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El día había estado tranquilo en el colegio, pero Jisung se sentía agotado. No tanto por las clases, sino por la constante batalla emocional que llevaba dentro. Minho, siempre atento a cada uno de sus movimientos, notó la tensión en sus hombros mientras guardaba los libros en su casillero al final del día.

—Oye, ¿qué tal si salimos esta tarde? —sugirió Minho de repente, apoyándose en el casillero de al lado.

Jisung lo miró, confundido.

—¿Salir? ¿A dónde?

Minho sonrió, tratando de restarle importancia.

—Ya lo verás. Confía en mí, ¿sí? Solo quiero que te relajes un poco.

Jisung dudó por un momento, pero al final, asintió. Sabía que Minho siempre tenía las mejores intenciones, y aunque todavía le costaba abrirse por completo, algo en su interior le decía que podía confiar en él.

—Está bien. ¿A qué hora?

—Te paso a buscar en una hora. Ponte cómodo.

Poco después, Minho llegó al departamento de Jisung

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Poco después, Minho llegó al departamento de Jisung. Cuando éste abrió la puerta, Minho lo observó de arriba a abajo con una sonrisa.

—Perfecto. No necesitas nada más. Vamos.

—¿Qué estás planeando? —preguntó Jisung, todavía algo desconfiado mientras bajaban las escaleras.

—Solo sigue mi plan, ¿ok? —respondió Minho, guiñándole un ojo.

El auto se detuvo frente a un pequeño café al aire libre, ubicado en un rincón tranquilo de la ciudad. La decoración era cálida y acogedora, con luces colgantes y mesas rodeadas de plantas. Había una fuente pequeña en el centro, cuyo sonido relajante llenaba el lugar.

—¿Un café? —preguntó Jisung, bajando del auto y mirando alrededor con curiosidad.

—No cualquier café. —Minho sonrió—. Este es especial. Vamos, ya tengo una mesa reservada.

Cuando se sentaron, Minho pidió una selección de postres y cafés sin siquiera preguntar, como si ya supiera exactamente lo que Jisung necesitaba. Jisung lo observó, sorprendido.

—¿Cómo sabes tanto sobre lo que me gusta?

—Te escucho más de lo que crees, Jisung. —Minho sonrió, apoyando los codos en la mesa y mirándolo directamente—. Aunque a veces no te des cuenta, siempre presto atención.

Jisung bajó la mirada, jugando con una servilleta en sus manos.

—Eso es más de lo que puedo decir de mí mismo... A veces siento que ni siquiera sé quién soy.

Minho frunció el ceño, preocupado.

—No digas eso. Eres una de las personas más increíbles que he conocido. No tienes que ser perfecto ni saber todo sobre ti mismo ahora. Lo importante es que sigas adelante, paso a paso.

Cura para un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora