Capítulo 4. Nirvana

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Ernesto, llega con Mirna a la casa. Discuten sobre dónde está Diego. Jade no contesta el teléfono. Don Ruti, al enterarse de las cosas que le ha dicho Diego, acude al aeropuerto para verse con ellos.

––¡Diego!

––¡Don Ruti!

––¡Hola Jade!

Se saludan todos. Diego se sienta junto a Don Ruti. Comienzan a charlar, el hombre saca unos caracoles, los deja caer sobre la mesa y comienza a leerlos. Jade se va, necesita por centésima vez, confirmar que el avión aún no ha salido, excusa que da para poder irse, es tan supersticiosa que prefiere no escuchar lo que el chamán diga. Media hora después, Jade vuelve sin la maleta. Diego, da por terminada la rápida lectura que el hechicero ha dado. Jade se incorpora entonces a la charla, arrebatada por la curiosidad.

––¿Qué salió, qué dicen los caracoles?

––Volverán. A Diego le esperan cierres aquí. Pero en este momento es necesario que salgan.

––Así será entonces, el destino no se puede detener ni modificar, declara tajante Diego.

––Aquí los veré a su vuelta.

––¿Yo también volveré?

––Ya caminan juntos desde hoy y para toda la eternidad.

––¿Qué le dijiste? Pregunta Jade bajito.

––Nada que él no supiera, responde Diego divertido.

––¿Hace falta decirlo? Dice Don Ruti con una sonrisa cómplice.

Por fin anuncian el vuelo. Caminan a la sala de abordar. Ella no para de escribir en el teléfono, Diego se percata.

––¿Me vas a contar qué tanto escribes?

––El escrito que debo entregar a la editorial.

––¿Ahorita?

––Sí, justo es cuando me concentro mejor..

––¿En serio?

––Sí, de verdad, comienzo a esbozar mis personajes, a plantear alguna historia, los conflictos...

––¿Y, qué llevas hasta ahora?

––Una arqueóloga que va tras una investigación trunca...

––¿Y el guapo de la historia?

––No hay, el único que aparece es un arqueólogo bien mamón...

Jade se ríe por fin. Caen rendidos apenas el avión se estabiliza en el aire. Llegan a la Ciudad de México. Tras todo el protocolo, las azafatas ayudan a Diego para bajar con cuidado, sin embargo, antes de llegar a la salida, Diego comienza a quejarse de dolor fuerte en el brazo y acuden a la enfermería. Jade, apurada, llama a Mariana que los alcanza al llegar; el dolor no cede, y deciden llevarlo a un especialista, mientras lo revisan, ellas se ponen al día.

––¿Y este chango de dónde lo sacaste Jade?

––Es el Antropólogo que me está ayudando con la investigación.

––¿Y qué hace aquí, qué le pasó en el brazo, puede viajar así?

––El viaje es corto y la herida es superficial.

––¿Herida?¿Hay algo que debería saber antes de meter a este señor a nuestra casa?

––¿Nuestra... Casa?

Ambas dicen al unísono.

––Tenemos que hablar.

––Ya sé... Responde Jade intrigada.

El Viaje de JadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora