—¿Dónde está la frente, Bible?—preguntó Jes, y su novio rió mientras rodaba los ojos, mientras el mayor dejaba un beso en su frente—. ¿Dónde está la cien, Nong Muay?—y dejaba un beso en su cien, llevaba haciendo eso largo rato—. Oh, qué sorpresa, nene, hay una cien de cada lado, dos besos, una en la derecha—dejó un beso en su cien izquierda—. Y una en la izquierda—tomó su barbilla para dejar un beso en su cien derecha, girando su rostro un poco.
—¿Eres disléxico? Esa no es la derecha y la otra no es la izquierda—dijo Bible para molestarlo.
—En realidad tengo déficit de atención, a veces se confunde.
—¿En serio?
Jes asintió haciendo un puchero.
—Oh, mi vida—Bible tomó sus rosadas mejillas—. Sigue repasando las partes del rostro, anda—Bible cerró sus ojitos y arrugó su nariz, haciendo reír al mayor.
—¿Y la nariz, Muay?—se acercó para frotar su nariz en la de su novio—¿Sabes dónde está? Bible negó y frotó su nariz levemente contra la de Jes.
—Pues empieza por aquí—dejó un beso casi en el entrecejo del menor—.... Sigue por aquí—besó el puente de su nariz—... Y esta es mi parte favorita—besó la punta de su nariz.
—¿Por qué es tu favorita?
—No sé, es pequeña y adorable y puedo hacer esto—colocó un dedo en la punta de su nariz y presionó levemente como si fuera un botón—. Boop.
—A ver, Jes, la cabeza, ¿dónde está?—preguntó Bible en tono de burla. —Aquí—el mayor tomó sus mejillas y movió su cabeza a cada lado. —¿Y la otra?
—¡Bible!—Jes se preguntaba por qué el pequeño era tan pervertido. Bible comenzó a reír y su rostro se tiñó de rojo. Jes rió con él.
De esas formas tontas, Jes lograba entretener a Bible todo el rato que duraba la quimio, y hasta lo motivaba tanto que no salía tan cansado, a pesar de que le dolía el cuerpo. Su alma y su corazón estaban cargados de felicidad que podía transformar en energía con la que podía aguantar toda su vida si quería.
Porque Jes era lo que más lo llenaba de felicidad, completamente.
Aunque la vez en la que el médico le dijo que habían terminado con la quimioterapia y que iría a su primer trasplante de médula podía pelear mano a mano con la felicidad de tener un novio como el suyo.
Y esperando en una camilla del hospital, de la mano de Jes, el pelinegro habló como un niño pequeño:
—¿Te cuento algo muy triste? —De acuerdo, Jes—Bible miró el puchero que el mayor cargaba en sus labios.
—No me dejaron donar médula para mi novio maravilla—dijo y exageró su puchero.
Bible rió y negó.
—Claro que no, tonto, si apenas sales de estar enfermo.
—Bueno... Pero me hacía ilusión.
—Hey, que ya me has donado amor, Jes, ¿quieres dar más? Ya das mucho por mí, por esto... Eres genial.
—¿Momento cursi? Mmm... Me gusta. Bible dejó caricias en sus manos, sonriendo totalmente enamorado.
—¿Sabes que me gusta mucho y que estuve pensando últimamente?—Jes alzó una ceja—. Que al principio... Me necesitabas más de lo que yo te necesitaba a ti, digo, estabas muy mal y estuve yo para apoyarte... Y cuando yo no pude más, estabas ahí para mí e hiciste lo mismo por mí. No siempre encuentras a alguien que dé lo mismo que tú.
Jes sonrió algo complacido, como si lo hubiera sido reconocido por hacer un buen trabajo.
—Es lo justo, es como debería ser, creo yo.
—Yo también lo creo.
—Funcionamos muy bien, amor—dijo Jes, alzando sus cejas varias veces—. El mejor equipo. Hashtag JesBible.
—¿Por qué no BibleJes?—dijo Bible, frunciendo el ceño.
—Porque soy mayor y voy primero porque nací primero.
—Excusas, excusas.
—Ixcisis, ixcisis.
—Jes, quiero golpearte.
—Oh, vamos, pelea, que no tendré piedad, nene.
—Nada de golpes—la puerta de la habitación se abrió y el doctor habló al ver a Jes con los puños al frente y dando puñetazos al aire, haciendo que este sintiera vergüenza, se ruborizara y bajara la vista, para risas y burlas del menor.
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