Lluvia

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Alexander

Un montón de nubes grises en el cielo y la brisa fría auguran el inicio del invierno, una de mis estaciones favoritas porque justamente es la mejor época para leer. La modernización de la librería heredada por mi abuelo, ha traído consigo muchos más clientes de lo habitual, en su mayoría los que no son de mi agrado. Siempre hablando en tonos altos, dejando los libros esparcidos en las mesas, y las tediosas preguntas de los jóvenes tales como:

- ¿Tiene red wifi?

- ¿Por qué no tiene café con leche descafeinada?

- En vez de música clásica ¿porque no coloca reggaetón?

- ¿Por qué los libros clásicos dan tanto sueño?

- ¿Ha pensado en colocar una sección de libros picantes juveniles?

- ¿No es muy joven para trabajar en una librería?

Un montón de preguntas sin sentido que solo me generan dolor de cabeza. No necesitas red wifi en una librería, el café es solo café, si le agregas otras cosas ya no sería café. El reggaeton no hace parte de la literatura. Los clásicos te dan sueño si no te interesan, si se dieran el tiempo de revisar la librería sabrían que ya hay una sección spicy y no, no soy muy joven para llevar la librería, tengo 30 años y un doctorado en literatura clásica.

Pero sé perfectamente que decirle eso a los jóvenes no hará que amen más la lectura, así que solo sonrio y hago como si no escucho nada.

A las personas, les cuesta entender que los libros son una pasión, algunos escogen el fútbol y otros la pesca, yo escogí los libros.

No hay nada mejor que despertar temprano en la mañana, hacer algo de ejercicio, hornear un pan de queso y comerlo con una buena taza de café para iniciar el día. Pero como hoy es viernes, he decidido abrir temprano, la maestra Steicy me ha pedido amablemente que le de una clase a sus estudiantes sobre publicación de libros hace 200 años, así que debo verificar que todo esté en orden.

También podría cerrar temprano e irme a casa de mis padres para pasar el fin de semana. Tengo varias semanas que no veo a mis hermanas, aun recuerdo cuando nacieron y se dormían mientras les leía. Las gemelas nos llenaron la casa de un montón de cambios, algunos fueron divertidos y otros no tanto. Con Victoria solo me llevo 1 año, lo que nos permitió crecer juntos y hacer casi todo al mismo tiempo, la cuidaba pero ella también a mí aunque era menor.

Fue una gran sorpresa cuando mamá y papá nos dieron la noticia de un embarazo. Vic pensó que con 35 años ya eran mayores para esas, pero lo cierto es que nos tuvieron bastante jóvenes. Aun así recuerdo que lloró cuando tuvo en sus brazos a Penny, era tan pequeñita, y yo llore cuando papá salió con otro versión de Penny:

- Bueno, no les habíamos comentado para que no se sorprendieran, pero hemos tenido gemelas. Saluden a Penélope y Charlotte Blackwood, sus hermanas.

Mientras Vic tenía a Penny, yo recibí a Lottie, mis hermanitas. Acababan de nacer y ya me habían robado el corazón, prometí que siempre las cuidaría y estaría con ellas. Aunque nunca lo acepta, se que Vic también lo hizo.

Recordar aquellos días me llena de mucha emoción, nuestra vida se volvió bulliciosa, pero era hermosa.

Tener la edad que tengo y poder seguir disfrutando de esos placeres, son lujos que sólo puedes darte siendo tu propio jefe y viviendo de tu pasión, puedo trabajar en una editorial de manera remota, brindar algunas clases en la universidad o la escuela y tener la oportunidad de ver crecer a mis hermanas mientras mantengo con vida la librería familiar.

AMOR DE PRIMERA EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora