Izuku guardó sus cosas con cuidado, intentando no hacer ruido. Aunque el cansancio comenzaba a pesarle, su mente seguía activa, repasando los puntos que habían trabajado. Se giró hacia Katsuki, que estaba apoyado contra el escritorio, con los brazos cruzados y la mirada fija en la ventana.
—Bueno, creo que eso es todo por hoy. —Izuku se puso de pie, sujetando su cuaderno contra el pecho—. Gracias de nuevo, Kacchan. Trabajar contigo fue... más fácil de lo que esperaba.
Katsuki bufó, pero no había molestia en su expresión.
—No te pongas sentimental, nerd. Solo hicimos lo que teníamos que hacer.
Izuku sonrió suavemente, acostumbrado ya a la forma brusca en la que Katsuki escondía cualquier tipo de elogio.
—Buenas noches, entonces. Nos vemos mañana en clase.
Katsuki asintió brevemente, sin mirarlo directamente.
—Sí, sí. Asegúrate de no quedarte dormido, Deku.
Izuku salió de la habitación con una ligera risa, cerrando la puerta con cuidado tras de sí. Mientras caminaba por los pasillos del dormitorio, el silencio de la noche lo envolvió, dándole tiempo para reflexionar.
"No puedo creer lo bien que fue todo," pensó, mirando el cuaderno que llevaba en las manos. "Al principio estaba tan nervioso, pero Kacchan... realmente se esforzó. No solo aceptó trabajar conmigo, sino que dio ideas, corrigió errores y hasta nos reímos juntos."
Un sentimiento cálido se extendió por su pecho. Izuku sabía lo complicada que siempre había sido su relación con Katsuki. Crecer junto a él había sido como caminar en un campo minado, y muchas veces había sentido que nunca podrían entenderse. Pero esa noche había sido diferente. Había sentido que, por primera vez, estaban en la misma sintonía, trabajando como un verdadero equipo.
"Fue un alivio enorme," pensó, con una sonrisa que no podía borrar de su rostro. "Por un momento, sentí que podíamos hablar como... amigos."
Izuku llegó a la puerta de su habitación, todavía sumido en sus pensamientos. Estaba cansado, pero feliz, una combinación que pocas veces experimentaba. "Ojalá podamos seguir así," pensó antes de entrar a su cuarto, decidido a dar lo mejor de sí para que esa nueva dinámica con Katsuki se mantuviera.
Mientras se dejaba caer en su cama, el sueño comenzó a vencerlo rápidamente, pero no antes de que un último pensamiento cruzara por su mente: "Kacchan puede ser difícil, pero cuando quiere... realmente puede ser un gran compañero."
Katsuki se dejó caer en su cama después de que Deku salió de la habitación, mirando al techo con el ceño profundamente fruncido. Habían trabajado durante horas, y aunque todo había salido bien, había algo que no lo dejaba en paz.
—Tsk... maldito nerd.
Se llevó una mano al rostro, cubriéndose los ojos como si eso pudiera borrar los recuerdos de la noche. No podía ignorar la forma en que su corazón había latido con fuerza cada vez que Izuku lo miraba directamente, esos ojos verdes brillando con una mezcla de determinación y nerviosismo.
"¿Qué demonios me pasa?" pensó, apretando los puños. No era la primera vez que sentía ese molesto revoloteo en su estómago cuando Izuku estaba cerca, pero esta vez había sido peor. Más intenso. Cada vez que Izuku sonreía o lo miraba agradecido, sentía un calor incómodo subirle por el pecho, como si su cuerpo estuviera traicionándolo.
Se sentó de golpe, pasando las manos por su cabello, frustrado.
—Esto es estúpido, ¡ridículo! —masculló en voz alta, como si al decirlo pudiera convencerse.
Pero no podía evitarlo. Ese maldito nerd, con su manía de darlo todo, de mirar siempre hacia adelante, había logrado meterse en su cabeza. Y eso lo enfurecía. Porque él, Katsuki Bakugo, no tenía tiempo para estas tonterías. No tenía tiempo para mariposas en el estómago ni para sentirse como una...
—¡Como una estúpida adolescente enamorada! —gritó, apretando los dientes.
El pensamiento lo golpeó como un puñetazo en el estómago, y el orgullo de Katsuki se retorció en protesta.
"No. No estoy enamorado. No de él."
Se levantó de la cama y comenzó a caminar por la habitación, tratando de convencer a su propia mente.
—Es solo... admiración, ¿vale? —murmuró para sí mismo, como si estuviera presentando un argumento—. Lo respeto porque es fuerte. Porque no se rinde. Porque siempre está ahí, dando pelea. Eso es todo.
Pero incluso mientras decía esas palabras, no podía ignorar el calor que le subía al rostro al recordar cómo Izuku había sonreído esa noche, agradeciéndole por su ayuda. "Gracias, Kacchan," había dicho, con esa voz suave que lo hacía sentirse extraño.
Katsuki se detuvo frente al espejo y se miró fijamente.
—No estoy enamorado. No lo estoy.
Sin embargo, el reflejo en el espejo no parecía convencido. Katsuki golpeó el borde del mueble con frustración.
—Maldito Deku...
Se dejó caer nuevamente en su cama, apretando los ojos con fuerza, como si eso pudiera apagar la tormenta que se había desatado en su interior. No sabía cómo manejar lo que sentía, y la idea de estar enamorado de Izuku era algo que su orgullo no estaba dispuesto a aceptar.
Pero aunque lo negara, las mariposas en su estómago seguían ahí, incontrolables.
Katsuki giró por enésima vez en la cama, su frustración creciendo con cada segundo que pasaba. Cerraba los ojos con fuerza, tratando de obligarse a dormir, pero su mente no dejaba de dar vueltas. El recuerdo de la noche con Izuku seguía fresco, atormentándolo como una canción que no podía sacarse de la cabeza.
"Solo fue un trabajo," pensó, apretando los dientes. "No hay nada especial en eso. ¡Déjalo ya!"
Pero su propio cuerpo parecía estar en contra de él. El calor incómodo en su pecho, el revoloteo molesto en su estómago… todo lo hacía imposible de ignorar. Katsuki soltó un gruñido y se sentó en la cama, mirando fijamente la oscuridad de su habitación.
—Ridículo... —murmuró, pasando una mano por su cabello desordenado.
Finalmente, se dejó caer de nuevo, resignado. Cerró los ojos, respiró hondo y trató de calmarse.
Pero entonces, el sueño lo atrapó.
Katsuki se encontró de pie en un campo amplio y luminoso, el cielo de un azul intenso y el viento acariciándole el rostro. A lo lejos, una figura familiar corría hacia él, el cabello verde de Izuku brillando bajo la luz.
—¡Kacchan! —gritó Izuku, con una sonrisa amplia y despreocupada, tan distinta a lo que estaba acostumbrado.
Katsuki intentó responder, pero su voz no salía. Se quedó ahí, paralizado, mientras Izuku se acercaba cada vez más. Cuando finalmente llegó frente a él, lo miró con esos ojos verdes llenos de vida, tan cerca que Katsuki podía sentir su respiración.
—Gracias por confiar en mí, Kacchan. —La voz de Izuku era suave, cálida, y de alguna manera logró derribar todas las barreras que Katsuki solía mantener en alto.
Antes de que pudiera reaccionar, Izuku extendió la mano, rozando suavemente la de Katsuki. El toque fue ligero, pero envió una corriente eléctrica por todo su cuerpo.
—Siempre has sido importante para mí...
Katsuki sintió que su corazón se aceleraba, como si estuviera a punto de explotar. Quería moverse, quería decir algo, pero las palabras seguían atrapadas en su garganta. Y entonces, Izuku dio un paso más cerca, sus ojos llenos de algo que Katsuki no quería reconocer, algo que parecía reflejar lo que él mismo estaba sintiendo.
De repente, todo el campo desapareció, y Katsuki despertó con un sobresalto. Su respiración estaba acelerada, y el sudor perlaba su frente.
—¿Qué demonios...? —susurró