Fluke arrugó el ceño.
—¿Cómo sabes que desde aquí se ve la luna?
—Tú lo has dicho antes.
—¿Lo he dicho?
—Sí, antes.
Fluke se encogió de hombros. No recordaba haberlo dicho, pero quizá así era.
Ohm se acercó a la ventana con toda confianza. Era, pensaba Fluke, como si a veces olvidase que era ciego.
Una ola de intensa tristeza lo envolvió entonces. Sin duda él quería olvidarlo y era normal. A lo mejor tenía sueños. A lo mejor había mañanas en las que abría los ojos y alargaba la mano para encender la luz... sólo para darse cuenta un segundo después de que no había luz y nunca la habría.
De pie frente a la ventana era magnífico, con esa imponente figura, tan... un dios de leyenda devuelto a la vida por la luz plateada de la luna.
—¿Te casaste conmigo a pesar de que era ciego o por ello?
Fluke se dejó caer sobre la cama.
—¿Qué clase de pregunta es ésa?
—El esposo de un ciego podría esconderle muchas cosas...
—Yo no te he escondido nada.
—¿Qué llevas puesto?
Fluke miró hacia abajo y tragó saliva.
—Nada.
—Ah, excelente.
—Quería decir nada especial.
—Descríbelo —le ordenó Ohm—. Sé mis ojos como cuando compartiste conmigo la imagen de la ecografía.
Mejor no llevar nada, pensó Fluke, quitándose la combinación y dejándolo caer al suelo con un suave susurro de seda. A la luz de la luna, era una pálida figura de caderas y piernas delgadas y pecho plano, pero absolutamente perfecto.
—Llevaba ropa interior, pero me la he quitado.
Ohm siguió mirándolo sin decir nada. Sus ojos estaban clavados en su cuerpo y, aunque sabía que no podía verlo, de repente se sentía muy consciente de su desnudez.
En una ocasión se había preguntado si su falta de inhibiciones con Ohm tenía que ver con el hecho de que no pudiese verlo, pero había decidido que disfrutaba de su cuerpo por la sencilla razón de que Ohm lo disfrutaba también.
—¿Crees que se acerca otra tormenta? Noto algo en el aire.
—Se llama tensión sexual, caro. Y es lo más lógico durante una noche de boda.
—¡Ten cuidado! Vas a... —las palabras se quedaron en su garganta cuando él lo tomó entre sus brazos—. Iba a decir «vas a tropezar», pero nunca tropiezas.
La fortuna debía de estar de su lado ya que había varios obstáculos en su camino.
—Dio mío, eres tan precioso.
—Si no tienes cuidado, un día vas a hacerte daño —susurró Fluke.
—Nada podría hacerme tanto daño como no estar dentro de ti ahora mismo.
Fluke levantó la barbilla y lo miró con los ojos entrecerrados.
—Ahora mismo me parece bien.
Dejando escapar un gemido ronco. Ohm lo tiró suavemente sobre la cama y se colocó sobre su esposo.
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Amor ciego, OhmFluke.
RomanceCuando pueda verlo, ¿seguirá deseándolo? El multimillonario Ohm Thitiwat había perdido la vista al rescatar a una niña de un coche en llamas y la única persona que lo trataba sin compasión alguna era el pequeño hombre con el que había disfrutado de...