PREFACIO

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¿Alguna vez han sentido esa extraña sensación de estar siendo observados?

Estar en una habitación vacía, sin más compañía que tus propios pensamientos, y, sin embargo, la piel se eriza, como si alguien estuviera allí, mirando desde las sombras. Un susurro invisible que recorre tu cuerpo, dejando una huella fría en tu espalda. Esa fue mi sensación durante días: como si alguien me estuviera observando, siempre presente, siempre a punto de aparecer.

Cuando tuve tiempo libre durante las vacaciones, pensé que un trabajo extra no sería mala idea. Así que, cuando vi un anuncio solicitando un cuidador de casa, me pareció que había llegado como caído del cielo, sobre todo por la ubicación. Dejar atrás el ruido de la ciudad y pasar un tiempo sola, rodeada de naturaleza, era algo que me atraía como un imán. Siempre había soñado con eso: despertar entre árboles, escuchar el canto de los pájaros, sentir la brisa entre las hojas. Bien dicen que algunas cosas llegan de repente, y todo parecía perfecto. La casa, de estilo minimalista, era medianamente grande y aislada, encajando perfectamente con el paisaje. El lugar ideal para descansar y ganar algo de dinero.

Pero, un día, algo cambió.

Al principio fue un susurro, luego una presencia. Como una sombra que se deslizaba por las paredes. Algo —o alguien— que estaba allí, esperando. Y aunque me decía a mí misma que era mi imaginación, que la soledad me jugaba una mala pasada, pronto supe que no estaba sola.

Éramos yo, mi soledad... y él.

🖤

Bienvenid@s.

Vayan tomando asiento y disfruten. 🌹

 🌹

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