar sus propias armaduras con las ruinas de lo que eran. Con el primer rayo de sol, creen que todo ha terminado, que al fin son libres, que ya no hay opresores, y pueden respirar sin miedo.

Eso creyó Harry. Al acabar la guerra, pensó que lo difícil había terminado, que podría vivir sin preocuparse de seres oscuros que amenazaran con destruir el mundo mágico.

Los dos primeros años después de la victoria, sin embargo, despertaba cada noche envuelto en gritos y sudor frío, con pesadillas que Ginny calmaba como podía, con té y abrazos, recordándole suavemente que él había salvado a todos.

Su relación parecía ir bien, y aunque los compromisos de Ginny como jugadora profesional de Quidditch los separaban a menudo, Harry estaba orgulloso de ella. Sus escasos momentos juntos eran lo suficientemente buenos; se comunicaban, compartían lo que les pasaba, hasta que algo se rompió.

Un año después, una caída brutal en el campo dejó a Ginny con una lesión en la espalda que la obligó a detenerse. Tenía que reposar, al menos doce semanas. El equipo no pudo esperar; pronto, otra jugadora la reemplazó. Ginny pasó a segundo plano.

—¿Eso llaman jugar? —murmuró ella, mirando la pantalla con los ojos vacíos.

—Cada jugador tiene su estilo —intentó Harry, acercándose con una taza de té—. Toma, esto te hará bien.

Ginny apenas lo miró antes de aceptar la taza, sus ojos regresando de inmediato al partido. Harry fue a la cocina en silencio.

—Nada me hace sentir mejor si no estoy en el campo —murmuró ella, como si hablara para sí misma.

Harry, que estaba sirviendo un plato en la cocina, se detuvo un segundo, respiró hondo, y luego llevó la comida frente a ella.

—Hice tu platillo favorito —sonrió, esforzándose por aligerar el ambiente.

—Gracias —respondió Ginny, distraída. Pero de inmediato estalló—. ¡No! ¡Maldita sea! —gritó hacia la pantalla—. ¡Es al otro lado! ¿Ves la estupidez de esa niñata? ¡Es obvio que el equipo me necesita!

—Tranquila, Ginny. Enojarte no ayuda a tu espalda —intentó Harry con una voz serena.

Ella le lanzó una mirada cargada de resentimiento, luego regresó su atención al televisor. Harry comenzó a comer en silencio, dándose valor antes de soltar, al fin, la noticia.

—Pronto podré entrar al departamento de Aurores. Ya hice los exámenes, y me admitieron para comenzar la capacitación.

Ginny no se molestó en mirarlo.

—¿Y qué pasa con esos ridículos comerciales que te hacen hacer? —preguntó en un tono frío.

Harry asintió con una leve sonrisa.

—Esos seguirán. El Ministerio dice que es para mostrar fuerza, una advertencia para los que piensen rebelarse.

Ginny dejó escapar una risa despectiva.

—¿Llamas "fuerza" a que te pongan a vender productos en la pantalla? —espetó.

—No es tan fácil —intentó Harry, manteniendo la calma—. Hay mucha presión, luces, maquillaje... todo para proyectar una imagen fuerte.

THE GOD OF DARKNESS || DRARRYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora