Capítulo 2

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El sol apenas empezaba a iluminar las calles de la ciudad cuando Fourth, adormilado aún, se encontraba en el asiento trasero de un taxi, rumbo a la universidad. Para él, las carreras nocturnas y la rutina universitaria eran mundos opuestos que manejaba con cuidado; sabía que la adrenalina de la noche anterior no debía interferir con su vida diaria.

Miraba por la ventana cómo la ciudad se despertaba lentamente. Estudiantes y trabajadores se apresuraban en la acera, y él se sumergía en sus pensamientos. Después de lo ocurrido en la carrera, se sentía un poco distinto, con una energía extraña. Recordaba el encuentro inesperado con aquel Alfa y la curiosidad que le había dejado.

—Aquí es, joven —dijo el conductor, sacándolo de sus pensamientos al detener el auto frente al edificio de la universidad.

Fourth asintió y pagó, agradeciendo rápidamente antes de bajar del taxi. Al entrar al campus, la vida universitaria lo envolvió al instante, con la energía vibrante y las voces de sus compañeros. Sin embargo, esa mañana, Fourth se sentía más inquieto que de costumbre. Sabía que, en unas horas, la monotonía de las clases lo llevaría de vuelta a su mundo de estudios y proyectos... pero, en el fondo, algo le decía que la noche anterior había cambiado algo en su vida.

Cuando Fourth entró al aula, vio a Mix sentado en su lugar habitual y lo saludó con una sonrisa. Mix, siempre curioso, no perdió el tiempo en preguntar:

—Oye, ¿y cómo te fue el otro día? —sus ojos brillaban de interés.

A Fourth se le iluminó la mirada, y una sonrisa de emoción se asomó en su rostro.

—Fue increíble —dijo, sintiendo un escalofrío de emoción al recordar—. Todavía se me pone la piel de gallina al pensar en todo eso.

Mix arqueó una ceja y le lanzó una mirada divertida.

—Te pusiste el parche, ¿no?

Fourth asintió rápidamente.

—Sí, sí, claro. Me aseguré de usarlo antes de salir.

Pero entonces, Fourth se quedó en silencio un momento, mirando fijamente un punto en el aula, como si su mente hubiera sido atrapada por otro recuerdo.

Mix lo observó con curiosidad, notando que había algo diferente en él.

—Si estás tan feliz, ¿por qué estás así, como perdido? —preguntó, tratando de entender la extraña expresión de su amigo.

Fourth suspiró, y con una pequeña sonrisa comenzó a hablar.

—Es que... esa noche, cuando ya me estaba por ir, llegué a mi auto y vi a un chico mirándolo. Empezamos a hablar y, no sé... me sentí halagado por cómo describía cada detalle, como si realmente entendiera el trabajo que le puse.

Mix sonrió, asintiendo.

—Bueno, ¿y qué tiene eso? Después de todo, trabajaste muchísimo en ese auto, es normal que alguien reconozca tu esfuerzo.

Fourth mordió su labio, y finalmente confesó:

—Sí, lo sé. Pero… no puedo dejar de pensar en él. Ni siquiera sé su nombre.

Antes de que pudieran seguir hablando, el aula comenzó a llenarse de sus compañeros, que llegaban con el bullicio habitual de la mañana. Fourth suspiró, consciente de que no podría contarle más detalles a Mix en ese momento. Justo entonces, el profesor entró en el aula y todos se acomodaron rápidamente en sus asientos, listos para comenzar la clase.

Mix le lanzó una última mirada a Fourth, con una mezcla de curiosidad y diversión en sus ojos, y le susurró:

—Luego me cuentas más sobre ese misterioso chico.

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