Mi cuerpo no reaccionaba. Estaba en el centro del escenario improvisado, rodeada por las luces brillantes que parpadeaban de una manera casi hipnótica. ¿Cómo había llegado hasta aquí? ¿Cómo había llegado a este momento? Estaba rodeada por todos mis amigos, pero el sonido de sus risas se desvaneció en mi cabeza. Mis manos temblaban, y una sensación extraña comenzó a recorrerme, una mezcla entre pánico y algo que no sabía cómo describir. No era miedo, exactamente. Era algo más grande que eso, algo más difícil de controlar.
A lo lejos, podía ver a CJ, a Gracie, y a los gemelos, todos mirándome con expectación. Ellos sabían, quizás más que yo, que esto era necesario. O al menos, yo sentía que lo era. Tal vez lo había estado evitando todo este tiempo, o tal vez no sabía cómo hacerlo. Tal vez pensaba que, si me mantenía al margen, si no me metía en situaciones como esta, nunca tendría que enfrentarme a mi miedo.
Pero ya no había forma de escapar. Me habían empujado al escenario, y no podía retroceder. Los murmullos del público se hicieron más fuertes, y la multitud parecía contener la respiración. Por un instante, el tiempo se detuvo, y me quedé allí, parada en el centro del escenario, incapaz de moverme.
El sonido de mi respiración era lo único que podía escuchar en ese momento. De repente, todo lo que había aprendido sobre mí misma, todo lo que había intentado callar, comenzó a desmoronarse, como si el escenario fuera una prueba a la que debía someterme.
—Vamos, Mia—me dijo CJ, desde un rincón del escenario. Su voz se mezclaba con el bullicio de los demás, pero aún así, me llegaba con claridad. A pesar de la distancia, podía sentir su apoyo, su comprensión. Él sabía lo que había en mi interior.
Respiré hondo, cerré los ojos por un momento y me imaginé en otro lugar. En un lugar donde no estaba sola, donde no tenía miedo de lo que podía pasar. Era solo yo y la música.
Y entonces lo hice. Abro los ojos, agarro el micrófono con una mano temblorosa, y la canción comienza a fluir por mis labios:
—You're on your own, kid, always have been. I see the great escape, so long, Daisy May, I picked the petals, he loves me not, Something different bloomed, writing in my room, I play my songs in the parking lot...I'll run away—dije, mi voz apenas un susurro. Las palabras salieron lentamente, como si mi garganta estuviera luchando por liberarlas. Always have been, pensé para mí misma, sintiendo el peso de esas palabras. Siempre he estado sola, siempre he sido yo sola. Pero ahora, ya no más.
Mis ojos recorrieron a mis amigos, y en ese momento, entendí lo que la canción significaba. No solo era una letra cualquiera, era mi historia, todo lo que había vivido. You’re on your own, kid, era como si esas palabras hablaran directamente conmigo. Durante tanto tiempo, me había sentido sola, como si nada tuviera sentido. Pero al cantar esas palabras, algo cambió.
Mi voz comenzó a salir con más confianza. Mis temores se iban disipando a medida que la melodía se apoderaba de mi cuerpo. No era solo una canción, era una confesión. Y cuando llegué al siguiente verso, algo en mí se rompió, y mis palabras tomaron fuerza.
—Yhea, You can face this... You're on your own, kid, You always have been —canté más fuerte ahora, dejando que la música me envolviera. Cada sílaba, cada palabra, parecía encajar perfectamente en mi interior. Esta no era solo una canción de una artista famosa. Esta era mi historia, mi lucha, mis victorias y derrotas. Cada nota era un reflejo de todo lo que había superado, de todos los miedos que había guardado en lo más profundo de mí.
You can face this... You're on your own, kid, You always have been. Pensé en mis amigos, en la forma en que siempre me habían apoyado, incluso cuando no sabía que lo necesitaba. Pensé en cómo, poco a poco, había comenzado a creer en mí misma, a creer que podía enfrentar lo que fuera. Porque ahora sabía que no estaba sola. Ya no más.
Continué cantando, y mis ojos se llenaron de lágrimas, pero eran lágrimas de alivio, no de tristeza. La canción estaba limpiando algo dentro de mí, algo que había permanecido guardado por demasiado tiempo.
Cuando la última nota salió de mis labios, el escenario se sumió en un silencio profundo. Parecía que el mundo entero había detenido su respiración por un momento. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, y mis piernas temblaban de la emoción. Pero entonces, la multitud comenzó a aplaudir, primero suavemente, luego con más fuerza, hasta que el sonido era ensordecedor.
Los aplausos me envolvieron como una manta cálida, y de alguna manera, sentí que ya no estaba sola. Mi voz, mi música, me había conectado con ellos. Había hablado, había cantado mi verdad, y ellos lo habían escuchado.
Gracie fue la primera en correr hacia mí, abrazándome con tanta fuerza que casi me derribó. Pero no me importaba. En ese momento, nada importaba más que ella, que CJ, que mis amigos.
—¡Lo lograste, Mia!—gritó Gracie, con una sonrisa de orgullo en su rostro. —¡Lo hiciste increíble!
CJ, con su calma característica, me miró con una sonrisa torcida.
—Te lo dije, ¿no? Tenías que hacerlo—dijo, palmeándome la espalda.
Los gemelos se acercaron también, con expresiones sorprendidas pero felices. Sabían lo importante que era este momento para mí, y ahora, todos estábamos celebrando.
—Nunca lo dudamos—dijo August, sonriendo por fin de una manera genuina.
Y ahí, en ese instante, supe que todo lo que había pasado, todo lo que había sentido, me había llevado a este momento. Y lo había logrado. No estaba sola. Ya no lo estaría nunca más... Quizá, no pude ser bien recibida en Nueva York. Fue cuestión de encontrar el lugar correcto, con las personas correctas que me supieron ayudar a todos.
Pero la pregunta es... ¿Será lo mismo, a cuando se enteren de la condición que me hace sentir ajena a lo demás?
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Un Día Más
Teen Fiction"Entre la lluvia de Nueva York y los recuerdos de Londres, Mia descubre que a veces, un día más puede cambiarlo todo. Una historia de amor, amistad y segundas oportunidades en un mundo que no siempre parece entendernos."