1. Valentina Reyes

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Hay tres cosas que deberían considerarse cuando se busca la fama.

No es algo que sucede de la noche a la mañana. Podrías morir sin siquiera haberlo conseguido.

Si lo logras, llamarás la atención de una forma inexplicable. Aliados y enemigos por igual.

Y por último, nada asegura que será algo bueno, pero todo esto apenas estoy por descubrirlo.

Han pasado dos años desde que abandoné mi hogar. El tío Román cumplió con su palabra y no he vuelto a saber nada más de mi familia incluso cuando lo he intentado. Podría haber vuelto a casa, quise hacerlo apenas puse un pie en la ciudad, pero la desventaja de que alguien te asalte cuando llegas como forastera es que eres incapaz incluso de comprar un boleto de regreso.

Así que fui para delante porque no me quedaba de otra.

Cuando papá vivía, solía tener espíritu de músico y fue de donde heredé la pasión por cantar. Papá era distinto al abuelo y al tío, sus ideas eran menos anticuadas y soñaba con que yo y mis hermanas fuéramos a la universidad algún día. Me mandó a la escuela desde que era chamaca, me enseñó a leer y a hacer cuentas porque quería que llegara lejos.

Entonces murió.

Fue trágico y con solo 11 años ni siquiera pude atravesar el luto, porque en el pueblo una viuda con solo hijas está condenada a un infierno. Así que el tío Román, hermano de mi padre, se hizo cargo de nosotras y nos mantuvo en su casa con sus hijos y la tía Marisol.

No escuela, no cantar, no soñar. Nuestro trabajo era convertirnos en mujeres ideales que pudiera casar. No dejo de pensar en que debo volver por mis hermanas antes de que se hagan mayores, tal vez ahora ya podría volver por mi madre y convencerlas de que vinieran conmigo.

—Prueba esto —ordena Sofía, antes de poner un vaso espumeante contra mi boca—. ¡Es una genialidad!

El sabor dulzor de la leche y la piña me cubren los labios. Le otorgó una sonrisa, dándole mi aprobación. El alcohol es evidente, pero sabe distinto al pulque que el tío Román ama tomar.

—Entonces, ¿esta es la primera vez que vienes a un evento como este?

Asiento. Sofía dijo que las estrellas suelen reunirse en fiestas como estas todo el tiempo, pero poco sé de eso. Aunque quise venir porque mencionó que se trataba de una fiesta de Halloween y mi curiosidad pudo más. En casa solo celebramos el Día de muertos, el tío Román, y el pueblo entero, dicen que lo otro es cosa del demonio y mejor no tentarlo.

Sofía se ha ofrecido a disfrazarme, pero aún soy prejuiciosa y prefiero no hacerlo. Ella viene de bruja, tiene un vestido largo y brilloso y un gorro puntiagudo decorado por una araña de unicel negro. Se da media vuelta y tira de mi brazo con una sonrisa para que la siga.

—Voy a presentarte a todo el mundo. Seguro que te amarán por ser tan... ¡Tú!

La mayoría de las veces no sé si intenta ofenderme o halagarme, pero no puedo culparla porque le cueste adaptarse a mí. Somos muy distintas dado nuestros orígenes. Ella es la nieta de Gloria, una de las actrices más populares en el cine mexicano de los 90's. Tiene la clase de vida que creí que solo sucedía en esas películas gringas, pero la admiro por ello y por la facilidad que tiene para adaptarse como un camaleón.

Sofía me presenta a media docena de actrices que me emociona conocer y a un par de cantantes que quizás ya he oído antes en la radio. No pierde la oportunidad de decirle a todos que también soy cantante, aunque apenas grabé una sola canción, la cual fue publicada por la disquera de su familia. Todo gracias a su abuela.

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