Prólogo

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Mis pasos resuenan mientras corro por el edificio. Me paro en una puerta blanca familiar y pego dos fuertes golpes. Mi mente está hecho un lio, no logro conectar ideas y solo espero que él me las aclare. Mi nerviosismo aumenta cuando escucho actividad al otro lado de la puerta. Cuando se abre mis ojos conectan con los suyos. Su mirada es indiferente.

—¿Qué haces aquí?

Intento decir algo, pero el nudo en la garganta me hace imposible la tarea de decirle todos mis pensamientos, todo lo que siento en este momento. Todo lo que me ha provocado esta noticia.

—¿Es verdad? —logro pronunciar con dificultad.

—¿De qué me estas hablando?

—¿El descanso de dos años es mentira? —Su silencio me responde—. ¿Todos estos años no han significado nada?

—Louis —exclama con voz neutra—, esto algún día tenía que terminar. Ha llegado a su fin.

Con un hilo de voz, pronuncio una de mis mayores preocupaciones, una que me ha quitado el sueño y las ganas de comer:

—¿Y... qué pasa con nosotros? —mi voz me falla y se rompe a la mitad de la oración.

—¿Nosotros? Hace mucho que no existe un nosotros.

Sus palabras se me clavan como dagas en el corazón, el aire me abandona por un segundo y escucho como todo mi mundo se rompe. Su expresión tan fría como hace unos meses, de repente todo se hace más claro en mi mente. No me quiere. Hace mucho que dejó de hacerlo, yo cómo un tonto he seguido amándolo aun habiendo signos de que habíamos terminado. Retengo las lágrimas como puedo y no me permito agachar la cabeza.

—Fuiste un buen recuerdo —dice como si nada—. Si quieres podemos ser amigos, mantenernos en contacto. Cómo en los viejos tiempos.

—No —Su ceño se frunce—. No es lo mismo que en ese entonces, por qué incluso ahí te quería. No puedo permitir ser amigo de alguien a quien aun amo. No puedo y no quiero.

—Haz lo que quieras.

Su indiferencia se lleva pedazos de mi corazón, ahora mismo solo quiero desaparecer, meterme en una habitación y que nadie me vea. Llenarme de miseria y tristeza, porque lo único que quiero hacer ahora mismo es dejar de existir. Siempre he sido una persona que cuando quiere lo hace con todo su ser y cuando la traición llega se lleva toda su esencia. Hoy, 16 de noviembre de 2016 Louis ha muerto. Una mitad suya lo ha abandonado.

—¿Te vas a ir o quieres algo más?

Sus palabras se devuelven a la realidad y con el corazón roto decido dejar una bonita etapa de la mejor manera.

—Te quiero Harold, gracias por todo.

—Lo que tu digas, adiós.

Cuando cierra la puerta me permito dejar que todo salga.

Me rompo enfrente de su puerta y silenciosamente me despido de mi mejor momento.


Somebody that I used to know  L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora