Magnetic. [✓]

１６. Beso

Era una noche cálida en Las Vegas, con las luces de la ciudad iluminando las calles llenas de vida. Haerin, John, Mick y Lily salieron del elegante hotel donde se hospedaban, vestidos con estilo, cada uno irradiando un aire de carisma natural.

La presencia de Mick Jagger y John Lennon no pasó desapercibida: algunos transeúntes se detuvieron para mirarles con asombro, susurrando entre ellos. Pero el grupo apenas reaccionó, acostumbrado ya a las miradas curiosas.

A pocos metros de la puerta, una limusina negra esperaba con las puertas abiertas, brillante bajo las farolas. Lily se detuvo en seco y arqueó una ceja con una sonrisa burlona.

—¿De verdad vamos a ir en esto?—dijo, señalando la limusina con desdén fingido—. Es demasiado, solo vamos a un club nocturno.

Mick, con su característico aire despreocupado, se encogió de hombros y se ajustó la chaqueta de cuero.

—Querida, no es "demasiado". Es lo mínimo necesario. Hay que asegurarnos de que se note nuestra llegada.

Haerin, que caminaba detrás de ellos, soltó una suave carcajada y añadió:

—Con ustedes dos, no hace falta una limusina. Ya es imposible pasar desapercibidos.

La observación de Haerin provocó una risa general, ligera pero sincera, mientras el grupo avanzaba hacia el coche. John se adelantó para abrir la puerta trasera. Con una reverencia exagerada, se dirigió a Haerin.

—Para la señorita más encantadora de esta noche.

Haerin aceptó el gesto con una sonrisa y subió, acomodándose junto a la ventana. John la siguió, cerrando la puerta tras ellos.

Ya sentado, la rodeó con un brazo y depositó un beso suave en su mejilla, provocando que Haerin se sonrojara levemente.

Mientras tanto, Mick y Lily intercambiaban bromas. Lily no pudo evitar señalar la exageración de las luces de la limusina que parpadeaban levemente al ritmo de la música que Mick había pedido que se preparara para el trayecto.

—Esto es como si quisiéramos anunciar a Las Vegas que estamos aquí.

—Exacto, Lily. ¡Eso es lo que queremos!—replicó Mick con una sonrisa traviesa.

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C

uando llegaron al club, la noche parecía brillar aún más dentro del bullicioso lugar. Las luces de colores danzaban al ritmo de la música, y el murmullo animado de los presentes llenaba el ambiente.

Al bajar de la limusina, Mick, con su aire confiado, ofreció su brazo a Lily mientras Haerin y John caminaban un poco más atrás, con una complicidad tranquila.

Dentro, el grupo encontró un lugar privilegiado, una mesa elevada que ofrecía una vista perfecta de toda la pista de baile y el bar.

Era el tipo de sitio donde uno se sentía importante sin siquiera intentarlo, y claramente fue elegido para cumplir con las expectativas de Mick. Se acomodaron en los sillones de terciopelo, cada uno adoptando posturas relajadas pero llenas de presencia.

No pasó mucho tiempo antes de que un camarero llegara con el menú de bebidas. Mick, fiel a su estilo, pidió un whisky escocés; Lily optó por un cóctel colorido que parecía más una obra de arte que una bebida. John pidió un simple vodka-tonic, mientras Haerin, con un tono suave, pidió un vino blanco.

—¿Nada más fuerte?—preguntó Lily, arqueando una ceja hacia Haerin.

—Prefiero tomarlo con calma—respondió Haerin, lanzando una mirada discreta hacia John—. Alguien tiene que cuidar de este rebelde, ¿no?