cap 28 La Familia Crece

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El tiempo continuó avanzando, y el embarazo de Perú se volvía cada vez más evidente. A medida que su barriguita comenzaba a mostrar signos de crecimiento, los alfas seguían demostrando su cariño y preocupación. Cada uno de ellos tenía su propia manera de expresar su apoyo, desde pequeños gestos hasta grandes actos de amor. Sin embargo, todos compartían un mismo sentimiento: el deseo de que Perú estuviera bien y de que el bebé estuviera saludable.

Los primeros meses de embarazo no fueron fáciles para Perú. Las náuseas persistían, y la fatiga era algo constante, pero los alfas no dejaban de rodearlo de cuidados. USA, siempre con su espíritu protector, fue quien más insistió en que Perú descansara lo suficiente. "No sobrecargues tu cuerpo, Perú," le decía mientras le preparaba tazas de té y lo alentaba a tomar pequeños descansos.

Pero la preocupación de USA no se limitaba solo al bienestar físico de Perú. También tenía una gran preocupación emocional. Sabía que Perú aún luchaba con la idea de ser el centro de tanta atención, y eso lo preocupaba. USA intentaba, con sus palabras y acciones, hacerle saber que no estaba solo en este proceso. "Recuerda que estamos todos aquí para ti, para lo que necesites," le decía una y otra vez.

Por su parte, Rusia seguía siendo el pilar de estabilidad para Perú. Aunque su carácter era un poco más serio,Perú siempre encontraba consuelo en la forma en que Rusia lo trataba, con un cuidado silencioso pero inquebrantable. Un día, mientras caminaban juntos, Rusia se detuvo, miró a Perú y le dijo con firmeza: "Te prometo que, pase lo que pase, estaré a tu lado, y nada nos separará. Ni siquiera el miedo."

Perú no pudo evitar sentirse reconfortado por las palabras de Rusia. Aunque aún tenía dudas sobre su situación, la presencia de los alfas le daba la seguridad de que, en este viaje, no estaría solo.

Mientras tanto, España y Francia se encargaban de los aspectos más prácticos. España organizaba pequeños eventos para mantener el ánimo alto, mientras que Francia siempre se aseguraba de que Perú tuviera todo lo necesario para su bienestar. "Te he traído algunas ropas cómodas," le dijo Francia un día, entregándole una bolsa con prendas suaves y ligeras.

México, por su parte, había comenzado a planificar la futura habitación del bebé. Aunque el bebé aún no había nacido, la idea de preparar un espacio lleno de amor y calidez para él emocionaba a todos. México pasó horas buscando muebles, decorando con colores suaves y juguetes que, aunque aún no se usaban, representaban la esperanza de un futuro lleno de sonrisas.

Pero las sorpresas no terminaban ahí. Un día, Perú se encontraba descansando en el sofá cuando recibió una llamada inesperada de Japón. "Tengo algo para ti," le dijo Japón con su voz tranquila. "He pensado en algo especial para el bebé." Perú quedó intrigado. ¿Qué podría ser?

Poco después, Japón llegó con una caja decorada con esmero. Dentro, había un conjunto de ropitas para bebés, todas hechas a mano con materiales tradicionales japoneses. "Quería que el bebé tuviera algo único," dijo Japón con una sonrisa tímida.

El gesto tocó profundamente a Perú. Cada detalle, cada regalo, era una muestra de cómo todos los alfas se involucraban en el embarazo, cada uno a su manera. Perú nunca había experimentado algo así, una red tan sólida de amor y apoyo. En su vida anterior, siempre había sido el que cuidaba de los demás, pero ahora era él quien era cuidado, mimado y rodeado de afecto.

Mientras tanto, el embarazo seguía su curso, y con ello, la familia de Perú se fortalecía aún más. Cada día que pasaba, los lazos entre ellos se hacían más profundos. Perú se dio cuenta de que, aunque su situación era algo completamente nuevo y desafiante, no había nada que temer. No solo se estaba convirtiendo en el centro de un nuevo hogar, sino que también estaba formando una familia mucho más grande de lo que jamás habría imaginado.

El crecimiento de la familia de Perú se hacía cada vez más tangible, no solo a través de los preparativos y cuidados, sino también en los corazones de los alfas. Había un amor palpable en el aire, algo que Perú nunca había experimentado de esta manera. Y, a medida que el bebé continuaba creciendo en su interior, él también comenzaba a comprender lo que realmente significaba ser parte de algo tan grande, tan especial.

Al final del mes, la barriga de Perú era evidente para todos. No solo por su tamaño, sino por la emoción que llenaba la habitación cada vez que alguien mencionaba el futuro bebé. La ansiedad y la emoción compartida entre los alfas se reflejaba en cada uno de sus gestos.

Aunque el embarazo de Perú estaba lejos de ser fácil, él sabía que había encontrado algo que muchos solo soñaban tener: una familia que lo amaba y lo cuidaba, dispuesta a seguirle el paso en cada uno de los momentos que venían.

nuestro omega (Todos X Perú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora