Capítulo 9*

123 14 11
                                    

Advertencia: Este capítulo contiene escenas explícitas de naturaleza sexual y está dirigido a audiencias mayores de 18 años, por lo que se recomienda discreción a los lectores más jóvenes o sensibles a tales temas. Leer bajo propia responsabilidad.

Su inesperado movimiento me tomó por sorpresa, y antes de darme cuenta, fui presionada contra la pared con su cuerpo firmemente contra el mío. Sus labios se apoderaron de los míos con dominio y determinación, su cuerpo presionado contra el mío, atrapándome contra la pared. Su mano en mi cintura me mantuvo firmemente contra él, sin posibilidad de escapar.

Su lengua se abrió paso entre mis labios y dominó mi boca con una pasión casi desenfrenada. Podía sentir mi propia resistencia derritiéndose en su intensa atención. Me agarró la nuca con su mano libre, sosteniendo mi cabeza en su lugar mientras profundizaba el beso. Sus dientes mordisquearon ligeramente mi labio inferior, enviando electricidad a través de mi cuerpo.

Su cuerpo se apretó contra el mío, sin dejar ni un centímetro de espacio entre nosotros. Su aliento era caliente y pesado contra mi mejilla, y podía sentir su urgencia creciente. Sus labios se deslizaron por mi mandíbula y mi cuello, dejando un rastro de besos y mordiscos por mi piel. Su mano en mi cintura se deslizó debajo de mi camisa, acariciando mi piel descubierta.

Su toque estaba lleno de dominio y posesividad. Podía sentir su urgencia y su necesidad, su dominación se volvió más intensa a medida que continuaba besando y acariciando mi cuello y mi hombro. Sus labios finalmente llegaron a mi oreja, y sentí su aliento caliente contra mi piel.

"Eres mía, cariño", susurró con voz ronca y profunda. "Todo de ti, cada parte, ahora me pertenece", susurró contra mis labios, antes de volver a devorarme en un beso apasionado.

Me sentí vulnerable y expuesta, pero al mismo tiempo, un fuego interno crecía dentro de mí, alimentado por el deseo que San despertaba en mi cuerpo.

"¿Q-qué haces, San? Suéltame...", dije con voz de súplica, intentando mantener la compostura. Sin embargo, mi voz temblaba, delatando el miedo y la excitación que sentía ante su presencia.

San sonrió, mostrando sus dientes perfectos y afilados. Sus ojos brillaban con una intensidad diabólica. "Mmh... acabas de firmar un pacto con el diablo, Aera. No hay vuelta atrás".

Intenté zafarme, pero el agarre de San era como una prisión de hierro. Sus músculos fuertes la aprisionaban contra la pared de madera, haciendo que cada respiración fuera un esfuerzo. La fragancia masculina de San invadía mis sentidos, una mezcla de deseo y pecado.

"No, por favor... No aquí", susurré, mis mejillas ligeramente enrojeciendo de vergüenza.

San se inclinó hacia mí, su aliento caliente rozando mi oído. "¿Qué? ¿Te preocupan tus amigos? Si alguien se atreve a interferir, se arrepentirán. Ahora, cállate y déjame disfrutar de lo que es mío".

Sentí un escalofrío recorrer mi columna vertebral. La idea de ser poseída por San en ese mismo instante me excitaba y aterrorizaba a la vez. San notó mi reacción y sonrió con satisfacción.

Con una mano, San subió mi camiseta, exponiendo su abdomen y mi sostén negro. Sus dedos jugaron con el encaje, haciendo que Aera contuviera la respiración.

"Mmh... Solo mía.", susurró San, con delicadeza.

Las manos de San recorrían mi cuerpo, explorando cada curva con una urgencia creciente. Bajó su mano hasta mi entrepierna, frotando su intimidad a través de la tela húmeda de mis pantalones.

"Mmh... estás tan preparada para mi, cariño", susurró San, su voz ronca de deseo.

Asentí, incapaz de hablar. San desabrochó sus pantalones y deslizó sus dedos dentro de mi, y no pude evitar gemir, mi cuerpo vibrando con cada caricia.

BELIAL - SAN ATEEZ (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora