-Deberás abandonar todo valor material y sentimental que alguna vez hayas tenido aquí. Una vez estés en el Yukenkai, no volverás a este mundo.
-He perdido lo único con valor en mi vida. Por favor, Shigeru-sensei. Lléveme al Yukenkai...
Shigeru mira expectante a Kaito. Su confianza y firmeza le dio un motivo a levantarse e ir a buscar lentamente la espada. Kaito da la media vuelta algo confundido.
-Para alcanzar el Yukenkai no necesitas que te lleve. Soy simplemente un portero entre ambos mundos, no así un guía.- Shigeru toma la espada en la pared. -Esta espada alguna vez representó un símbolo de valentía, poder y estabilidad tanto mental como física.- Shigeru desenvaina la espada despacio, reluciendo el filo de la hoja a Kaito.
Kaito observa detenidamente.
-Alguien en algún tiempo, en algún lugar, ha utilizado esta espada bajo sus propios objetivos en el Yukenkai. Defendiendo las normas, y luchando contra las circunstancias. La misma Muerte ha hecho frente a esta espada incontables veces. No corta como la suya, pero tiene el filo suficiente para cortar más que cualquier otra espada jamás existente.- Shigeru desenvaina por completo la espada. Con una mirada fría y directa a los ojos de Kaito, la apunta a él y con mucha fuerza atraviesa su torso. Kaito está tanto sorprendido como atemorizado por lo que acaba de pasar. Shigeru desprende la hoja de Kaito. Sin sangre. Shigeru posa la palma de su mano en la herida de Kaito, y cerrando sus ojos, expulsa con fuerza el alma de su cuerpo traspasándolo a otro plano. La luz de las tantas velas se desvanece por completo, oscureciendo todo el ambiente.
Una vez al cruzar, Shigeru detiene a Kaito en su lugar. Kaito puede ver como todo su entorno es completamente distinto a lo que alguna vez vio con sus ojos. El cielo es de un color rosado con una mezcla de azules y un púrpura suave que le hace parecer un color pastel hermoso. En el, las estrellas pueden verse incluso con un al parecer día. Detrás de ellos se posan un sol y una luna, los cuales iluminan la totalidad del Yukenkai. El paisaje era de una tierra seca de color grisácea, y algunas luces pequeñitas flotan por el vasto espacio abierto. Al fondo, pueden verse montañas y como algunas nubes oscuras se asoman cambiando el color del cielo a un azul más predominante.-Este lugar...- Dice Kaito asombrado por lo que está presenciando.
-Este es el exterior. La verdadera esencia del Yukenkai. Paisajes asombrosos, zonas sin explorar. Todo lo que puedas creer que jamás verías lo encontrarás aquí e incluso más. Pero a donde vamos no es aquí. Sino allá.- Shigeru apunta a una estructura con dos piedras incrustadas en el suelo con grabados de un idioma que Kaito no comprende. Ambas piedras están posadas una al lado de la otra.
-¿Qué hay ahí?
-Acompáñame.- Shigeru y Kaito se acercan a ellas. Sin esperar, Shigeru cruza por ellas y se desvanece por completo sorprendiendo a Kaito. Él se echa hacia atrás con miedo y asombro. Mirando a todos lados, y rodeando las rocas buscando a Shigeru, vuelve a su posición. Tomando impulso, cruza por entre ambas piedras cerrando sus ojos. Al detenerse, los abre para llevarse una gran sorpresa. Ahora se encuentran en una gran escalera de piedra en una alta montaña, con una fortaleza enorme arriba del todo.
-Estamos prontos a llegar. Nuestra presencia debió advertir al Consejo de nuestra llegada.
-¿Eh? ¿E-El Consejo?- Kaito da vueltas buscando las piedras por donde pasaron antes.
Shigeru comienza a subir las escaleras con calma acompañado a su lado por Kaito.
Las escaleras que parecían interminables se hicieron de una corta distancia a medida que subían. -Quédate detrás de mí al entrar, Kaito-san.- Dice Shigeru a Kaito, quien está delante de él por la emoción de lo que está viendo. Un enorme castillo. Una estructura de una piedra blanca parecida al mármol, una que jamás había visto en su vida. Alta e imponente. Sus puertas de una madera que parecía lijada a mano contiene talladas escrituras parecidas a las de las piedras. Kaito es adelantado por Shigeru, quien se para al frente de las puertas y las abre con delicadeza. Sin hacer un solo ruido, puede verse una gran sala circular blanca en su totalidad, con el suelo siendo decorado por un círculo negro que rodea las cinco altas sillas blancas en las que hay cinco ancianos sentados. A su alrededor, columnas imponentes dan la sensación de autoridad. Shigeru y Kaito se adentran hacia el centro de la ronda de bancos altos. El interior se ilumina con una luz que sale por debajo de todos, que no proyecta sombra y que no lastima los ojos de Kaito.
-Antiguos Espadachines Ancianos, he traído ante ustedes a un joven quien ha decidido dar el paso hacia el Yukenkai. Quien ha abandonado todo de su mundo al pedirme pertenecer al arte de la Espada.- Shigeru extiende ambas palmas. -Kaito-san. Estos hombres quienes nos rodean son el Consejo de los Espadachines Ancianos. Encargados del cumplimiento de las normas del Yukenkai, y la más alta autoridad de este mundo.- Kaito puede sentir un cambio brusco de ambiente, temperatura y una presión pesada.
El anciano más alto de todos, el que se encuentra al frente de Kaito y Shigeru, hace voz desde su lugar. Aunque estén en tan alta posición, su voz suena como si estuviesen a su lado.
-Bienvenido al Yukenkai. El mundo en el que las Espadas forman parte de algo más que el concepto de una hoja afilada que corta simples superficies.- Su voz quebradiza denota antigüedad, experiencia y mucha sabiduría. -Aquí, las Espadas son lo que sus portadores quieren que sean. Un camino, o una respuesta. Incluso una liberación. Una salvación. Aquí en el Yukenkai, los espadachines aprenden a valer y a dar valor a sus espadas.- El anciano tiene cabello largo con dos mechones que le llegan hasta el torso. Las arrugas en su rostro son símbolo de su larga vida como miembro del Consejo. Todos visten de una túnica blanca con una faja gris que la sostiene.
-Agradecemos que haya concedido la bienvenida al joven Kaito-san al Yukenkai, Kohaku.- Dice Shigeru haciendo una reverencia.
-A partir de ahora, Kaito-shi, formarás parte del Yukenkai. Y hoy, serás capacitado en el arte de la Espada. Aprenderás a sentir, a ver y a pensar como ella. Lo harás con un invitado especial que ha venido desde el Clan Ventisca, el cual estará encantado de conocerte y ayudarte a inicializarte.
-Muchísimas gracias. Si me disculpan, me gustaría escoltar a Kaito-san a la Senda del Vacío.
-¿La Senda del Vacío?- Pregunta Kaito con inocencia.
-La Senda del Vacío es el lugar en el que los menos experimentados se entrenan en duelos donde blanden su espada para vincularse con ellas.- Responde el Anciano Kohaku.
-Si me permites, te llevaré allí.- Shigeru camina hacia atrás y rodeando el círculo negro, se dirigen a una puerta detrás del Consejo, la cual al abrirla se puede ver una escalera que lleva un poco más por debajo de ellos, y que lleva a un gran agujero en la montaña. Shigeru cierra la puerta al ambos retirarse del Consejo, y comienzan a bajar por los escalones.
-Ahí dentro se siente incómodo...- Dice Kaito.
-Tal vez sea por tus intenciones.- Shigeru responde con un tono algo interesado. -El Consejo te recibe según cuál sea tu objetivo en el Yukenkai. Si es por un interés propio y egoísta como el tuyo, el interior tiende a ser más pesado de lo que debería.
Ambos bajan hasta un suelo antes de otra escalera que lleva al gran agujero, parecido a un campo de entrenamiento. Parado al frente, observando al fondo y dando la espalda a Kaito y Shigeru, hay un joven vestido con una túnica estilo yukata, de color blanco con tonos azulados y mates que simbolizan el blanco de la nieve, la zona de la cual el joven proviene. La túnica está sostenida por un fajín gris oscuro, permitiendo que el viento levante la parte de detrás la cual está dividida en tres cortes. Sostiene el mango de su espada, la cual está sujeta por el fajín, casi como si estuviese descansando su brazo. Su cabello blanco, largo y semirrecogido con una coleta baja, da a su postura una elegancia digna de su altura y esbeltez. En sus manos tapados por las mangas del yukata lleva guantes largos sin dedos, de color azul, que le dan un mejor agarre al sostener su espada. Sus botas grises parecen ligeras.
La presencia de Kaito y Shigeru hace que el joven se de la media vuelta para verlos. Su voz suave y madura los recibe. Sus ojos filosos y fríos de un color azul los mira a ambos con firmeza. Dos pequeños mechones en su frente se mueven con la dulce brisa del Yukenkai.
-Tengo el placer de conocerlos al fin. Shigeru-dono. Kaito-san.
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Más Allá Del Umbral
RandomCuando un encuentro oscuro con la Muerte revela la imposibilidad de cambiar el destino, Kaito se niega a aceptar su impotencia. En busca de una forma de cambiar su destino, acude a Shigeru, un misterioso guardián que conoce el Yukenkai. Un reino don...