--Así que... Abbigail, ¿eh? --Yumi preguntó mientras se llevaba un trozo de pizza a la boca.
--Sí, es algo rara... va con esa libreta medio rota a todas partes y no parece querer hacer ningún amigo. --Odd comentó.
--Sólo está nerviosa, es su primer día. --Aelita trató de defenderla mientras esperaba a que sus amigos terminasen de comer.
--Aelita tiene razón, aunque... si que hay algo que me parece extraño en ella. --Añadió Jeremy, quien revisaba la actividad de Lyoko a través de su ordenador.
--Oh...¿tú también, Jeremy? Ya lo ha dicho Aelita, sólo está algo nerviosa. --Ulrich quiso dejar de darle tanta importancia al tema.
--No, esta mañana la vi merodeando por el bosque. Buscaba algo. --comentó.
--¿Tú crees que...? --La pelirosa ya comenzaba a alarmarse.
--No estoy seguro, pero no podemos descartar esa posibilidad. --Le respondió pensativo.-- Habrá que confirmarlo.
--Espera, espera. -interrumpió Odd.-- ¿Confirmar el qué? ¿Alguien puede explicarme qué es lo que pasa?
--Si lo que estaba buscando la chica esta mañana era el Super ordenador... --Comenzó Ulrich.
--Lyoko puede correr un grave peligro. --Yumi finalizó la frase.
--Entonces tene--
Un fuerte golpe producido por el choque de una bandeja contra el suelo, llamó la atención de todos.
--¡Ni se te ocurra hablarme así! --Sisi gritó a Abby, la cual se encontraba tirada en el suelo junto con su comida.
--Sisi intenta marcar territorio con la nueva... --Odd susurró mientras se levantaba de su silla. Los chicos le imitaron. --Oye déjala en paz.
--Uy... ¿ahora os dedicáis a salvar a la gente estúpida? Vosotros preocupaos por vuestros asuntos y yo haré lo mismo con los míos. --espetó con los brazos cruzados bajo su pecho.
--Oye... -Yumi junto a Aelita se agacharon a ayudarla.-- ¿estás bien?
No había ni un solo ruido en el comerdor: todos esperaban la respuesta de la castaña.
--M-me... --por fin pronunció palabra. --¿Me pondrán más comida verdad? --preguntó mientras se levantaba.
Jeremy y Ulrich estallaron en carcajadas.
--Mira Odd, ha llegado tu alma gemela a Kadic. --se río Sisi.
--¡Cállate! --le gritó rojo.-- ¡Nadie come más que yo!
Las risas hinundaron el comedor.
--Oye... Sisi, ¿verdad? --Esta se giró aún riéndose.-- Te enseñaré que con MÍ comida no se juega.
Y dicho esto, el bol de fideos --ya fríos-- que antes se encontraba en su bandeja, aterrizó sobre la gran cabeza de la hija del director haciendo que el silencio volviese a reinar en la sala.