BELIAL - SAN ATEEZ (1)

Capítulo 4

Inmediatamente, el tablero de ouija comienza a temblar y a tambalearse de lado a lado con violencia, como si un fuerte viento estuviera soplando alrededor de él. Wooyoung y yo retrocedemos ligeramente, sobresaltados por la inesperada sacudida de la tabla.

Con nuestros corazones acelerados, observamos cómo la tabla de ouija continuaba sacudiéndose con fuerza hasta que finalmente se dio la vuelta, dejando expuesta la parte inferior. Al verlo, mis ojos se abren ampliamente y suelto un jadeo ahogado. La parte de abajo de la tabla se había vuelto visible, y en ella estaba escrito un mensaje que definitivamente no había estado allí antes. Las letras estaban garabateadas de manera apresurada y tenían un aspecto siniestros en la oscuridad del campo de maíz.

Wooyoung y yo leímos el mensaje en silencio, sintiendo cómo un escalofrío de miedo corría a través de nuestros cuerpos. Las palabras estaban escrito de manera apresurada y con letras irregulares, pero el mensaje era claro y escalofriante.

-No digas su nombre-

Wooyoung y yo nos miramos el uno al otro, nuestros rostros blancos como la nieve por la impresión y el miedo. Yo, que había sido la que había pronunciado el nombre "San", me sentía como si un frío helado me recorriese el cuerpo.

El hecho de que el espíritu había reaccionado de forma tan violenta y peligrosa a mi simple mención de su nombre hacía que el miedo se apoderase de mí. Sabiendo que había dicho algo que no debía, me sentí invadida por la culpa y el pavor.

Wooyoung, que también estaba claramente asustado y desorientado, se volvió hacia mí con una expresión de alarma en su rostro. El miedo y la incertidumbre que ambos sentíamos era palpable en el aire nocturno.

"Mierda", susurró Wooyoung, tratando de darle sentido a lo que acababa de suceder. Su voz denotaba el miedo contenida al igual que la mía, y la tensión entre nosotros era casi insoportable.

Ni él ni yo sabíamos cómo reaccionar ante el mensaje siniestro que habíamos descubierto bajo la tabla de ouija. El hecho de que simplemente pronunciar el nombre "San" había provocado una reacción tan violenta y peligrosa del espíritu era escalofriante y perturbador.

Wooyoung y yo nos miramos por un momento, la tensión aún pesaba en el aire entre nosotros. Después de unos momentos de silencio, Wooyoung finalmente responde tras pensar.

"Creo que... creo que deberíamos irnos." Su voz es un susurro que casi se pierde en el viento entre los tallos de las plantas de maíz.
Un sentimiento de alivio se mezcla con el miedo al escuchar que Wooyoung sugiere que nos vayamos de allí. El peligro que sentimos al estar en el campo de maíz con un espíritu que ya se había mostrado agresivo era demasiado para soportarlo.

"Si...", dije mientras me ponía en pie, me temblaba el cuerpo ligeramente. Wooyoung también se puso en pie, aún manteniendo una expresión sombría y concentrada en su rostro. La tensión en el aire todavía es palpable, pero ambos estamos ansiosos por dejar atrás el campo de maíz y el mensaje siniestro del tablero de ouija lo antes posible.

Sin decir más palabras, comenzamos a caminar hacia la salida del campo de maíz, tratando de mantener la calma y la compostura. A pesar de que es de noche, hay una sensación de alivio al alejarnos de la extraña presencia que sentíamos allí.

Wooyoung extiende su mano y toma la mía, sus dedos se entrelazan con los míos de forma protectora. El contacto de su mano se siente como un ancla que me trae de vuelta a la realidad, alejándome del miedo causado por la experiencia con la ouija.

De pronto, ambos sentimos un dolor agudo y repentino en nuestra mano. Wooyoung y yo nos miramos el uno a el otro con alarma. Yo suelto un pequeño grito de dolor cuando un pinchazo ardiente invade mi mano, con la sensación de algo penetrando mi piel.