cap 25 El Celo se Desborda - La Caza de Perú

174 9 0
                                    

Perú caminaba apresuradamente por los pasillos del complejo, sin mirar atrás. Cada paso que daba lo acercaba más a la puerta de su habitación, y su mente estaba en caos. La conversación con los alfas no había hecho más que aumentar su confusión. ¿Qué estaban esperando de él? ¿Cómo se suponía que debía manejar todo eso? El tema del celo, las marcas, las emociones tan intensas que parecían estar al borde de estallar, lo sobrepasaban.

“Solo un poco más…”, pensaba mientras aceleraba el paso.

En su interior, sentía una mezcla de incomodidad, miedo y, tal vez, una pizca de curiosidad. ¿Qué pasaría si cediera a esas emociones, a esos impulsos que, aunque confusos, parecían acercarlo más a los alfas que tanto lo atraían? No podía dejar de preguntarse, pero, en su corazón, sabía que no estaba listo para enfrentar todo eso.

De repente, escuchó risas y murmullos detrás de él. México,España, Rusia y Francia aparecieron casi al mismo tiempo, sus pasos ligeros y sus miradas intensas.

“Perú,” dijo México, sonriendo de manera traviesa, “pensábamos que te habías escapado.” Su tono tenía un toque de diversión, pero Perú podía ver la seriedad en sus ojos.

“¿Escapado? No… no estaba escapando.” Perú trató de sonar firme, pero su voz delataba una pizca de nerviosismo. Se giró para mirarlos a todos. “Solo necesito pensar. Esto es demasiado, no sé cómo manejarlo.”

España se acercó un paso más, sus ojos fijos en él. “No tienes que manejarlo solo, Perú. Estamos aquí. Y no se trata solo de los instintos. Es sobre lo que sientes, lo que realmente quieres. Y si lo que quieres es un poco de espacio, lo respetamos. Pero…”

Pero en ese momento, Rusia intervino, con una risa nerviosa. “Aunque, no te hagas ilusiones, Perú. Lo que está pasando, la atracción, el celo... no es algo que puedas ignorar por mucho tiempo. Los alfas sentimos la necesidad de estar cerca, de cuidar y proteger.”

Francia, que había permanecido en silencio hasta ahora, se adelantó con una mirada pícara. “Y no creas que España y México no han notado el aroma en el aire, ¿eh? Todos estamos algo... ‘nerviosos’ por decirlo de alguna forma.”

Perú los miró, sintiendo cómo su rostro se ruborizaba al escuchar sus palabras. ¿Aroma? ¿Nerviosos? ¿Realmente los alfas lo veían de esa forma? No quería ser el centro de esa atención, especialmente no en ese momento tan complicado.

“No es tan simple,” murmuró, tratando de mantener la calma. “Si solo pudiera…”, pero se interrumpió a sí mismo, dando un paso atrás.

De repente, todos los alfas parecían entender lo que sucedía. La situación no era sencilla. Los instintos animales estaban dominando, y la proximidad de Perú solo hacía que todo fuera más complicado.

México fue el primero en romper el silencio, con una risa suave. “Vamos, Perú. No tienes que huir. Sabemos que sientes la conexión. Estamos aquí porque no podemos ignorarla. Pero si necesitas tiempo para procesar todo esto, lo entendemos.”

Perú suspiró. ¿Realmente podía lidiar con todo esto? ¿Debería continuar con esta conexión que ya sentía tan profundamente, aunque no estuviera preparado?

“¿Y si… si trato de ignorarlo? ¿Qué pasa entonces?” preguntó con un dejo de desesperación.

España se acercó con una sonrisa suave, tratando de calmarlo. “No puedes ignorarlo, Perú. Todos lo sabemos. No se trata de forzarte a hacer algo que no quieras, pero la atracción, el vínculo, es algo que no se puede negar. Lo que estamos diciendo es que lo hagas a tu propio ritmo, sin presiones. No queremos que te sientas incómodo.”

Rusia, observando atentamente, agregó: “Es solo que, si no lo manejamos ahora, las cosas solo se complicarán más. Los alfas tienen un impulso natural hacia su omega. Y esa conexión es… fuerte. Muy fuerte.”

En ese momento, Perú sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. No podía negar lo que sentía, no podía ignorarlo. Su cuerpo, sus emociones, todo lo que estaba ocurriendo le decía que estaba atrapado en algo mucho más grande que él.

“Lo… lo intentaré,” dijo finalmente, su voz temblorosa. “Lo intentaré, pero no prometo que todo vaya a ser fácil.”

Pero justo cuando pensaba que podía relajarse un poco, un sonido familiar resonó en el pasillo. China, que había estado observando en silencio, apareció de repente, con una expresión decidida. “Perú, no podemos seguir este juego de esconderse. Sabemos lo que quieres, lo que todos queremos. ¿Por qué no podemos aceptarlo y dejar que todo fluya como debe?”

Perú lo miró con una mezcla de sorpresa y confusión. “¿De qué estás hablando, China? ¿Acaso todos ustedes quieren algo de mí?”

China sonrió, un tanto burlón. “¿Sabes que el olor a celo es contagioso, verdad? Es lo que pasa cuando uno de los alfas empieza… bueno, a sentirse de esa manera. Y al parecer, todos ustedes están más que… ‘emocionados’.”

Perú se echó hacia atrás. “¡¿Contagioso?! ¿Qué significa eso?”

“Significa,” intervino México, “que tus marcas nos afectan. Y créeme, esto no va a parar hasta que enfrentemos lo que está pasando.” Se acercó más a Perú, un tanto juguñoso. “No vas a escapar, Perú. Los alfas te estamos buscando, y es solo cuestión de tiempo antes de que…”

Justo en ese momento, Perú empezó a caminar más rápido, pero los alfas lo seguían de cerca, con esa sonrisa traviesa en sus rostros. México, España, Rusia y Francia estaban ahora totalmente concentrados en él, con la mirada fija, casi como si fuera un juego de caza.

“¡No es justo!” Perú gritó, riendo nerviosamente mientras aceleraba el paso. “¡No me pueden perseguir así! No es un juego.”

Rusia rió bajo. “Lo siento, Perú, pero esto ya no es solo un juego. Lo sabes, ¿verdad? El celo de los alfas no se detiene solo porque tú no quieras.”

A pesar de su desesperación, Perú no pudo evitar sentir un poco de humor en la situación. Se estaba riendo, a pesar de todo, mientras sentía cómo sus emociones se mezclaban con la confusión y la atracción.

Finalmente, cuando llegó a su habitación, cerró la puerta con rapidez, pero no pudo evitar escuchar las risas afuera. Sabía que esto era solo el comienzo. De alguna manera, todo se había vuelto aún más complicado, pero al mismo tiempo, no podía negar que se sentía… atraído.

“Esto no ha terminado,” pensó mientras se apoyaba contra la puerta, respirando profundamente. “Pero tampoco sé si quiero que termine.”

nuestro omega (Todos X Perú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora