El ambiente era opresivo, como si una neblina oscura cubriera todo a su alrededor. Fourth estaba nuevamente en ese lugar vacío, donde el tiempo no parecía avanzar y el aire era pesado. Frente a él, la figura borrosa que siempre aparecía en sus sueños se materializó lentamente, su silueta difusa, su voz grave y penetrante.
—¿Sabes por qué estás aquí de nuevo, Fourth? —preguntó, su tono burlón y lleno de desprecio—. Porque nunca superaste nada. Todo lo escondiste bajo capas de autos y motores. Pero la verdad... la verdad siempre te alcanza.
Fourth intentó moverse, pero su cuerpo se sentía inmóvil, atrapado por la culpa y el dolor. Las palabras de la figura se clavaban en su mente como agujas.
—¿Recuerdas cómo empezó todo? —continuó la figura, acercándose—. El día en que perdiste a Phuwin. ¿Lo recuerdas? Lo prometiste, ¿verdad? Prometiste que serías fuerte por él. Y mira dónde estás ahora. ¿Qué crees que pensaría al verte así?
La mención de su hermano mayor hizo que el pecho de Fourth se apretara. Quiso gritar, defenderse, decir que había intentado todo para seguir adelante. Pero la figura no se detuvo.
—No fue solo él, ¿verdad? También fuiste tú. Tus propias inseguridades, tu miedo de nunca ser suficiente. Omega, frágil, débil… eso es lo que todos pensaban de ti. Hasta tus padres se preocuparon más por no perderte que por confiar en ti. ¿No es cierto?
Fourth sintió cómo su garganta se cerraba, las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos. Las palabras eran como un eco de pensamientos que había tratado de enterrar durante años. La figura dio un paso más hacia él, su presencia casi asfixiante.
—Sabes que todo lo que hiciste fue una fachada. Los autos, las risas, todo para distraerte de la verdad. Pero al final, ¿de qué te sirvió? Estás solo. Solo como siempre. Solo como cuando lo perdiste a él.
Las palabras resonaron en su mente, golpeando con fuerza. Fourth cayó de rodillas, su cuerpo temblando. Quería despertar, salir de ese lugar, pero la figura seguía ahí, inmóvil, observándolo como un juez implacable.
—Eres débil, Fourth. Siempre lo has sido. Y siempre lo serás.
El sueño no mostraba piedad, arrastrándolo aún más profundo en su propia oscuridad.
La figura dio un paso más cerca, inclinándose ligeramente hacia Fourth, como si quisiera asegurarse de que no se perdiera ni una palabra de lo que estaba por decir.
—Y luego está él… Gémini. —La voz adquirió un tono frío, casi burlón—. ¿Realmente crees que le importas? ¿Un Alfa como él, rodeado de admiradores, de opciones? ¿Por qué habría de fijarse en alguien como tú?
Fourth sintió que algo dentro de él se quebraba. Intentó levantarse, pero sus piernas no le respondían. Cada palabra de la figura era como un golpe directo a su pecho.
—Te mientes a ti mismo, Fourth. Te dejas engañar por esas sonrisas, por esos momentos en los que parece que le importas. Pero, ¿realmente crees que un Alfa como él podría ver algo más que un Omega roto como tú? —La figura se rió, una risa seca y cruel que resonó en el vacío—. Tarde o temprano se dará cuenta de quién eres realmente. Y cuando eso pase, ¿qué harás? ¿Te esconderás como siempre lo haces?
Fourth cerró los ojos con fuerza, intentando bloquear las palabras, pero la figura no se detuvo.
—¿O acaso esperas que te salve? —La figura inclinó la cabeza, sus ojos brillando con un destello que Fourth no podía entender—. Porque no lo hará. Nadie lo hace. Al final, siempre estás solo, Fourth. Siempre lo has estado.
El ambiente se volvió aún más pesado, y Fourth sintió cómo su respiración se volvía errática. La figura se inclinó más cerca, su presencia casi aplastante.
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Acelerando el Destino
FanficDonde Gemini es un Alfa Prime y es un apasionado por las motos, y donde Fourth es un Omega amante de la adrenalina y los autos.