—No voy a enamorarme de ti — Fluke estaba diciendo la verdad, aunque, evidentemente, no se habría sentido tan cómodo si estuvieran hablando de sexo.
Había deseado a aquel hombre como no había deseado a ningún otro en cuanto puso sus ojos en él. Y el deseo había hecho que olvidase sus principios en una explosión de descontroladas hormonas...
Pero el amor era algo muy diferente; el amor no tenía nada que ver con ese relámpago que te robaba la capacidad de pensar. El amor no tenía nada que ver con la química, ocurría gradualmente y crecía con el paso del tiempo.
El deseo, por otro lado, estaba hecho de un material más fino. No perduraba y por eso podía mirar a Ohm ahora y sentir nada más que...no, no, mirarlo no era buena idea.
Y cuando los dos hombres se volvieron hacia él, Fluke se vio obligado a revaluar el poder del deseo.
¡Sus hormonas seguían activas!
Sabía que Ohm no podía verlo, pero tenía la impresión de que estaba mirando dentro de su alma...
Su corazón latía con tal fuerza que apenas podía llevar aire a sus pulmones.
—No he venido a buscar trabajo.
Sus increíbles ojos, negros y rodeados de unas pestañas absurdamente largas, estaban dirigidos directamente a su cara, pero Fluke sentía como si esa penetrante mirada estuviera leyendo sus pensamientos. Y como esos pensamientos incluían a un Ohm muy desnudo, era una sensación muy turbadora.
Ohm apretó los puños cuando esa vocecita, con su ronca y sensual resonancia, lo golpeó como una bofetada.
Lo había buscado, pero no había sido capaz de encontrarlo. Aquel hombre
que había aparecido en su vida esfumándose y dejando sólo el aroma de su cuerpo en las sábanas para demostrar que no había sido un sueño...
Estaba allí, él lo había encontrado. Y, como le pasó la primera vez, el simple sonido de su voz lo excitaba. Después del accidente su apetito sexual estaba en hibernación, pero había sido despertado por el propietario de esa voz. Y cuando desapareció, inexplicablemente también había desaparecido el deseo.
Había vuelto.
—Déjanos solos, Tim.
El joven lo miró, sorprendido.
—¿Dejarte solo... con él?
—Sí —sonrió Ohm, al notar su preocupación.
Fluke tragó saliva. Se había preparado para el encuentro, pero no era aquello lo que esperaba. No sólo el aspecto de Ohm había cambiado, también sus maneras.
El Ohm Thitiwat que conoció en Escocia estaba luchando contra sus propios demonios mientras intentaba acostumbrarse a lo que le había pasado. Estaba furioso, frustrado, sus maneras abrasivas y beligerantes.
Aquel hombre, con su aire de estudiada autoridad, no parecía haber experimentado un momento de duda en toda su vida.
—Te llamaré si estoy en peligro.
«¿Y qué haré yo sí estoy en peligro?», se preguntó Fluke. Porque ver a Ohm de nuevo había despertado un ejército de mariposas en su estómago.
«Esto es lo que yo quería», se recordó a sí mismo. Aunque, de repente, estar a solas con Ohm Thitiwat ya no le parecía tan recomendable.
—Espera un momento, Tim —dijo él entonces—. ¿Cómo es?
—¿Perdona?
—¿Es rubio de ojos azules, moreno...?
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Amor ciego, OhmFluke.
RomanceCuando pueda verlo, ¿seguirá deseándolo? El multimillonario Ohm Thitiwat había perdido la vista al rescatar a una niña de un coche en llamas y la única persona que lo trataba sin compasión alguna era el pequeño hombre con el que había disfrutado de...