Capítulo 10: "La mirada de Becky"

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Freen

La ciudad estaba tranquila aquella noche, las calles vacías parecían estar en pausa, igual que los pensamientos de Freen mientras caminaba sin rumbo.

Había dejado atrás el apartamento de Yoko sin decir palabra alguna, saliendo al frío con la mente llena de ideas dispersas, de lo que había pasado en las últimas horas. El encuentro con Becky le dejó una sensación extraña, entre la nostalgia y algo que no podía definir. Y claro lo que había pasado con Yoko,Lo que pasó entre ellas había sido inesperado, y sabía que no podía dejarlo pasar sin aclarar las cosas.

Freen se detuvo frente a un pequeño café, las luces del local titilaban débilmente, invitándola a entrar. Sin pensarlo, cruzó la puerta, un pequeño alivio la recorrió al saber que por un momento podría estar a solas con sus pensamientos. Pidió su café con leche de siempre y se sentó junto a la ventana. El ambiente cálido del lugar contrastaba con el aire helado de la calle, y, por un instante, Freen se permitió relajarse.

Miró su reflejo en el cristal, el mismo rostro cansado que había visto durante semanas, pero algo había cambiado hoy. La tensión del restaurante, las palabras de Becky, la confusión que sintió al verla, todo eso estaba ahí, dando vueltas en su cabeza.

-¿Por qué le importaba tanto lo que Becky pensara de ella?,Freen no era de esas personas que se dejaban llevar por una simple conversación, pero Becky había despertado algo en ella. Algo que hacía mucho tiempo había dejado enterrado.

No era solo la incomodidad de los gestos de Becky, o la manera en que la observaba, como si intentara desentrañar algo que Freen no estaba dispuesta a mostrar. Era más bien el modo en que, al estar cerca de ella, algo dentro de Freen había hecho clic. Había recordado cosas de su pasado que había dejado atrás: su amor por la fotografía, sus sueños que se apagaron con el tiempo.

“¿Por qué me estoy pensando tanto en esto?” -pensó la alfa mirando su café-

Lo dejó a un lado y se levantó con la sensación de que tenía que resolver algo. decidió regresar al apartamento de Yoko, no le gustaba salir de esa forma, pero sabía que las palabras no podían quedarse flotando en el aire,no era algo que podía ignorar y más si trabajaban juntas.

La noche estaba fresca, y mientras Freen caminaba por las calles, sus pensamientos seguían dándole vueltas a lo que había pasado. Fue entonces cuando algo la hizo detenerse en seco. A lo lejos, reconoció la figura de Becky caminando junto a alguien más. Freen parpadeó, con la sensación de que se trataba de una coincidencia.

- Becky, con su característica elegancia, caminaba acompañada de una mujer alta que parecía ser una alfa-

Freen se quedó observando un momento. No quería que las dos la vieran, pero tampoco podía evitar sentirse intrigada. Becky caminaba de manera relajada, como si nada en el mundo pudiera incomodar, mientras esa chica que la acompañaba esta con una postura más seria. La imagen de las dos caminando por la calle, la cálida iluminación de las farolas reflejada en sus rostros, hizo que Freen sintiera una mezcla extraña entre curiosidad y algo más profundo que no podía identificar.

¿Qué están haciendo tan tarde por aquí? —murmuró para sí misma, sin comprender por qué le importaba. Sin embargo, no pudo evitar seguir observándolas. La situación parecía demasiado fuera de lugar, y en alguna parte de su mente, se preguntó si Becky había salido del restaurante por algún motivo en particular.

-Las dos parecían inmersas en una conversación, pero Freen no podía oír nada de lo que decían. Había algo en la forma en que Becky caminaba, cómo se reía de algo que la chica había dicho, que hizo que Freen se sintiera desconectada, como si no formara parte de ese momento.

No se dio cuenta de cuánto tiempo estuvo observándolas hasta que las dos comenzaron a alejarse. Becky echó un vistazo hacia su alrededor, y sus ojos se encontraron brevemente con los de Freen, quien, como si la hubieran sorprendido, rápidamente apartó la mirada y comenzó a caminar en dirección opuesta. Sentía una extraña mezcla de emociones, como si algo dentro de ella hubiera despertado de nuevo. No sabía qué era, pero había algo que no podía ignorar. La visión de Becky, incluso por unos segundos, había perturbado la calma que sentía en su interior.

Freen siguió caminando en dirección contraria, pero el peso de la curiosidad la persiguió hasta que no pudo más. Decidió regresar al apartamento de Yoko, dispuesta a aclarar lo que había sucedido entre ellas. No le gustaba salir de esa forma, pero sabía que las palabras no podían quedarse flotando en el aire.

El apartamento de Yoko no tenía la misma atmósfera que el café. La luz tenue de las lámparas y el silencio del lugar lo hacían sentirse más cercano a una escena privada, donde las personas se quitaban las máscaras por un momento. Freen entró sin hacer ruido, la puerta se cerró tras ella con suavidad, como un recordatorio de que ya no había vuelta atrás.

Yoko estaba allí, sentada en el sofá, con las piernas cruzadas, una bebida en la mano. La miró, y por un segundo, las palabras se quedaron atoradas en su garganta. Podía ver que Yoko no estaba tranquila. Sus ojos no decían nada, pero su postura mostraba algo que Freen no podía descifrar. No había enojo, pero sí una curiosidad que las rodeaba a ambas.

Freen respiró hondo antes de dar el primer paso, acercándose lentamente a la zona del sofá, pero sin sentarse. No quería hacerla sentir que estaba en deuda. No era eso lo que necesitaba en ese momento.

—No te voy a pedir disculpas, Yoko —empezó, con una mirada seria pero sin dureza. Su tono estaba controlado, pero había algo de vulnerabilidad allí que no podía ocultar—. Solo… quiero que sepas que lo que pasó hoy no me tiene molesta contigo, pero me hizo pensar. Tú y yo hemos sido amigas durante años, ¿verdad?

Yoko la miró con atención, esperando que Freen continuara. Sabía que algo más venía, pero no interrumpió, consciente de que Freen siempre necesitaba su tiempo para procesar.

—Hay cosas que ya dejé claras hace años —continuó Freen, manteniendo la mirada fija en Yoko—. Límites que tengo, por más que, a veces, no los diga en voz alta. Sabes que no me gusta que las cosas cambien entre nosotras. Nunca fue mi intención hacer que esto fuera incómodo, pero… hay cosas que no quiero cruzar, y no me parece justo que te las tenga que explicar ahora. Ya lo había dicho antes.

Yoko asintió despacio, como si comprendiera que esa era una advertencia, no un reproche. No era la primera vez que Freen le decía que había límites que no debía sobrepasar, pero había algo en su tono hoy que parecía más definitivo. Y eso hizo que Yoko lo entendiera completamente.

—No lo hice con mala intención, lo sabes —respondió Yoko, su tono calmado pero sincero—. Solo… me dejé llevar. Pensé que estaba bien, que no pasaba nada. Pero entiendo lo que dices.

Freen no respondió de inmediato, se quedó un momento en silencio, procesando las palabras de Yoko. No quería una disculpa. No lo necesitaba. Lo que quería era que Yoko comprendiera lo que había sucedido, sin tener que explicar en exceso los motivos.

—Es solo que… no quiero que las cosas cambien entre nosotras, Yoko —dijo Freen finalmente, sentándose frente a ella. Su mirada era fija, decidida—. No quiero que pienses que estamos en un lugar diferente al que hemos estado siempre.

Yoko asintió otra vez, esta vez con una ligera sonrisa que suavizó la tensión que se había formado entre ellas. Sabía que Freen no quería perder lo que tenían, y lo entendía. A veces, la vida forzaba a las personas a reconsiderar sus propios límites, pero eso no significaba que debieran abandonarlos por completo.

—Lo entiendo, Freen. Y no te preocupes, no había ninguna otra intención de mi parte —respondió Yoko, con una sonrisa más abierta ahora, como si todo el peso de la conversación se hubiera aligerado.

Freen le devolvió la sonrisa, aliviada, pero su mente seguía vagando hacia Becky. Sentía que, de alguna manera, esa conversación con Yoko también la había ayudado a aclarar sus propios pensamientos. No estaba lista para admitir lo que realmente sentía, pero la presencia de Becky había dejado una marca que ya no podía ignorar.

Se quedó allí, en silencio con Yoko, como siempre lo hacían después de una conversación profunda. Ninguna de las dos dijo nada más, pero el aire ya no estaba cargado de tensión. Freen miró a Yoko una última vez, y se dio cuenta de que, a pesar de todo, su amistad estaba intacta

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