Capitulo 3

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Fourth no tenía idea de cómo había llegado a ese momento, pero ahí estaba, respirando entrecortado en los asientos traseros de su auto, completamente absorto en el chico frente a él. Gemini, el misterioso Alfa que admiraba en las pistas, resultó ser el mismo que había halagado su auto aquella noche en su primera carrera.

Ahora, con el pulso acelerado y las luces lejanas de la estación iluminando apenas el interior del auto, Fourth sentía cómo las manos de Gemini se aferraban a su cintura, atrayéndolo con urgencia. El ambiente se sentía sofocante, cargado de esa mezcla intensa de adrenalina y deseo que había nacido tan rápido entre ambos. Fourth cerró los ojos mientras sus labios volvían a encontrarse con los de Gemini en un beso ardiente, profundo, como si ambos estuvieran descubriendo algo nuevo e irremediable en cada contacto.

Los segundos se alargaban y el mundo exterior desaparecía. Ni el ruido de los motores, ni los gritos distantes de la multitud lograban distraerlos.

















Una hora antes, Fourth estaba extasiado viendo la carrera, sus ojos siguiendo cada movimiento preciso y veloz de la moto negra que dominaba el circuito. Gemini cruzó la línea de meta en primer lugar, y la multitud estalló en aplausos y vítores, contagiando a Fourth con una oleada de adrenalina y emoción. Quería ver de cerca al piloto que había capturado su interés, pero justo cuando iba a acercarse, alguien mucho más alto se plantó frente a él, bloqueando su vista.

Decidió caminar por ahí, explorando las motos que otros corredores tenían exhibidas. Mientras observaba una de las motocicletas, alguien se colocó delante de él, y Fourth levantó la vista, sorprendido por la intrusión.

—Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? —dijo el desconocido con una sonrisa lasciva—. Un hermoso Omega.

Fourth sintió una punzada de alarma; llevaba puesto el parche, así que, en teoría, su aroma debía estar completamente cubierto. Aun así, el Alfa parecía decidido a importunarlo.

—¿Qué hace un Omega tan lindo como tú en un lugar como este? —continuó el hombre, acercándose más de lo necesario.

Fourth retrocedió un paso, incómodo, pero cuando intentó irse, el Alfa le sujetó la muñeca con fuerza.

—¿Por qué te vas? —le susurró con una sonrisa sombría—. ¿Quieres que te demuestre algo divertido?

Fourth comenzó a forcejear, intentando liberarse de su agarre, pero el Alfa era mucho más fuerte. En ese instante, sintió una presencia poderosa detrás de él, una que hizo que el Alfa soltara su muñeca de inmediato.

—Suéltalo —ordenó una voz grave y firme, cargada de autoridad.

Fourth volteó rápidamente. El Alfa se interponía ahora entre él y su acosador, irradiando una intensidad peligrosa que dejó en claro que no toleraría más provocaciones.

—Ge... Gemini... —murmuró el otro Alfa, visiblemente intimidado.

El Alfa soltó la muñeca de Fourth y retrocedió, murmurando una disculpa antes de desaparecer entre la multitud. Gemini lo observó alejarse, asegurándose de que no volviera, y luego volvió su atención hacia Fourth, mirándolo de arriba abajo.

—¿Estás bien? —le preguntó, con una voz más suave que contrastaba con la firmeza de antes.

Fourth asintió, todavía algo aturdido. No sabía cómo expresar la mezcla de gratitud y sorpresa que sentía. No solo estaba frente al famoso corredor que tanto admiraba, sino que había sido su inesperado protector.

Fourth asintió, intentando calmar la agitación que sentía tanto por el incidente como por la inesperada presencia de Gemini, quien resultó ser el mismo chico con el que había hablado en su primera carrera.

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