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El viaje fue algo corto, gracias a que John B. ya se sabía el camino; no iba a costar tanto como la primera vez. Cuando llegamos a la casa de la señora Crain, saltamos el muro y pasamos las cosas que creiamos necesitar. Al caminar por el patio, nos dimos cuenta de los sensores de luz.

-Mierda, chicos, retrocedan; los sensores de luz nos van a delatar, y quién sabe si tenga alarmas activadas.

-Podríamos desactivar la luz -propuso Sarah.

-Yo te acompañaré -dijo Kie, siendo la primera en hablar y sorprendiendo a la gran mayoría.

-Bien, vayan con cuidado.

Me senté en el pasto, apoyando mi cabeza sobre el árbol viejo que tenía detrás. Esperaba que las chicas no tuvieran ningún problema. A mi lado, se sentó JJ, volviendo a hacer un sonido extraño y dejando caer su cabeza en mi hombro, haciéndome sonreír en silencio. Intenté no moverme, porque podía sentir el leve roce de su cabello contra mi cuello, y por alguna razón, el momento me pareció... cómodo. Inesperadamente cómodo.

-¿Ya terminaron? -preguntó JJ, entrecerrando los ojos como si estuviera a punto de quedarse dormido-. Si es así, podrías decir que he sido de mucha ayuda.

Me reí, tratando de parecer tranquila. -Sí, claro, has sido toda una inspiración para el equipo, JJ. Pasaron unos pocos minutos cuando vimos que la luz de afuera se apagó por completo. En ese momento supimos que las chicas lo habían conseguido; sonreí aliviada y, junto con JJ, nos levantamos para seguir a Pope y a John B.
Entramos con cuidado a la parte baja de la casa y sacamos otro par de tablas que nos habían quedado sobre el pozo. John B. instaló la polea y, cuando iba a ponerse el arnés, lo frené.

-Yo voy a ir.

-¿Qué? No te dejaré hacerlo, Ana, es peligroso.

-Lo es, pero es menos peligroso que vaya yo. Piénsalo, si necesito ayuda entre ustedes tres podrán ayudarme a subir más rápido.

-Ella tiene un punto, John B. -Le agradecí internamente a Pope por la ayuda.

Eso fue suficiente para que me dejaran ponerme el arnés. Tenía una linterna sobre mi frente y otra más potente en la mano. Antes de que me empezaran a bajar, le guiñé el ojo a JJ, quien me miraba como si quisiera mantenerme tranquila haciéndome saber que él iba a tirar con todas sus fuerzas si lo necesitaba.

-Voy a estar bien, JJ. Prometo que no me quedaré atrapada allá abajo solo para darte un infarto -le dije, medio en broma.

Él estiró la mano y, por un momento, sus dedos rozaron los míos. -Sé que te las arreglas sola, Ana... por si acaso... recuerda que aquí arriba tienes a un equipo de rescate que no te dejará ir a ningún lado.

-¿Incluyendo al valiente rubio que tengo enfrente? -le respondí, levantando una ceja.

-Exactamente -dijo JJ, dándome una última sonrisa. -Así que no te emociones con los tesoros allá abajo.

Me fueron bajando de a poco y, la verdad, el olor era asqueroso. Con cuidado, apoyé una de mis manos en la pared llena de moho, mientras que con la otra iluminaba hacia abajo para ver cuánta profundidad había. Les grité a los chicos para que me bajaran más, y unos metros más abajo les dije que se detuvieran.

-¡Esperen, chicos, hay agua!

-¿Quieres continuar? Puedo bajar yo si quieres. -me respondió John B.

-No, yo voy a bajar, pero háganlo despacio.

-A tus órdenes, princesa.

Escucharlo fue lo que me mantuvo cuerda. Sentí cómo todo mi cuerpo comenzaba a mojarse; cosa qué me daba mucho asco, pero la curiosidad era más grande. Cuando el agua me llegaba hasta los hombros, pude tocar fondo. Les grité a los chicos para que pararan, así podía empezar a buscar cualquier cosa con mis manos. Podía sentir algas, objetos pegajosos y otras asquerosidades que prefería ignorar. Lo peor fue encontrar un cráneo; cuando lo tomé entre mis manos lo solté de inmediato, y mis ganas de vomitar aumentaron de un siete a un diez.

𝐼 𝑘𝑛𝑜𝑤 𝑦𝑜𝑢 𝑤𝑎𝑛𝑡 𝑚𝑒 || 𝐎𝐮𝐭𝐞𝐫 𝐁𝐚𝐧𝐤𝐬; 𝐉𝐉 𝐌𝐚𝐲𝐛𝐚𝐧𝐤 ✶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora