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La luz del sol atravesó las cortinas, iluminando la habitación de Katsuki con una intensidad que parecía burlarse de su agotamiento. Abrió los ojos, frunciendo el ceño al instante. La sensación de incomodidad persistía en su pecho, como un maldito nudo que no se iba a deshacer fácilmente. Se frotó la cara con una mano, intentando despejarse, pero su cuerpo estaba pesado, y las ojeras bajo sus ojos daban testimonio de la noche interminable que había tenido. No había podido dormir bien, y lo peor era que, aunque había intentado ignorarlo, aún sentía el eco del sueño extraño en el que Izuku había invadido su mente.

"Tsk... maldita suerte." Pensó, levantándose de la cama con un gruñido.

El primer error del día fue golpearse el pie con la esquina del escritorio al levantarse de manera torpe.

—¡Aaaaah! ¡Maldita sea! —gritó, lanzando una maldición al aire mientras se apoyaba en el escritorio, intentando calmar el dolor. Su pie ardía, pero su orgullo no le permitió hacer una mueca. Solo miró la esquina del escritorio como si fuera la culpable de su dolor.

Se cambió rápidamente, sin prestarle mucha atención a lo que se ponía. Al menos logró vestirse sin más incidentes, pero su mal humor no se desvanecía. Caminó hacia la cocina, y el segundo golpe de mala suerte llegó cuando, al abrir la nevera, la puerta se le cerró con un golpe fuerte, estampándose contra su hombro.

—¡Qué demonios! —masculló, frotándose la zona adolorida. No necesitaba más molestias esta mañana, pero claro, su suerte nunca le daba tregua.

Con el estómago vacío, se apresuró a prepararse algo rápido. Sin embargo, al intentar abrir un paquete de cereales, la caja se rompió en sus manos y todo el contenido cayó al suelo, formando un pequeño desastre.

—¡Joder! —gruñó, mirando con frustración el desorden en el piso. Por supuesto, en lugar de algo fácil y rápido, todo lo que pasaba solo aumentaba su mal humor.

El siguiente tropiezo llegó al ponerse los zapatos. Intentó atarse los cordones, pero los malditos no querían cooperar, como si estuvieran haciendo todo lo posible para arruinarle el día. Al final, después de varios intentos fallidos, los zapatos no quedaron bien atados, y Katsuki se encontró caminando de manera incómoda hacia la salida de su habitación.

Al salir del edificio, Katsuki respiró profundamente, como si el aire fresco pudiera calmar su frustración. Pero no fue así. Mientras caminaba hacia la escuela, un grupo de estudiantes pasaron a su lado, hablando animadamente. Uno de ellos, sin querer, tropezó con él, derramando su bebida sobre su camiseta.

—¡Mierda! —gritó, mirando su camiseta empapada mientras el chico se disculpaba rápidamente y corría lejos de él. La gota que colmó el vaso, su paciencia ya estaba rota.

Se dirigió a la escuela, preguntándose por qué, justo hoy, el universo tenía que conspirar en su contra. Cada paso parecía ir en la dirección equivocada. Su cabeza seguía llena de pensamientos confusos, con una mezcla de frustración y una incómoda sensación que no lograba identificar, como si algo estuviera mal, pero no sabía exactamente qué.

"Esto no tiene sentido..." Pensó, con el ceño aún fruncido. "No me gusta este maldito día."

Al final, cuando finalmente llegó a la clase, Katsuki apenas pudo contener su mal genio. Se sentó en su lugar, mirando la puerta mientras esperaba que el día siguiera su curso. "Si ese nerd está cerca, lo voy a explotar... No puedo con esta mierda hoy," pensó con un suspiro, aunque una parte de él sabía que había algo más que lo estaba molestando.

 No puedo con esta mierda hoy," pensó con un suspiro, aunque una parte de él sabía que había algo más que lo estaba molestando

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