Es imposible saber cuándo conocerás a esa persona que pondráde golpe tu mundo del revés. Sencillamente, sucede. Es un pestañeo. Una pompa de jabón estallando. Una cerilla prendiendo. A lo largo de nuestra vida nos cruzamos con miles de personas; en el supermercado, en el autobús, en una cafetería o enplena calle. Y quizá esa que está destinada a sacudirte se parejunto a ti delante de un paso de cebra o se lleve la última cajade cereales del estante superior mientras estás haciendo la compra. Puede que nunca la conozcas ni os dirijáis la palabra. Opuede que sí. Puede que os miréis, que tropecéis, que conectéis. Es así de imprevisible; supongo que ahí está la magia. Y, enmi caso, ocurrió una noche gélida de invierno, en París, cuando intentaba comprar un billete de metro.
—¿Por qué no funcionas? —gimoteé delante de la máquina. Apreté el botón con tanta fuerza que me hice daño en eldedo—. ¡Maldito trasto inútil!
—¿Estás intentando asesinar a la máquina?
Me giré al escuchar una voz que hablaba mi idioma.Y entonces lo vi. No sé. No sé qué sentí en ese instante. Nolo recuerdo con exactitud, pero sí memoricé tres cosas: que llevaba levantado el cuello de la cazadora, que olía a chicle dementa y que sus ojos eran de un gris azulado parecido al delcielo de Londres en uno de esos amaneceres plomizos, cuandoel sol intenta abrirse paso sin éxito.Ya está. Eso fue todo. No me hizo falta nada más para sentirun cosquilleo.
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nosotros en la luna
Romanceuna noche en parís. dos caminos entrelazándose. cuando Rhys y Ginger se conocen en las calles de la ciudad de la luz, no imaginan que sus vidas se unirán para siempre, a pesar de la distancia y de que no puedan ser más diferentes. ella vive en Londr...