Capítulo 35: Hermanas en Conflicto

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Escena 1:  El Imperio de Orm

Orm llegó a una de sus empresas, una imponente estructura de cristal y acero que reflejaba su propio poder y ambición.  Pero hoy, el brillo de la ciudad no la cegaba.  Su mente estaba nublada por la preocupación y la ira.  Las imágenes de Sonya, ebria y vulnerable, la perseguían.  ¿Qué hubiera pasado si ella no hubiera estado en el club?  La posibilidad de que Sonya hubiera sido abusada la llenaba de horror y furia.

La tensión era palpable, cada documento que revisaba, cada llamada que contestaba, era una distracción de la tormenta que se acercaba.  La eficiencia y la determinación que la caracterizaban se veían opacadas por una preocupación profunda.

Ella necesitaba hablar con Sonya, confrontarla, hacerle entender la gravedad de sus acciones.  El trabajo se convirtió en una tarea interminable, una forma de evitar la confrontación, pero la necesidad de hablar con Sonya se hacía cada vez más imperiosa.

Escena 2:  La Casa Familiar

Orm regresó al palacio, su mente llena de la conversación que tenía que tener con Sonya.  La encontró en su habitación, aparentemente arrepentida, pero la furia de Orm se desbordó.

Orm:  (Con voz fría y cortante)  ¿Qué te pasó anoche, Sonya? ¿Cómo pudiste ser tan irresponsable?

Sonya:  (Con voz baja)  Lo siento, Orm...  me dejé llevar...

Orm:  (Con voz alta)  ¡Dejarte llevar!  ¡Podrías haber sido violada!  ¡Podrías haber sido lastimada gravemente!  ¿No te das cuenta del peligro?

Sonya:  (Con voz quebrada)  Lo sé...  lo siento...

Orm:  (Casi gritando)  ¡Lo siento no es suficiente! ¡Tu irresponsabilidad podría haber tenido consecuencias devastadoras!

La discusión se intensificó.  Orm, perdida la calma, se acercó a Sonya, a punto de abofetearla.  La furia la consumía, la imágen de su hermana vulnerable la atormentaba.  Pero justo en ese momento, Namtan  intervino.

Namtan:  (Con voz firme)  ¡Basta!  Las dos, cálmense.  Esto no va a solucionarse con gritos.

Escena 3:  La Calma Después de la Tormenta

Namtan, con su habitual serenidad, se interpuso entre Orm y Sonya, separándolas físicamente y creando un espacio para la calma.  Su voz, firme pero suave, resonó en la habitación, interrumpiendo la tensión.

Namtan:  (Con voz tranquila pero firme)  Basta.  Las dos, respiren.  Esto no se va a solucionar con gritos.  Necesitamos hablar, con calma y respeto.

Orm, aún respirando con dificultad por la furia contenida, se alejó de Sonya, frotándose las sienes para controlar la ira que la consumía.  Sonya, con lágrimas en los ojos, se abrazó a sí misma, temblando ligeramente.  El silencio que siguió fue pesado, cargado de emociones reprimidas.

Namtan:  (Con voz compasiva)  Orm, entiendo tu preocupación.  Tu amor por Sonya es inmenso, y el miedo a que le sucediera algo horrible es comprensible.  Pero gritar no va a solucionar nada.

Orm:  (Con voz baja, aún con rabia)  Pero Namtan… ¡Ella podría haber sido…!  No puedo soportar la idea de lo que pudo haber pasado.  Su irresponsabilidad…  es imperdonable.

Namtan:  (Con voz suave)  Sé que lo es, pero el castigo no es la solución.  Sonya necesita ayuda, necesita entender la gravedad de sus acciones.  Y tú, Orm, necesitas calmarte para poder ayudarla.

Namtan se acercó a Sonya, colocándole una mano en el hombro con un gesto de apoyo.  Sonya, con la voz entrecortada por el llanto, habló por primera vez desde la interrupción de Namtan.

Sonya:  (Con voz quebrada)  Lo siento, Orm.  De verdad lo siento.  No quise…  no pensé en las consecuencias.  Estaba…  perdida.

Sonya levantó la vista, encontrando la mirada de Orm.  En los ojos de Orm, la furia seguía presente, pero también había un atisbo de preocupación genuina.  Orm se acercó a Sonya, sentándose a su lado.

Orm:  (Con voz suave, pero firme)  Sonya…  me asustaste mucho.  No puedo soportar la idea de que te pase algo malo.  Necesitas entender que tu seguridad es lo más importante.  Y que tu irresponsabilidad afecta a todos los que te queremos.

Sonya asintió con la cabeza, sus lágrimas fluyendo libremente.  La conversación continuó durante un largo rato, llena de arrepentimientos, explicaciones, y comprensión mutua.  Namtan, con su sabiduría y paciencia, guiaba la conversación, ayudando a ambas hermanas a procesar sus emociones.  Finalmente, Orm abrazó a Sonya, un abrazo largo y emotivo que selló la reconciliación.  El abrazo fue un símbolo de la unión familiar, de la fuerza del vínculo entre hermanas, a pesar de los conflictos y las pruebas.  La tensión se disipó gradualmente, dejando paso a la calma y a la esperanza de un futuro mejor.

Fin del capítulo 35

Lingling Y Orm : La Mafia Y La LeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora