Han pasado dos semanas desde que todo comenzó, y aunque en este tiempo muchas cosas han cambiado, algunas siguen siendo las mismas. Mi vida en la escuela, por ejemplo, no ha sido fácil de adaptar, pero he encontrado algo de estabilidad. Mis amigos, esos locos que han estado conmigo desde el primer día, siguen siendo mi ancla. Son mi calma en medio del caos, y la verdad es que no sé qué haría sin ellos.
El reloj de mi muñeca marca que ya han pasado treinta minutos desde que debería haber llegado al salón de clases. "Otra vez", murmuro para mí misma, pero antes de que pueda reaccionar, escucho un sonido familiar detrás de mí.
"¡Mia!" grita Gracie, mientras corre hacia mí con su cabello al viento, como siempre. Es la amiga perfecta: incondicional, siempre lista para apoyarme, incluso cuando las cosas no son fáciles.
"¿Todo bien?", me pregunta, su sonrisa llena de preocupación. La miro, tratando de esconder la tensión que siento en el pecho, pero me doy cuenta de que no soy tan buena ocultando mis emociones como pensaba.
"Sí, claro", le respondo, pero mi voz traiciona mis pensamientos. "Solo estoy cansada. Este mes ha sido raro."
Gracie frunce el ceño, pero me da una mirada que dice: "Sé que algo está pasando, pero no voy a presionarte." Nos quedamos en silencio por un momento, hasta que finalmente, ella cambia de tema y me toma del brazo con energía.
"Venga, hay que llegar a clase antes de que la profesora nos haga un regaño", dice con tono juguetón.
El camino hacia el aula se siente como un pequeño respiro, un momento de paz entre todo lo que ha estado ocurriendo. Mis pensamientos están llenos de imágenes de los últimos días: el bullicio de la escuela, las carcajadas compartidas con mis amigos, y, claro, las constantes miradas de Alex.
Alex... Su nombre sigue resonando en mi cabeza como un eco persistente. Desde aquel incidente en el escenario, su atención parece haber quedado fijada en mí. No en el buen sentido, por supuesto. Desde entonces, su actitud hacia mí ha sido cada vez más molesta, como si tuviera algo personal contra mí. Pero la verdad, no sé por qué. ¿Qué le he hecho? No me atrevo a preguntárselo en voz alta, pero sus burlas, sus comentarios venenosos, y esa mirada de desprecio son suficientes para recordarme su presencia a cada momento. No puedo escapar de él, y me está afectando más de lo que quisiera admitir.
El timbre suena, interrumpiendo mis pensamientos, y entramos al salón. Tomo mi asiento en la segunda fila, cerca de la ventana. Me gusta mirar afuera cuando las cosas se ponen demasiado intensas. Gracie se sienta a mi lado y comienza a hablar sobre su último proyecto de arte, mientras que yo trato de concentrarme en lo que la profesora está diciendo.
De repente, siento que alguien me observa. Al principio, trato de ignorarlo, pero no puedo evitarlo. Los ojos de Alex están fijos en mí, como siempre. Está en la última fila, como si estuviera esperando a que algo sucediera. Siento una presión en el pecho, como si la mirada de ese chico pudiera hacerme desaparecer si quisiera. Sus labios se curvan en una sonrisa burlona cuando se da cuenta de que lo he notado, y por un momento, la sala parece más pequeña.
Intento mirar hacia otro lado, intentando concentrarme en la lección, pero no puedo evitar que mis pensamientos se deslicen nuevamente hacia él. Alex siempre ha sido una figura dominante en esta escuela. No sé por qué tiene tanto poder sobre mí, pero cada vez que lo veo, mi cuerpo se tensa, como si estuviera esperando el siguiente golpe, ya sea físico o verbal. Aunque me esfuerzo por ignorarlo, sus acciones me hieren más de lo que quiero admitir.
La clase continúa, pero mi mente no puede mantenerse centrada en los temas. Las palabras de Alex me persiguen: "No puedes esconderte para siempre, Mia."
No sé si soy la única que lo siente, pero hay algo en sus ojos que me dice que esto no terminará pronto. Tal vez está jugando, tal vez no. Pero de alguna manera, lo que más me molesta es que no sé si debería preocuparme o si estoy sobrepensando todo esto. Gracie, Allison y los chicos siguen estando a mi lado, pero la verdad es que hay algo que no se puede ignorar. Algo está cambiando.
Cuando el timbre suena y todos comienzan a salir del salón, Gracie se acerca a mí con su sonrisa característica, intentando distraerme de todo lo demás. Pero sé que el siguiente paso es inevitable. Y cuando salgo del salón, ahí está de nuevo, Alex, esperándome. Su actitud es provocadora, como si supiera que me siento vulnerable.
"¿Te has divertido en el escenario, Mia?", dice con voz baja, disfrutando de mi incomodidad.
Mi corazón late con fuerza, y no puedo evitar la oleada de ira que se apodera de mí. "¿Qué quieres de mí, Alex?", le respondo, sin poder evitarlo. Ya no quiero esconderme ni fingir que todo está bien.
"Solo quería ver hasta dónde llegas", dice con una sonrisa astuta, y se aleja, dejándome allí, sintiéndome más expuesta que nunca.
Es extraño, porque lo que más me asusta de él no son sus palabras. Es la forma en que me hace sentir. Como si estuviera constantemente esperando que algo malo suceda. No sé qué hacer con esa sensación de que las cosas están fuera de mi control, y lo peor de todo es que estoy demasiado cansada de sentirme así.
Ese día, cuando llego a casa, me siento en mi escritorio, mirando las letras en mi computadora. Sé que debería seguir escribiendo mi novela, pero me siento vacía. No puedo concentrarme. Cada palabra que tecleo me parece inútil, como si nada pudiera salvarme de todo esto. Como si no tuviera poder sobre mi propia vida.
Sin embargo, cuando empiezo a pensar en todo lo que me ha pasado en el último mes, me doy cuenta de algo importante. Tal vez este miedo, esta inseguridad que siento, no tiene que definir quién soy. Y, aunque Alex está empeñado en hacerme sentir pequeña, yo sé que tengo más que ofrecer. Tengo a mis amigos, tengo mi música, tengo mi historia. Y tal vez eso es lo que necesito recordar.
El teléfono suena, y veo el nombre de Gracie en la pantalla. Respondo rápidamente, y al escuchar su voz, una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios.
"¿Todo bien, Mia?", pregunta ella, preocupada.
"Sí", le respondo, aunque no estoy completamente segura de que lo sea. Pero sé que con ellos a mi lado, todo puede mejorar.
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Un Día Más
Jugendliteratur"Entre la lluvia de Nueva York y los recuerdos de Londres, Mia descubre que a veces, un día más puede cambiarlo todo. Una historia de amor, amistad y segundas oportunidades en un mundo que no siempre parece entendernos."