CHAPTER THREE

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Sarah espero hasta el día siguiente para poder ponerse manos a la obra en lo de buscar un trabajo para ganar la pasta que necesitaba

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Sarah espero hasta el día siguiente para poder ponerse manos a la obra en lo de buscar un trabajo para ganar la pasta que necesitaba. Se preparó y agarró una manzana de la nevera, al cerrar la puerta se encontró con su padre.

— ¿Qué vas hacer esta mañana? - preguntó cruzado de brazos con su taza de café que ponía "el mejor padre del mundo" que le regaló Sarah cuando tenía seis años.

— Voy a buscar un puesto como camarera - respondió sin dejar de mirar aquella taza.

— Ah

Sarah agarró sus cosas apunto de marcharse.

— ¿Te acuerdas de esta taza? - señaló su padre. Claro que se acordaba.

— Si. Te la regalé con seis años - forzó una sonrisa.

— Incluso a esa corta edad eras más útil que ahora - espeto fríamente mirando a la joven.

Sarah rodó los ojos y fingió que no le había dolido aquel comentario. — No tengo tiempo para esto papá.

Abandonó su casa y volvió a coger su bicicleta aunque si pretendía buscar trabajo en Figure Eight debía vestir como una verdadera kook. Paso por una tienda que había en aquel lado de la isla y entró.

Todo estaba lleno de ropa de ricos y los precios algo elevados pero había agarrado el suficiente dinero. En la esquina de la tienda vio un vestido blanco, al instante llamó su atención y fue a mirarlo. Sin pensarlo más lo agarró y lo llevó a la dependienta.

— ¿Puedo probármelo? - preguntó amablemente señalando su vestido.

— Claro, bonita - indicó donde estaban los vestuarios y Sarah entro. — Cualquier cosa avísame.

Sarah acabo de probarse el vestido. Aquel vestido fue como su amor a primera vista, era fruncido de cintura pero suelto por la parte de la falda y tenía un poco de escote pero no demasiado.

— ¿Cuánto será? - preguntó la joven poniéndolo sobre el mostrador.

— 345$ - respondió la dependienta. La rubia soltó un suspiro, llevaba el suficiente dinero pero era una buena pasta.

Terminó de pagar y se metió en uno de los baños de la ciudad para cambiarse. Tan rápido como salió agarró su bicicleta y se dirigió al bar donde pretendía trabajar.

Dejó su bicicleta en la entrada y retiró el polvo de su hermoso vestido. Recibió varias miradas extrañas por parte de consumidores pero las ignoró.

— ¿Este es el Island Enn? - entró al local.

— ¿No lo ha leído en el letrero? - preguntó el señor vacilando a la pobre chica. Sarah rio un poco por lo bajo. — ¿Qué desea?

REMINDER || Rafe Cameron Donde viven las historias. Descúbrelo ahora