La Orden Real

6. Juramento inquebrantable

"La verdad estuvo siempre allí, es su amigo y al mismo tiempo no lo es"

Harry deja escapar un suspiro, largo y cargado de peso, como si exhalara parte de la incertidumbre que siente. Siendo honesto consigo mismo no está seguro de si confiar en Ron es la decisión correcta, lo piensa, piensa en todas las veces en que Ron ha demostrado ser un amigo leal frente a aquellas otras en las que su impulsividad o inseguridades lo han puesto en duda. Hay algo en Ron que le inspira fe, no es perfecto, pero tampoco lo es Harry. Ambos han cometido errores, pero siempre terminan encontrándose en el mismo lado, esa lealtad, imperfecta pero constante, es lo que lo mantiene allí, dispuesto a darle su confianza.

— ¿Viste a Hermione? —pregunta Ron con un deje de preocupación en la voz, mira alrededor del pasillo como si esperara que ella apareciera de la nada.

—Puedo comprobar en el mapa si se encuentra en el castillo —sugiere Harry.

Lo hizo en la mañana cuando Hermione no llegó a desayunar, estaba aparentemente bien, pues había dejado un mensaje con Ginny.

Con lentitud Harry despliega el mapa cuidando que los desconocidos no se percaten de la acción, pasa los ojos rápidamente por los nombres, repasando cada aula, pasillo y sala común en busca del inconfundible Hermione Granger. Finalmente, lo encuentra.

—Está en la biblioteca —anuncia, señalando con un dedo el diminuto punto que se mueve entre los estantes.

— ¿Sigues sin querer decirle nada?

—Aun no.

Cuando se dispone a cerrar el mapa, sus dedos ya rozando la esquina del pergamino para doblarlo y guardarlo, algo lo detiene. Su mirada se clava en un nombre que no debería estar allí: Theodore Nott. El nombre brilla en el mapa, como si fuera parte de una ilusión. Harry frunce el ceño, incapaz de apartar los ojos de ese detalle que lo desconcierta.

El chico no debería estar cerca de la torre de Gryffindor, pero lo puede ver, el punto se mueve con lentitud, subiendo las escaleras que llevan hasta el retrato de la dama gorda y es absurdo, movimientos que no tienen sentido. ¿Qué demonios hace Nott allí, merodeando sin compañía, cerca de las zonas restringidas de los Gryffindor?

—Oye, mira esto —dice Harry, señalando con un dedo el lugar exacto en el pergamino.

Ron se inclina hacia él, su expresión de desconcierto se transforma rápidamente en sospecha al leer el nombre.

— ¿Qué hace Nott rondando por aquí? —pregunta, entrecerrando los ojos.

La torre de Gryffindor está lejos de cualquier aula, biblioteca o lugar de interés común. Es una zona en la que la que Nott no encaja.

— ¿Dónde fue? —exclama Ron, alzando la voz, alarmado.

De repente el nombre de Nott desaparece del mapa.

Un escalofrío recorre a Harry. El pergamino, siempre confiable para mostrar cada rincón del castillo y sus habitantes, parece haber fallado. Pero Harry sabe que el mapa no se equivoca. Si el nombre ha desaparecido, solo puede significar que Theodore ha salido del alcance de su magia, algo que debería ser imposible.

— ¿Podría estar usando magia oscura? Algo para evitar el mapa... o para esconderse.

—Es extraño —murmura Harry, todavía con los ojos pegados al pergamino, esperando inútilmente que el nombre volviera a aparecer.

—No me gusta nada esto.

Harry asiente, cerrando el mapa con un movimiento rápido y guardándolo en su túnica. Su mente sigue trabajando a toda velocidad.