¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
we are not brothers.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
COSITA: desde ya les voy advirtiendo que se van a quedar crazy.
NIVARA DESPERTÓ con la luz del sol metiéndose por la ventana de su cuarto. Se sentó en la cama, dejó escapar un suspiro largo y frotó su rostro con ambas manos. Aunque trató de ignorarlo, el recuerdo de la discusión del día anterior seguía vivo en su mente.
Se levantó y caminó hacia el baño, cerrando la puerta tras ella. Abrió la ducha y dejó que el agua caliente cayera sobre su piel. Recordó lo que había pasado ayer, las palabras de su mamá hacia Fabián y el momento incómodo que sintió al saber que él, había hecho la mención de que no eran hermanos porque claro que estaba despierta y escuchó absolutamente toda la discusión. Pero lo que realmente la tenía atormentada era su recuerdo de lo que ocurrió hace un año y de cuando Fabián había cambiado de ser su hermano protector y cariñoso a un completo extraño por aquél error.
Ella tenía catorce años. Para ese entonces siempre la llamaba "mi princesa". La pasaba a buscar a la high y le cargaba la mochila, inclusive hasta se peleaba con otros muchachos si la molestaban. Pero todo se fue al carajo un díadespués de lo que hicieron y de lo cuál ahora se arrepentía. Después de eso Fabián la miró de arriba a abajo y le dijo: "Ya no eres una niña, deja de actuar como una. Y esta mierda jamás en tu vida la vuelvas a hacer". Desde entonces, las sonrisas se convirtieron en miradas indiferentes las ida a recogerla pararon y sus palabras pasaron de ser dulces a sarcasmo e inclusive indiferencia y molestia.
Sacudiéndose esos recuerdos amargos, se levantó del borde de la cama y caminó hacia el baño. Cerró la puerta tras de sí y se dejó caer contra la madera unos segundos. El vapor todavía envolvía el cuarto de baño por la ducha caliente que acababa de tomar. Se miró en el espejo empañado y pasó la mano para limpiar un poco el cristal. Sus ojos estaban rojos; tal vez del agua caliente o tal vez porque había estado a punto de llorar otra vez.
Agarró la toalla que colgaba cerca y comenzó a secarse la piel. Primero el cabello, enredado y húmedo, después el torso y las piernas. El agua resbalaba por su cuerpo mientras recordaba cómo él siempre le decía que tenía que cuidarse, que no saliera despeinada, que fuera "como una princesa de verdad". Qué ironía. Ahora se sentía cualquier cosa menos eso.
