CAPITULO II

36 8 0
                                    

DÍA 7

Una semana había pasado volando, entre terminar de acomodar mis cosas, enviar correos y mantener mi mente lo más estable posible. El inicio estaba siendo más complicado de lo que imaginé. Quizás la soledad no era tan buena como había pensado. Aunque eso sonaba ridículo, porque siempre había sido algo que amaba. Sin embargo, había momentos en los que yo misma me jugaba malas pasadas. Todas las noches escuchaba ruidos, pero cada vez que bajaba, no había nada. De alguna manera, me estaba acostumbrando, pero lo que realmente me ponía los pelos de punta era esa sensación extraña de sentirme observada. Sabía que era imposible, dado lo aislada que estaba, pero aún así, esa inquietud no desaparecía.

Pronto me convencí de que solo eran paranoias mías, o que tal vez el ratón había regresado y me estaba espiando. Fuera como fuera, iba a comprar trampas para deshacerme de él de una vez por todas.

Ahora mismo me dirigía a la "civilización", como la llamaba, porque en realidad solo era un puñado de casas y unos pocos negocios de servicios esenciales. La verdadera ciudad estaba aún más lejos. Iba a hacer el viaje de dos horas solo para comprar lo necesario para la semana. Esperaba traer todo conmigo, ya que ir hasta allá porque se me olvidó algo no era precisamente lo que más deseaba.

Iba tan ensimismada que no me di cuenta en qué momento un auto negro me alcanzó. Lo miré por el retrovisor, no recordaba haber pasado la intersección, pero tampoco es que me estuviera enfocando mucho en el camino. Seguí conduciendo, y por lo que veía, ese auto también iba en la misma dirección que yo, porque cuando llegué y estacioné frente al minisúper, este auto hizo lo mismo. Pero, a diferencia de mí, nadie bajó del coche. Dejé de mirar y entré, aunque una chispa de curiosidad se instaló en mí.

Saludé al dependiente y tomé un carrito. Me coloqué los audífonos y comencé a hacer mis compras a un ritmo tranquilo, buscando todo con calma. Curiosamente el lugar estaba casi vacío, a excepción de dos personas que vi al llegar. Mientras observaba los productos, algo captó mi atención por el rabillo del ojo. Alcé la vista y apenas pude distinguir una silueta, y una mano tatuada, probablemente de alguien que iba pasando por el pasillo contiguo. Le resté importancia y volví a concentrarme en lo que tenía entre manos.

Seguí paseando por los pasillos, llenando el carrito cuando, de repente, un bote de mermelada rodó desde el pasillo de la derecha y se detuvo justo frente a mí. Me detuve en seco, observando el frasco. Era exactamente el mismo que se me había caído aquella noche y que casi me mata de un susto. Me separé un poco, caminé hasta el bote, lo tomé y miré hacia el pasillo de donde había salido. Estaba vacío, pero era el pasillo donde se encontraban los productos de mermelada. Fruncí el ceño, confundida. Sin embargo, decidí ignorarlo, probablemente había sido mal colocado.

Volví a mi carrito y seguí adelante. Cuando iba a girar hacia la izquierda, me choqué con alguien. Era solo una espalda cubierta con una hoodie negra, pero lo que me llamó la atención fue el cabello azabache que brillaba bajo la luz fluorescente, como si fuera sacado de un comercial. El tipo se giró y de pronto, sus ojos, dos pozos negros, se clavaron en mí. Fue como si todo a mi alrededor desapareciera, dejándome sentir pequeña a su lado. No solo por la diferencia de altura, sino por la extraña e intimidante aura que emanaba de él. Había algo peligroso en su presencia, algo inquietante. Pero, al mismo tiempo, sus facciones marcadas, su mandíbula definida, le daban un toque masculino y atractivo, de esos que te hacen respirar más rápido sin poder evitarlo.

-Lo siento.

Fue lo único que logré articular. Mi voz salió ahogada, y mi pulso desbocado hizo que mis labios se entreabrieran involuntariamente. Él bajó la mirada hacia ese lugar, pero tan rápido como lo hizo, apartó su vista. Luego, dio media vuelta y desapareció por otro pasillo.

Serie Escenarios Libro 1: "Observada"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora