Autocontrol (Karahou)

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Karasuma Tadaomi, el alfa había empezado a trabajar para el gobierno hace apenas un año, desde que terminó su servicio militar y aéreo se dedico a cumplir su labor para asegurar el bienestar para la gente de su país.

Quería proteger al más débil, sin importarle la casta, sea alfa, omega o beta, todos tenían derecho a poder vivir en un ambiente seguro, de ser protegidos.

El trabajo de campo era parte de su labol, tener que interactuar constantemente con diferentes personas, dar órdenes y asegurarse que todo vaya según como debería ser...

Tal vez unas mañas de su esposo se le estén pegando, su omega es uno demasiado peculiar, excéntrico si se pudiera catalogar, aunque prefiere el término único para no ser tan frío.

No cualquier omega podía espantar a más de 50 alfas que buscaban su mano en matrimonio y por lo que escucho todos esos alfas no volvieron a ser los mismos por alguna razón que desconoce.

Movió ligeramente su cabeza, porque de la nada había empezado a pensar en su esposo? Es natural que lo haga pero normalmente no en medio del trabajo.

Es como una regla no dicha, no pienses en nada que te vaya a distraer cuando estas trabajando, no es nada profesional cometer errores que pueden terminar afectando tú misión.

Volvio a mover con sutileza su cabeza para volver a centrarse en lo que estaba haciendo.

Su día debía seguir sin ningún imprevisto, su día casi fue normal.

La palabra clave es casi, dejo que uno de sus subordinados dieran las órdenes restantes cuando sintio algo anormal, se tuvo que retirar por unas minutos cuando supo que su rut había llegado de imprevisto.

Tiene un buen autocontrol, uno de los mejores según el informe militar qué le entregaron, su disciplina había ayudado en eso, no era como los demás alfas que facilmente se dejaba cegar por sus deseos.

Pero en el fondo sigue siendo un alfa qué podía ceder a sus instintos con los estímulos correctos, los olores de la naturaleza ayudaban a disipar los poco aromas de sus compañeros y de la gente que estaban ayudando, habian demasiados omegas.

Cuando logro llegar a una zona segura saco su telefono, marco un número de teléfono qué había memorizado en momentos así, aunque no pediría lo mismo.

"Tadaomi? Sucede algo?" La voz del otro lado le pregunto.

"Mi rut inicio" El confesó aquello soltando un suspiro, podía sentir como sus mejillas se empezaban a sonrojar.

La risa serena del otro lado no ayuda mucho, bendigan su gran autocontrol y la racionalidad por no ceder a sus instintos.

"Entonces es eso? Estas muy lejos para que llegue a ti, estoy seguro que sabes que ese no es el único obstáculo por el cual no pudo ir ayudarte"

"Lo sé, solo necesitaba oír tu voz" Su rut lo hacía ser algo más dulce.

"Ahora estas siendo meloso, esto es terrible" El tono se torno algo burlón.

"Qué me hiciste para que actúe así?" Pudo escuchar otra risa por sus dolencias.

"No puedo decírtelo, es un secreto Tadaomi"

"Gakuho"

"Ya me detengo, no puedes perder tanto tiempo jugueteando con tu esposo"

Karasuma sonrió sin que se diera cuenta, sus mejillas se calentaba a una velocidad más baja.

"Tienes tu mochila?"

"Sí, aquí la tengo"

"Bien, en el bolsillo delantero deberían estar tus supresores, pastillas y agujas dependiendo de la situación"

"Los tengo"

En su mano descansaban el frasco de pastillas con los supresores qué cortarian su rut.

"Una cosa más, no regreses a casa hasta que tu rut haya sido cortado, Gakushuu aún es demasiado pequeño y tus feromonas lo pueden irritar" Un pequeño balbuceo se escucho desde el otro lado de la línea.

Los gorgojos se hicieron más fuertes intento formular palabras, ahí esta una de las razones por la cual quiere que Japón sea un lugar más seguro.

"Tengo que colgar, ya es hora de dormir de Gakushuu, no me mires así jovencito" Los balbuceos sonaron molestos, un berrinche se estaba acercando.

"Yo también debo de volver al trabajo, los quiero" Karasuma dijo aquello antes de que la llamada fuera colgada.

Guardo las pastillas y en cambio saco la aguja, su mano logró encontrará.

Sin pensarlo mucho se la inyectó, quería regresar a su casa al final del día y las pastillas tardarian en desparecer sus feromonas.

Se quedo unos minutos más en es lugar, regreso su mochila a su lugar para volver a trabajar.

Se quedo unos minutos más en es lugar, regreso su mochila a su lugar para volver a trabajar

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"Estoy en casa" Anuncio aquello entrando a su hogar.

"Bienvenida a casa" Una voz le contesto, cabello castaño con ojos violetas, no son tan brillantes pero aún así son llamativos.

"Veo que ya desapareció" Gakuho menciono acercándose a olerlo.

"Tus feromonas de romero son normales, Gakushuu esta tomando su siesta en su habitación"

Gakuho parpadeo cuando la cabeza de su esposo se rocosto en el huecos de su hombro, oliendo sus feromonas relajantes de menta.

"Tus supresores aún no han hecho afecto?"

"Es raro que quiere tú afecto?"

"Si" Gakuho le contesto con una sonrisa, envolvió sus brazos en el cuerpo de su esposo.

Es su manera de devolverle ese gesto de afecto, se separaron después de unos segundos.

"Ahora que estas aquí, quieres escuchar como Gakushuu logro encantar a unos socios comerciales?"

"Lo llevaste a una de tus reuniones?"

"Tú y yo sabemos que no le gusta estar separado de mí, además es bueno que aprenda un par de trucos que le servirán en el futuro" El omega le contesto con su sonrisa característica.

"Eres un loco de la manipulación, le estás enseñando eso a nuestro hijo" Tadaomi solto un suspiro al pillarlo.

"Gracias"

"No fue un cumplido"

"Gakushuu es lo suficiente mayor para aprender algunas cosas"

"Gakuho, solo tiene 4 meses"

"Jamás es demasiado temprano para aprender"

Un llanto se escucho por la sala, la hora de la siesta había terminado, el pequeño Gakushuu había logrado escuchar las voces y su pequeña nariz había logrado identificar el aroma a romero.

"Parece que te escucho, iré por él, tal vez pueda mostrarte como logro encantarlos"

Tadaomi termino negandolo sin poder ocultar su sonrisa, él acepto casarse con aquel omega peculiar del cual se terminó enamorando perdidamente.

Ya dieron el siguiente paso al formar su familia, sus ojos se suavicaron cuando pudo ver a su cachorro en los brazos de su esposo.

La pequeña sonrisa era un recordatorio que cumpliría su labor, para un futuro mejor donde Gakushuu y todo el resto de Japón pudiera vivir.

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