Capítulo 4: El Juicio de la Sangre

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A medida que los días pasaban, la presión sobre Helena y su relación con Iris aumentaba. Su madre, Miho, comenzó a implementar su plan para forzar a Helena a romper su lazo con la humana. Los aliados vampiros de la familia Itō se mantenían en silencio, pero sus intenciones se volvían claras: Helena tendría que elegir entre su amor por Iris y su lealtad al clan.

Pero algo más oscuro se acercaba. Y en las sombras de la noche, aquellos que habían sido amigos de Helena en el pasado comenzaron a mostrar su verdadero rostro, dispuestos a destruir todo lo que ella amaba para proteger los secretos de su especie.

La Noche de la Decisión

Las noches en la casa de los López Itō eran cada vez más tensas. Helena no dormía, atormentada por las decisiones que debía tomar. Iris y ella compartían momentos de calma en los que creían que nada podría separarlas, pero la constante amenaza de la familia de Helena se cernía sobre ellas como una espada de Damocles.

Un día, mientras Helena caminaba por el pasillo oscuro de la mansión familiar, encontró a su madre esperándola. Miho la observaba con ojos fríos, pero con una sombra de tristeza. Helena sabía que su madre nunca mostraría debilidad, pero algo en su mirada le decía que no todo estaba perdido, aunque las palabras que pronunciaría serían un golpe letal.

"Helena, ya basta." La voz de Miho era firme, sin lugar a debate. "¿Qué es lo que no entiendes? Tu relación con esa humana está comprometiendo nuestro futuro. Sabes lo que nos enfrentamos si sigues con ella. No solo perderás nuestra protección, sino que pondrás en peligro a todos los de tu alrededor."

Helena sintió el dolor en sus entrañas, pero se mantuvo erguida, decidida. "No voy a abandonarla, madre. No me importa lo que digan. Yo amo a Iris, y no voy a renunciar a ella."

Miho dio un paso hacia ella, su tono más bajo ahora, pero no menos peligroso. "¿Lo amas, Helena? ¿De verdad? Entonces, ¿por qué no ves la magnitud de lo que estás haciendo? Iris es una humana. Ella no puede sobrevivir a lo que eres. Y si nos seguimos aferrando a este romance imprudente, lo lamentarás."

Helena sintió el ardor de las palabras de su madre, pero en su corazón había algo que no podía negar. "Si me haces elegir entre ella y nuestra familia... Entonces, madre, ya me has perdido."

Miho la miró, el dolor en sus ojos casi palpable, pero lo que dijo a continuación fue un susurro helado: "Entonces que sea tu decisión. Pero recuerda, Helena... hay consecuencias."

Esa misma noche, Helena salió a buscar a Iris, con el peso de la conversación con su madre presionando su pecho. No podía creer que su madre, a quien siempre había querido complacer, estuviera dispuesta a destruir su felicidad solo para mantener las tradiciones de la familia. ¿Qué podía hacer cuando el amor por Iris la empujaba a desafiar su propio destino?

Encontró a Iris en el parque donde solían encontrarse, bajo el farol que iluminaba su rincón especial. Iris la esperaba, como siempre, con esa sonrisa que había conquistado su corazón.

"Helena, pensé que no vendrías..." dijo Iris, acercándose con suavidad, pero algo en sus ojos reflejaba una preocupación que la hizo detenerse. "¿Todo bien?"

Helena la miró fijamente, sintiendo cómo el dolor se apoderaba de ella. No quería herirla, no quería ser la causa de su sufrimiento, pero las fuerzas en su contra parecían demasiado grandes. "Iris, mi familia... están dispuestos a todo para separarnos. Me han dado un ultimátum. Si sigo contigo, me perderán. Y no solo eso... pondré en peligro tu vida."

Iris se acercó más, sus ojos llenos de comprensión, pero también de una determinación que sorprendió a Helena. "Helena, yo no te voy a dejar ir. Si el peligro viene hacia mí, entonces lo enfrentaremos juntas."

Bajo La Luna RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora