—Tengo algunos problemas que no logro solucionar —explicó Roberta, tras pensar un poco en lo que podía decirles sin que todo se volviera algo personal—, así que, en ese momento, estaba algo frustrada por todo y pasé una mala tarde, terminando así, como una loca, que no se da cuenta de nada de lo que ocurre a su alrededor, perdida en el mundo.
—¿Problemas económicos? —preguntó la mayor, esperando que fuera así, de esa manera sería capaz de intervenir, ayudarla y obtener a cambio lo que ella quería de ella.
—No —respondió la menor, que definitivamente era lo suficientemente cuidadosa para no terminar envuelta en ese tipo de problemas que, por sus condiciones laborales y familiares, no sería capaz de librar—, el dinero no me sobra, pero definitivamente no me hace falta.
Rebecca miró a su marido fijamente, sin que la otra se diera cuenta de que, al parecer, ellos podían comunicarse con tan solo mirarse, y tampoco de que se habían desilusionado por obtener esa respuesta.
—De todas formas —dijo Roberta, solo para continuar la conversación, pues el silencio incómodo que se estableció entre ellos le provocó escalofríos y necesitaba terminar con él—, no tengo problemas económicos, así que ese accidente tampoco fue algún tipo de extorsión. Yo de verdad lamento lo que ocurrió, y les prometo que no diré nada y no sabrán de nuevo de mí.
Y; aunque en un inicio, al darse cuenta de que Roberta Franco no era una simple chica expresiva, sino que podía interpretar entre líneas, ambos sonrieron; cuando esa joven declaró que no sabrían más de ellos los pies de la pareja se volvieron a anclar en el piso, recordando que la necesitaban y aún no tenían de dónde atraparla.
Alessandro miró a Rebecca como si todo estuviera perdido, pero Rebecca no se quería rendir con ella, porque definitivamente la necesitaba para poder pasar el embarazo más tranquilo de toda la vida y que su segundo bebé, su niño amado, naciera saludable y bien.
Rebecca solo alzó los hombros, porque no podía apresurarse y arruinarlo todo, ahora solo le quedaba observarla de lejos y encontrar esa debilidad que seguro tenía, porque, si los problemas la habían llevado a encontrarse tan mal que, inconscientemente, tal vez, se había tirado frente a un auto en movimiento, seguro encontraría algo para utilizar.
Y lo hicieron. El principal problema de esa joven tenía pies, manos y una boca que le robaban la calma a la joven Roberta, eso fue lo que ellos supieron cuando recibieron el reporte de la persona que siguió a la doble de Rebecca Morelli desde que dejó el hospital al día siguiente del accidente que encontró a Rebecca y Alessandro con esa chica.
—Creo que las cosas deberían de ponerse un poco más intensas para ella —declaró Rebecca, que requería con urgencia que esa joven fuera a refugiarse en ella cuando antes; porque su próxima aparición pública estaba cerca, y aún había muchas cosas que Roberta necesitaba aprender para hacerse pasar por ella.
Eso era justo lo que Rebecca necesitaba de ella, que se hiciera pasar por ella frente a la sociedad en lo que ella se tomaba unas buenas vacaciones para cuidar de su embarazo, que era de alto riesgo, porque, para ella, lo más importante, y por lo que quería vivir a partir de ese momento, era por sus hijos, y aun así no podía dejar de lado a su marido y sus necesidades sociales.
Necesitaba con urgencia una solución que no imaginó hasta que Roberta apareció ante sus ojos, fue entonces que esa joven se dio cuenta de que la solución era esa perfecta doble que ahora conocía y que, por supuesto, no dejaría ir.
Alessandro asintió, su especialidad era ponerles intensidad a las cosas, así que, tras besar la cabeza de su amada, que seguía en esa cama de la cual ella no se levantaría en bastante tiempo si no quería perder lo que más querían de ambos, él dejó la habitación y comenzó a trabajar en lo que necesitaban.
Por su parte, Roberta, que ya estaba al punto del colapso nervioso por su exnovio, comenzó a experimentar todo tipo de dificultades que la empujaron a la desesperación total.
Para empezar, en la escuela donde ella cubría una plaza no asignada, fue cubierta dicha plaza, así que, de buenas a primeras, y sin ningún tipo de compensación, porque había estado trabajando bajo un contrato hablado que no le daba ningún tipo de seguridad, le pidieron que dejara su cargo sin obtener ninguna compensación que le ayudara a solventarse en el futuro.
Y eso no fue todo, encontrar trabajo fue cosa imposible, a pesar de que tocó todas las puertas que conocía y donde quería trabajar.
Sí, podría sonar ambicioso, pero, con su preparación académica, Roberta no quería terminar en cualquier trabajo mal pagado, quería algo que tuviera que ver con su carrera, y que le remunerara bien, aunque definitivamente se conformaría con una de las dos cosas: el campo o el dinero.
Pero, al parecer, el mundo no tenía nada más para ella, al menos nada bueno, porque las cosas malas seguían apareciendo.
La joven de ojos y cabello oscuro volvió a salir de su casa temprano y, como ya había entregado currículos a todas las escuelas, le tocaba esperar en cuanto al campo, pero, ya que no podía mantenerse sin ganar dinero, estaba buscando algo que no lastimara demasiado su orgullo, pero no encontró nada ese día tampoco.
Roberta llegó a su casa y se congeló justo en la entrada del jardín, porque su puerta era un desastre, estaba golpeada al punto de haber terminado abollada; y las ventanas, absolutamente todas, estaban rotas, lo que le daba a esa casa una vista algo tétrica, y a su estómago la sensación de estar en peligro.
Respiró profundo, y se acercó a la casa, pero sus manos temblorosas no lograron que la llave acertara en la chapa de la puerta; y el sobre esfuerzo que estaba haciendo para abrir no salir corriendo, terminó por romperla.
Roberta caminó con la vista nublada entre lágrimas, y fue atropellada por Alessandro Bianco, de nuevo, aunque esta vez no con su auto, sino con su cuerpo, que chocó intencionalmente con el de esa joven que casi corría sin ver por dónde iba.
—Parece que mi destino es atropellarte —declaró el hombre, sonriendo, pero al ver el lloroso rostro de esa joven que, aunque no era la mujer que amaba, lucía exactamente como ella, no dudó en abrazarla con fuerza, para lograr consolarla.
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LA FALSA SE VOLVIÓ LA VERDADERA
Chick-LitElla no era ella, simplemente se veían iguales, tan iguales que se convirtió en la mejor solución a los problemas de esa pequeña familia y, al final, después de mucho, LA FALSA SE VOLVIÓ LA VERDADERA.