Capítulo 4

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"Un misterio por resolver"

Hace dos meses que Mackenzie había entrado a la academia; oficialmente, ya era toda una diseñadora. Había hecho varios amigos, y Sabrina crecía cada día más. Todo iba bien.

—Hola, Mack, ¿cómo estás? ¿Lista para empezar una nueva semana? —preguntó su amiga Daniela, entrando en la oficina y entregándole un café.

—Hola, Dani, gracias. Sí, aunque no lo creas, estoy empezando a amar mi trabajo —respondió mientras tomaba su bebida.

—Ojalá yo pudiera decir lo mismo. Esta semana será estresante para mí; tendré que cubrir a Berenick —suspiró Dani, para luego sonreír y bromear—. ¿No quieres darme tu trabajo?

Mackenzie le devolvió la sonrisa, pero el nombre que había mencionado despertó su curiosidad.

—¿Quién es Berenick? —preguntó intrigada y discreta.

—Supongo que la viste en el show. Es amiga de la jefa. Vino hace poco, pero se va de la academia —respondió sin darle demasiada importancia. La respuesta, sin embargo, hizo que Mackenzie se quedara pensando como si algo empezara a encajar en su mente.

—Espera... ¿cómo se llama la jefa? —insistió.

—Se llama Lucía Díaz. ¿Por qué? —Dani la miró, notando que su amiga parecía absorta en sus pensamientos,

—¿Mack? ¿Te sientes bien? ¿Acaso conocías a la jefa? —preguntó con cierta inquietud.

—Sí, tranquila. Solo pasa que no he tenido la oportunidad de conocerla por sus constantes viajes, y me daba curiosidad —dijo intentando disimular.

—Está bien, no te preocupes que pronto tendrás la oportunidad de conocerla. En una semana será su despedida de soltera y estamos en la lista de invitados —comentó Dani con una sonrisa.

—Eso me suena a strippers, alcohol y baile… no es algo que me emocione mucho —contestó Mackenzie, frunciendo el ceño.

—Ni creas que te librarás de ir. Digo, tal vez encuentres a alguien con quien pasarla bien… ¡quién sabe, quizás la próxima despedida sea la tuya! —bromeó, logrando que Mackenzie soltara una sonrisa.

—Uy, Dani, obvio que no. Bueno, ¿te parece si empezamos con el trabajo? Tienes que ir a cubrir a Berenick —dijo divertida, mirando a su amiga.

—Sí, sí, recuérdame matarla cuando la vea —respondió antes de salir de la oficina de su amiga.

Mientras tanto, en otro lugar de la ciudad, Berenick se encontraba en el balcón de su apartamento, esperando con paciencia la información que le traería su amigo. Al ver su auto estacionar, suspiró aliviada y fue rápidamente a recibirlo en la puerta. Miró su reloj, atenta a los segundos que marcaba.

—Cálmate Vásquez, ¿tanta prisa tienes por la información? —bromeó Agustín al ver lo impaciente que podía ser su amiga a veces.

—Ush, no ahora Agustín. Pasa —respondió ella mientras ambos se dirigían a la pequeña sala del apartamento— Dime, ¿qué información lograste encontrar?

—Tu chica es muy complicada; realmente hay cosas que no cuadran —respondió él, pensativo.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Berenick, confundida.

—Tiene una hija de seis meses, se llama Sabrina, y viven solas en un departamento.

—¿Y ya? ¿No encontraste nada sobre el posible padre o madre de la niña? —dijo ella algo alterada.

—Te dije que era complicada —respondió Agustín, quien había decidido ocultar ciertos detalles. No creía que le correspondiera revelar toda la verdad—. ¿Por qué no hablas con ella? —sugirió, tratando de suavizar la situación.

—Ya lo intenté, y la verdad, no debí hacerlo. Mis impulsos me ganaron. Creo que es mejor olvidarme de ella y dejarla ser feliz con quien ella quiera. Incluso renuncié a la academia para no interferir más en su vida.

Agustín le sonrió con empatía; sabía cuánto estaba sufriendo su amiga, y vaya sorpresa la que se llevaría cuando se enteré que era la otra madre de Sabrina.

—Mackenzie es madre soltera Vásquez. No pierdas la esperanza; ella te necesita en su vida —le dijo, tratando de animarla. Berenick le sonrió de vuelta, decidiendo no darle más vueltas al asunto. Se dispuso a pasar una tarde de videojuegos junto a él hasta que recibió una llamada de su mejor amiga.

—Espera, Agus, es Lucía. Ahora vuelvo —dijo, mientras Agustín asentía y volvía su atención al juego. Berenick, por su parte, salió al balcón para contestar la llamada.

—¿Hola? —preguntó Berenick, algo confundida, ya que hacía mucho que no hablaba con su amiga.

—¡Te voy a matar! ¿Por qué no me dijiste que habías regresado? —dijo Lucía, directa y un poco molesta, lo cual solo hizo que Berenick riera—. Sí, ríete. ¿Hay algo más de lo que no esté enterada?

—Cálmate, Lucí. Apenas llevo dos meses en la ciudad y…

—¿Y eso te parece poco? —interrumpió Lucía.

—Okay, okay, lo siento, ¿sí? No he tenido la oportunidad de comunicarme contigo que porque estabas de vacaciones.

—Sí, pero me enteré de que estuviste en la academia… y lo supe porque me notificaron que renunciaste. Nunca más te vuelvo a dar trabajo —dijo Lucía, bromeando.

—Te extrañé — dijo sincera al recordar el ambiente que tenía con su amiga — Pero dime, ¿hay algo más aparte de tus reclamos?

—Sí. ¡Me voy a casar con Matías! —dijo dejando ver toda su emoción. Berenick sonrió al escucharla—. Y en unos días será mi despedida de soltera. Quiero que estés, pero no como invitada, sino como stripper.

—Me parece bien, pero te cobraré el doble la hora —respondió Berenick, siguiéndole la broma.

—Perfecto. Te mando la fecha y hora junto con la ubicación. Y tú y yo vamos a tomarnos un café el viernes, ¿oíste? Cuídate ¡Te Amo!.

Después de despedirse de su amiga y pasar un rato más con Agustín, Berenick se quedó sola en su departamento, perdida en sus pensamientos sobre esa chica que no podía quitarse de la cabeza: Mackenzie Freeman sin imaginar que el nombre de Berenick Vásquez también estaba presente en la mente de su chica.

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